Comentario Biblico


A A



1 Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes,

2 a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:

3 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

4 Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús;

5 porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia;

6 así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros,

7 de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo;

8 el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo.

9 Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor.

10 Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.

11 Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas.

12 Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo.

13 ¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?

14 Doy gracias a Dios de que a ninguno de vosotros he bautizado, sino a Crispo y a Gayo,

15 para que ninguno diga que fuisteis bautizados en mi nombre.

16 También bauticé a la familia de Estéfanas; de los demás, no sé si he bautizado a algún otro.

17 Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo.

18 Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.

19 Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos.

20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?

21 Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.

22 Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría;

23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura;

24 mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.

25 Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.

26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles;

27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte;

28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es,

29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.

30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;

31 para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.


I. EL PRóLOGO, 1:1-9

1. Los saludos, 1:1-3

Al abrir sus cartas, Pablo, de manera constante, emplea el formato usado en las cartas comunes y corrientes de su día. Es decir, Pablo no inventa el formato epistolar, pero se nota que, pese a esto, la individualidad del Apóstol se destaca. En la apertura de todas sus cartas figuran de rigor la identificación del autor, los destinatarios y un saludo. Estas partes se ven claramente desplegadas en los tres primeros versículos.

En el v. 1 Pablo se identifica en primer término como apóstol . Cuando Pablo se refiere a sí mismo como tal, es evidente que no considera que el apostolado esté limitado a los doce . Es más, puesto que Pablo no había sido discípulo del Jesús histórico, su apostolado proviene del Cristo resucitado. Su experiencia en el camino a Damasco constituye un llamado claro. También, su comisión como apóstol era resultado de un llamado divino. El que la comisión por el Cristo resucitado coincida con el llamado divino no puede ser accidental. El llamado divino también implica que la autoridad de Pablo no se fincaba en ninguna entidad humana. Ya que el apostolado de Pablo era cuestionado por algunos elementos en Corinto, era necesario que su autoridad como apóstol se afianzara en Dios mismo. En conexión con la identificación del apóstol, es notable que Pablo emplee su frase preferida Cristo Jesús en lugar del nombre usual en otros escritos, Jesucristo . Pablo ocupa éste sólo cuando se le antepone el Señor .

Se menciona el nombre de Sóstenes . Se le llama hermano , un apelativo que ya cobraba importancia entre los creyentes para referirse unos a otros. Es interesante que Pablo se refiera a Sóstenes como un compañero escritor. El que lo mencione así no indica de manera alguna que la autoridad apostólica de Pablo sea menguada. Algunos, inclusive, opinan que Sóstenes pudiera haber sido el secretario de Pablo en este caso. Respecto a su identidad, se cree que Sóstenes era el principal de la sinagoga en Corinto de cuyo maltrato por parte de Galión se narra en Act 18:17. Se sugiere, pues, que Sóstenes se había hecho creyente cristiano y a la postre acompaña a Pablo en éfeso. Por esto Pablo lo menciona, ya que se le conocería bien en Corinto.

Al identificar a los destinatarios de la carta (v. 2), Pablo ocupa el término iglesia . Se sabe que la palabra griega ekklesia G1577 en su uso común y corriente podía referirse a cualquier clase de asamblea. Su uso cristiano, no obstante, hacía que cobrara matices muy diferentes a los que se conocían en el mundo pagano. Para el pueblo cristiano, iglesia se asemejaba a otros vocablos para describir al pueblo de Dios. Tales palabras muy cargadas de significado eran santos y elegidos . Esto se hace aún más evidente cuando al término iglesia se le agrega el calificativo de Dios . Está muy claro que Pablo se dirigía a una congregación considerada por él como el pueblo de Dios. Es de conocimiento común que el vocablo iglesia en su forma griega es a su vez la traducción usada en la LXX (la traducción griega del AT) de la palabra hebrea caja G6951). Este vocablo es el término empleado en el Antiguo Pacto para referirse al pueblo de Dios, esté reunido en un lugar o no. Todo lo anterior demuestra que la palabra iglesia tenía para Pablo y los demás cristianos primitivos un trasfondo y significado muy especiales. Es significativo que Pablo es el escritor neotestamentario que más emplea el concepto y la palabra iglesia . Tanto es así que la palabra figura no menos de 22 veces en 1 Corintios. Aunque Pablo alude primordialmente a congregaciones locales, siempre es evidente que para él cada asamblea local idealmente encapsulaba la importancia y las características del pueblo de Dios en su sentido más amplio.

No tan sólo es la iglesia en Corinto el pueblo de Dios sino que también es un grupo santificado . Es decir, es un grupo de personas separadas por Dios mismo. Lo que hace que este grupo sea iglesia de Dios es precisamente esta acción de Dios que los convierte en tal. Siempre es la obra de Dios la que forma una iglesia; nunca es constituida sólo por la voluntad y acción de los hombres. También es importante notar que la santificación de Dios llega a las personas por medio de Cristo Jesús. Sólo por la fe en la obra redentora de Cristo puede llegar la santificación a los que forman la iglesia. Pablo recalca, por lo tanto, la idea de la santificación de los que están en Cristo . No es por nada que este refrán llega a ser tan importante para Pablo.

Conzelmann destaca que el vocablo que se traduce en santidad nunca se usa en el NT para el individuo; siempre su uso es para la colectividad de los creyentes. Esto implica que la santidad no es una cualidad del individuo sino del pueblo de Dios. Ya se ha dicho que la santificación es obra de Dios y no producto de los esfuerzos del individuo.

Los que han sido llamados a ser santos no están únicamente en Corinto. Parece que Pablo alude a otros grupos de creyentes en todo lugar . Puede ser que Pablo piense en otras iglesias en el área. También es tal vez más factible que Pablo se refiera a congregaciones fundadas por otros apóstoles. El que Pablo ocupe la expresión Señor de ellos y nuestro da más credibilidad a esta segunda posibilidad.

Pablo termina la introducción de su carta con un saludo que es característico de sus demás cartas (v. 3). Al hacerlo, emplea dos expresiones que la iglesia en Corinto necesitaba urgentemente. Gracia y paz son dos vocablos cargados de significado. Claro, la base de este saludo es la salutación tradicional entre los judíos: paz . Pablo agrega gracia al saludo, porque se daba cuenta de que la iglesia en Corinto carecía de ambas cosas. Dos de las marcas de una legítima iglesia cristiana son la unidad y el amor; ambas de origen espiritual. El Apóstol sabía de sobra que la congregación en Corinto no gozaba de la dádiva prometida de la era mesiánica. El problema era que los corintios no respondían correctamente ante la iniciativa de la gracia de Dios y, por lo tanto, no conocían la paz verdadera. Esta sería la razón por la que Pablo terminaría su saludo con el deseo de que los corintios gozaran de estos favores de Dios.

Corinto

2. Gracias por las riquezas en Cristo, Act 1:4-9

Es común ver en otras cartas de Pablo, después del saludo, una expresión de gratitud. Parece que la carta a los Gálatas es la única en donde esta clase de expresión falta. El verbo empleado por el Apóstol es el mismo que Jesús usó en la institución de la cena del Señor ( habiendo dado gracias , 1Co 11:24). Es el verbo del cual se saca el sustantivo eucaristía . Aunque la forma sustantivada no figura en el NT, el verbo sí. Es interesante cómo Pablo emplea esta expresión de gracias de manera individual en sus cartas; es decir, cada expresión cuadra con las necesidades particulares de los destinatarios.

El v. 4 aclara que su gratitud por los corintios se dirige a Dios. Es a su vez una expresión continua. Aunque esta parte de la expresión pudiera verse como sólo una cosa rutinaria, es patente que Pablo la ocupa para estrechar más los lazos con los corintios.

La naturaleza de la gracia como don de Dios está recalcada por la forma pasiva del verbo conceder . Esta gracia se manifiesta en los dones espirituales que Pablo detalla posteriormente. Es característico de Pablo el empleo de esta clase de expresión al hablar de las distintas comunidades de fe con las que guardaba relación (ver Rom 12:6; 2Co 8:1). Además, es imprescindible notar que esta gracia divina llegó a los corintios en Cristo Jesús . Es sólo en Jesús que esta gracia está conferida por Dios.

Con el v. 5 Pablo empieza a detallar específicamente los dones espirituales con los que los corintios habían sido dotados por medio de Jesucristo. Desde luego, estos son los dones espirituales que tienen su origen en la gracia de Dios y los que motivan la gratitud de Pablo. Al mencionar en toda palabra , es posible que Pablo se refiera a la elocuencia de los corintios, o sea, su facilidad para expresar su conocimiento. Respecto a lo último, los corintios valoraban grandemente el conocimiento. Sería difícil que no fuera así debido al lugar que el conocimiento ocupaba en la cultura griega. Lo que sí llama la atención es que Pablo no censura a estas alturas el conocimiento de los corintios; al contrario, parece loarlos por poseerlo. Desde luego, posteriormente, Pablo aclararía que el conocimiento sin amor no vale nada. Pero, por lo pronto, reconoce el conocimiento de los corintios. No es insignificante que la palabra conocimiento (gnosis G1108) figure tantas veces no tan sólo en la correspondencia con los corintios sino también en otras cartas de Pablo.

La versión RVA comienza el v. 6 con la palabra Así , que es una traducción muy adecuada del vocablo griego kathos G2531. Con todo, es interesante notar que el término griego también puede significar ciertamente . Pablo introduce la idea (luego la desarrolla con amplitud) de que los dones espirituales de los corintios están basados en el fundamento del evangelio que da origen a la iglesia. La construcción gramatical de la frase indica que el contenido de este evangelio está determinado por su procedencia: de Cristo . No tan sólo los dones sino también el cambio en la vida de los corintios es confirmación del evangelio. La expresión ha sido confirmado es un término técnico en la ley comercial de los días de Pablo. Este ocupa la expresión varias veces en sus demás cartas ( Rom 15:8; Rom 1:21; Phi 1:7; Col 2:7).

El v. 7 es una continuación del anterior. En éste Pablo afirma que el problema de los corintios no era una carencia de dones espirituales; más bien los corintios no sabían usar los dones correctamente; su conocimiento respecto a los dones espirituales era inmaduro y defectuoso. Toda esta carta es testimonio de este hecho. Pese a esta inmadurez, los corintios sí esperaban la revelación o el descubrimiento (apocalupsin G602) de la segunda venida de Jesús. Algunos opinan que el mismo Espíritu que había dotado a los corintios de muchos dones también los guardaba en su fe respecto al segundo advenimiento de Cristo. Los dones espirituales actuales no son un fin en sí mismos, sino sólo primicias de un futuro prometedor. Otros, más pesimistas tal vez, creen que el problema de los corintios no era sus muchos dones sino su culpa. La idea es que con la venida de Cristo vendría también el juicio del Mesías. Su mal uso de los dones repercutiría en retribución. Pareciera, no obstante, que el contexto no indica tanto el concepto de culpa sino la idea de una esperanza fiel en la segunda venida. El versículo que sigue tiende a confirmar tal idea.

Es interesante notar que gramaticalmente se admite que Cristo es el que confirma (v. 8). Sin embargo, en el versículo que sigue se afirma la fidelidad de Dios. Para Pablo, es obvio que la salvación puede atribuirse o a Cristo o al Padre. Pablo compartía con los demás cristianos primitivos la idea de la divinidad de Jesús. La expresión el día de nuestro Señor Jesucristo es simplemente otro modo de expresar el concepto de la segunda venida .

Pablo nunca dudó de la fidelidad de Dios (v. 9). En sus escritos se nota que es Dios quien llama, pero también él preserva (Phi 1:6; 1Th 5:24). Esta fidelidad se ve en que el llamamiento de Dios determina nuestra comunión con Cristo. Esta no es una comunión de naturaleza mística sino una demostración de que pertenecemos al Señor hasta que él venga. El vocablo comunión es traducción de una palabra griega cuyo significado principal conlleva la idea de compartir. Por medio de Cristo no tan sólo compartimos con los demás creyentes los beneficios de la salvación, sino que también compartimos con Cristo su relación con Dios; nosotros somos hijos de Dios por adopción, mientras Cristo es Hijo desde la eternidad. Debe recalcarse, no obstante, que la comunión aludida es primordialmente con Cristo y en segundo lugar con otros creyentes.

Es también muy cierto que esta comunión con Cristo significa que somos guardados por él hasta su venida.

II. EL APóSTOL CONFRONTA LOS PROBLEMAS PRESENTADOS POR LOS EMISARIOS DE CLOé, 1Th 1:10 4:21

1. Disensiones en la iglesia, 1:10-17

Se puede observar que en realidad los primeros cuatro capítulos de esta carta están dedicados a uno de los problemas más severos en la iglesia de Corinto: las disensiones. Es en estos versículos inmediatos, no obstante, el problema es presentado por Pablo de una manera tajante. Debe notarse que Pablo aborda la cuestión con la iglesia total por auditorio; no se dirige a grupos separadamente. Aunque se introduce el tema de la sabiduría en 1:18 hasta 2:16, es claro que las disensiones en la iglesia preocupaban a Pablo y acaparan su atención completa comenzando con 3:1 hasta 4:21.

Pablo comienza con la expresión: Os exhorto (v. 10). Puede parecer que esta expresión sea contrastante o incomprensible, dadas las palabras amorosas en el prólogo y su expresión de gratitud que sigue a éstas. Es decir, el que Pablo emplee este término no presenta ningún conflicto con su uso del vocablo hermanos para referirse a los corintios. Para todo creyente, debe ser patente que la exhortación es parte de la relación fraternal. Esto es doblemente cierto cuando la exhortación se hace en el nombre del Señor Jesús. Conviene recordar que el hablar del nombre del Señor es hablar del Señor mismo. Para la mentalidad antigua, el nombre involucraba todo el ser de la persona nombrada. Esto quiere decir, dentro del contexto, que Pablo exhorta a los corintios como si fuera Cristo mismo exhortándolos. Las palabras exhortatorias son para que se pongan de acuerdo . Como se aprecia en la nota en la RVA, tal expresión literalmente significa que habléis todos una misma cosa (v. 10). Desde luego, Pablo anhela más que nada que estén de acuerdo no tan sólo en palabras sino también en propósitos. La razón principal de esta exhortación es que existen entre los corintios desgarros o disensiones (sjismata G4978). Un desgarro, sin embargo, no es una rotura total y hay oportunidad para que se una de nuevo. Sí había problemas en Corinto, porque los miembros de la iglesia habían formado grupos diferentes con motivos y métodos distintos. Es claro que había roces entre estos distintos grupos. Estos mismos roces o antipatías entre los grupos impedían la unidad que debía caracterizar a una iglesia. Pese a estas disensiones, todavía era una sola iglesia, pero su ministerio obviamente quedaba truncado. Si no se remediaba, peligraba en dividirse totalmente.

En el v. 11 Pablo menciona la fuente de su información tocante a las disensiones. Algunos aventuran un motivo tras la divulgación de la fuente: para evitar que Sóstenes y Estéfanas (16:15) fueran culpados de la indiscreción . Al revelar a los corintios la fuente de su información tocante a sus problemas, menciona a los de Cloé . Aparte de este texto, no se sabe nada respecto a esta mujer. Se supone que era una mujer adinerada, porque tenía sirvientes en su casa. Los de Cloé serían siervos de ella que no estarían volviendo a Corinto. Otros, en cambio, aseveran que no hay forma de saber a ciencia cierta la identidad de estas personas. Ni siquiera puede saberse si eran de Corinto o éfeso. Si eran oriundos de éfeso, sólo habrían visitado la iglesia en Corinto y habrían observado a primera mano las dificultades que posteriormente comunican a Pablo. Dadas las dificultades para identificar a los de Cloé , tal vez sea mejor reconocerlos simplemente como informadores, fueran quienes fueran.

Los desgarros o disensiones dentro de la iglesia giraban en torno a la lealtad a personalidades diferentes. Parece que había un grupo que favorecía el liderazgo de Pablo, otro seguía a Apolos, otro a Pedro y puede ser que hubiera un grupo final que decía seguir a Cristo. Se abordará posteriormente este último partido separadamente. Desde luego, cada uno de los líderes apostólicos tenía características que apelarían para que ciertos individuos optaran por seguirlos. Pablo, por supuesto, era apreciado por algunos por ser el apóstol que había llevado el evangelio a la ciudad. Los partidarios de Pablo, no obstante, serían regañados por él al igual que los partidarios de los demás, porque por medio de esta clase de acción sólo revelaban su tendencia a seguir las prácticas paganas de atribuir características divinas a sus caudillos. Además, el seguir a personalidades carismáticas, aunque fueran de corte apostólico, sólo tendería a romper la unidad de la iglesia. Se cree que es muy posible que Pedro (algunos dicen que juntamente con su esposa) hiciera una visita a Corinto. Apolos, cuya teología ignoramos, probablemente también se haría presente en Corinto en alguna ocasión.

La existencia de un partido de Cristo en la iglesia en Corinto se debate larga y tendidamente. Hay muchos que opinan que jamás existió tal partido en la iglesia; la expresión yo de Cristo sería la respuesta categórica de Pablo al rechazar la lealtad absoluta a cualquier ser humano. En este sentido, no había ningún partido dentro de la iglesia sino sólo las palabras del Apóstol con las que denuncia todo sistema de culto a personalidades. Otros, al negar la existencia de tal partido con lealtad solo a Cristo dentro de la iglesia, afirman que la expresión yo de Cristo es un agregado al manuscrito original por un copista. Este agregado aparecería en el margen de la hoja y con el transcurso del tiempo llegaría a formar parte del texto mismo. Lo que sí hay que afirmar enfáticamente es que en todo manuscrito antiguo de valor figura la expresión. Algunos que favorecen la existencia de tal partido de Cristo en la iglesia abogan porque los demás partidos expresen conceptos teológicos diferentes: el partido de Pedro haría énfasis sobre la ley, el partido de Apolos recalcaría la sabiduría, el partido de Pablo se centraría en las enseñanzas de Pablo. Queda, pues, el partido de Cristo que estaría formado por algunos con tendencias gnósticoespiritualistas. Lo que sí se sabe es que Pablo condena tal partidismo dentro de iglesia. El Apóstol agrega vosotros sois de Cristo (3:23), acabando así con cualquier base para la disensión personalista.

Con la pregunta retórica ¿está dividido Cristo? (v. 13), Pablo refuerza su oposición a cualquier tendencia a la desunión en la iglesia. Simplemente, al hacer la pregunta, Pablo condena las divisiones dentro de la iglesia. Ya que la iglesia es el cuerpo de Cristo, no se le debe dividir bajo ningún pretexto. La ridiculez de los partidismos se patentiza con la pregunta ¿Acaso Pablo fue crucificado por vosotros? . También, hay un eslabón que une estas preguntas: es la alusión al bautismo. Según Rom 6:3ss., el bautismo encierra el concepto de nuestra crucifixión con Cristo. Es inconcebible, según Pablo, que hayamos sido bautizados en el nombre de Pablo . Es manifiesto, pues, que el Apóstol rechaza cualquier práctica semejante a la de las religiones de misterio paganas que identificaban a las personas con el nombre de quien las bautizaba. En los ritos paganos el sacerdote que oficiaba en el bautismo era aceptado como el padre de la persona que se bautizaba. Inclusive, hay quienes piensan que posiblemente esta práctica hubiera llegado a inculcarse dentro de los ritos de la iglesia en Corinto. Sea esto cierto o no, patentemente, Pablo rehuía cualquier práctica semejante. Por el bautismo, los creyentes se identifican con Cristo, no con el agente del bautismo. Para Pablo sería cosa horrorosa que el candidato al bautismo se bautizara en su nombre.

Cuando el Apóstol asevera que agradece a Dios el no haber bautizado a ningún corintio, no es que no valorara el bautismo. Sólo aclaraba que no era su tarea principal el bautizar a los convertidos. Es más, sería un poco difícil que Pablo tuviera en poco el bautismo, ya que sus palabras en Rom 6:1-11 y Col 2:12 desmienten tal concepto. Lo que se ve claramente es que para Pablo el bautismo no contenía una eficacia salvadora; aún más, no ponía ningún interés en la identidad del que efectuaba el bautismo. Es natural aceptar que si Pablo hubiera creído que el bautismo era necesario para la salvación, se habría acordado de los nombres de las personas a quienes había bautizado. Sí menciona a Crispo (ver Act 18:8) y a Gayo (ver Rom 16:23). No obstante esto, es importante reconocer que Pablo no desvaloraba el bautismo como una de las ordenanzas de Cristo. Su aparente énfasis negativo procura contrarrestar algunas ideas erróneas de los corintios. Parece que algunos de los miembros de la iglesia en Corinto daban un valor demasiado elevado al bautismo y también al bautizador. La referencia al bautismo por los muertos ( Rom 15:29) evidencia una distorsión doctrinal en la iglesia que abogaba por el poder salvador del bautismo en nombre de otro que se hubiera muerto sin bautizarse.

El v. 15 simplemente remacha la oposición de Pablo a la idea de que alguien pudiera bautizarse en nombre suyo, como si él fuera el elemento importante. Luego, en el v. 16, es como si se acordara de otros a quienes había bautizado: a los de la casa de Estéfanas . Aparte de estas personas ya mencionadas, el Apóstol dice no recordar a nadie más que haya bautizado. Pablo menciona a la casa de Estéfanas posteriormente en 16:15. Es evidente que el Apóstol tuviera muy en alto a la familia de Estéfanas; este había sido uno de sus primeros convertidos en Acaya. Más aún, esta familia se había destacado como una familia de líderes y grandes siervos en la obra del evangelio. Los que abogan a favor del bautismo infantil se documentan mucho en este versículo. Es patente, sin embargo, que no se menciona a infantes como miembros de tal familia. Lo que sí sobresale es que Pablo insiste en todo su ministerio sobre la necesidad del arrepentimiento y la fe para que se reciba la salvación. El Libro de Hechos confirma la necesidad de ambas cosas para que uno se bautice. Puesto que Lucas, el autor de Hechos, fue amigo y compañero de Pablo, es muy difícil creer que sus ideas en torno al bautismo fueran contrarias a las de Pablo.

El Apóstol afirma que su llamamiento había sido para que predicara, no para que bautizara (v. 17). Es claro que para Pablo lo más importante era que la gente recibiera el evangelio de Cristo. El bautismo evidentemente era cosa secundaria, por importante que fuera. Era una cosa que se podía dejar en manos de algunos colegas, tales como Silas y Timoteo (Act 18:5). La predicación en el ministerio de Pablo se destaca por su claridad y contundencia. Se nota que Pablo rehuía un énfasis sobre la destreza retórica en su predicación. Sería trágico que la gente inconversa se despistara del sentido pleno del evangelio al concentrarse tanto en la forma de su predicación. Era preciso que la gente fuera ganada por el contenido del evangelio y no por la elocuencia del predicador. Claro está que Pablo se consideraba mucho más predicador que orador. Hay una diferencia. La expresión sabiduría de palabras se refiere claramente a la retórica, valorada tanto por los griegos. Sería totalmente contraproducente que el formato de la predicación restara importancia a la cruz de Cristo. Al fin y al cabo, la muerte y resurrección de Cristo constituyen el meollo de la predicación apostólica. En esto el Apóstol quería centrarse.

Divisiones 1:10

Las divisiones se pueden manifestar por:

1. Diferencia de opinión.

2. Separación interna aunque se permanezca en el grupo.

3. Separación y alejamiento de la iglesia sin justificación.

4. Ruptura total de relaciones interpersonales.

Predicación con sabiduría humana 1:17

La predicación con sabiduría humana se caracteriza por:

1. Ser un discurso sin sentido.

2. Mostrar habilidosamente sus argumentos.

3. No tener revelación de Dios.

2. Cristo : sabiduría y poder de Dios, 1:18-31

En todo este pasaje se hace difícil definir el significado del vocablo sabiduría . Es evidente que Pablo lo emplea de maneras y con significados diferentes. Se nota que hay un contraste entre la sabiduría de Dios y la de los hombres. La sabiduría de los hombres se caracteriza como lo necio de este mundo. La sabiduría de este mundo es falsa, porque no conoce a Dios; es necedad ante Dios (3:18). Algunos opinan que posiblemente el partido de Apolos dentro de la congregación fue el que recalcara tanto la sabiduría del mundo. Sea eso como sea, parece que hay tres etapas en la diferenciación entre la sabiduría del hombre y la de Dios. Primero, Pablo aclara esta diferencia esencialmente. Enfatiza que la predicación de la cruz no es una nueva sabiduría (1:18-25). Segundo, demuestra cómo las dos cosas se aprecian dentro de la comunidad (1:26-31). Finalmente, habla de la sabiduría y lo necio con relación a su propia predicación (2:1-5).

Pablo inicia su discusión al declarar que el mensaje de la cruz parece como locura a los que están en el camino de la perdición (ver nota en RVA). La palabra de la cruz no era simplemente una descripción pormenorizada de todos los detalles horríficos de la crucifixión de Cristo. Más bien, la palabra de la cruz involucraba todo el anuncio de las buenas nuevas de que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo (5:19). Es claro, sin embargo, que este anuncio había sido malinterpretado por los corintios no convertidos. Fíjese cómo Pablo incluye a los creyentes en Corinto dentro de su expresión nosotros que somos salvos ( los que estamos en el camino de la salvación , nota de RVA). También se nota que el contraste esperado entre locura y sabiduría no se da. Más bien, la palabra de la cruz para los creyentes es poder de Dios. En realidad, el poder de Dios es la respuesta para la locura del hombre ( Rom 1:18). Pablo no duda nunca que el poder de Dios radica en el evangelio de la cruz, y éste puede hacer de la cruz un medio eficaz de la redención. La diferencia, desde luego, entre los dos grupos es la fe de parte de los creyentes que hace que reconozcan dentro de la cruz no la locura y la debilidad, sino la sabiduría y el poder de Dios.

En el v. 19 Pablo recurre al AT para fundamentar aún más su condenación de la sabiduría humana. La cita es tomada de Isa 29:14. Es significativo que Pablo cite la LXX, aunque la cita con cambios menores. Sin duda, la sabiduría descrita aquí es de este mundo, o sea, una sabiduría que ignora a Dios en todo sentido. Es una sabiduría centrada en el hombre. Es la misma sabiduría que contempla la de Dios como locura. Se aprecia ya un cambio en el sentido de la palabra sofia G4678 (sabiduría) empleada por Pablo. Según el v. 17, se habla de una sabiduría retórica. Se palpa que ya no se refiere a una manera de hablar sino de pensar. Ambas formas de sabiduría se relacionan, porque ambas se centran en el hombre. El valor de este texto veterotestamentario para Pablo es que no tan sólo se menciona la sabiduría humana sino que se anuncia su derrocamiento.

Enseguida, Pablo ocupa algunas alusiones a conceptos veterotestamentarios (v. 20). Estas no son citas directas sino sólo alusivas. Posibles citas usadas son Job 12:17; Isa 19:12; Isa 33:18. También, Pablo hace eco de Isa 29:14. Es en este pasaje que el profeta confronta a los políticos, supuestamente sabios, entre los hebreos ante la crisis de la invasión asiria. Pablo aprovecha estas alusiones para refutar la hueca sabiduría humana en su forma hebrea. Al preguntar por el sabio, el escriba, el disputador, Pablo hacía ver que tanto Israel como Grecia habían tenido sus hombres ilustres. Al agregar el calificativo de esta edad presente , el Apóstol no ceja en su diatriba contra la sabiduría falsa del mundo. Originalmente, el vocablo griego que se traduce como edad connotaba un período largo. Después, llegó a significar la diferencia entre esta era y la venidera , o sea, la presente era maligna, distinguiéndola de la bendita era mesiánica que venía. Pablo ocupa edad , término cargado de significado, como sinónimo de este mundo . Ambas expresiones comunicaban a los lectores la esencia de la malignidad. También, las dos expresiones Pablo las entendía en sentido histórico o temporal y no espacial. Es decir, este mundo no es un lugar, sino que refleja una cualidad perversa de la época. El Apóstol declara tajantemente que el poder de Dios, manifestado en la cruz, ha convertido en necedad la falsa sabiduría de los hombres irredentos.

En el v. 21 se encuentra una doble antítesis. La primera está entre la sabiduría de Dios y la del mundo. La segunda está entre la sabiduría y la necedad. Esta doble antítesis se profundiza al declarar el Apóstol que la sabiduría de Dios (revelada en la cruz) impide que él sea conocido por medio de la sabiduría humana. Esto significa que únicamente por la obediencia a la revelación divina en la cruz pueden los hombres llegar al conocimiento de Dios, o sea, la salvación. El hombre jamás puede conocer a Dios por la sabiduría del hombre pecador. Toda la sabiduría humana está distorsionada por el pecado. Los hombres en su sabiduría sólo crean un dios propio; jamás llegan a conocer al Dios de la revelación por su propio conocimiento. El plan de Dios es muy diferente al plan de los hombres. Sólo el acatamiento de la revelación divina en la locura de la predicación del evangelio resulta en la salvación. Una de las palabras clave de este texto es creyentes . El creer cristiano nunca es una creencia cualquiera; se centra en las buenas nuevas del evangelio. Juntamente con su carta a los romanos, ésta es una declaración de Pablo de la salvación por la fe solamente. Resulta que los dos contextos son diferentes. En Romanos la fe se contrapone con la ley. Aquí la fe se contrapone con la sabiduría humana.

El v. 22 juzga a los judíos por pedir señales , o sea, exigir que se den muestras contundentes del poder divino en la palabra y acción de los voceros del evangelio. Se negaban a creer por la fe. Esto, claro, se observaba también en el ministerio terrenal de Jesús ( Mat 16:1-4; Mar 8:11 ss.; Joh 2:18). Para los judíos era imposible que ellos aceptaran que el Mesías pudiera sufrir la ignominia de la cruz. Por esto, a ellos la predicación apostólica les parecía una locura. Eso sí, el que los apóstoles experimentaran el mismo trato que su Señor de parte de los judíos, serviría como aliciente para ellos. Sería una confirmación de su propio mensaje.

Si bien los judíos pedían intervención divina según sus propios criterios para aceptar el evangelio, los griegos anhelaban la sabiduría. Dado el concepto filosófico del día respecto a la divinidad, tampoco podían ver ninguna lógica dentro de la proclamación apostólica. Su sabiduría no admitía que Dios pudiera encarnarse, ¡mucho menos morir! Al fin y al cabo, sus conceptos teológicos no dependían de la revelación sino de su propia razón humana.

Pablo procede a ampliar más la diferencia entre los judíos y los griegos incrédulos y los creyentes cristianos. El v. 23 reconfirma que la cruz era tropezadero para los judíos, porque la idea de un redentor muerto no encajaba dentro de su teología.

La cruz de Cristo era para ellos un verdadero escándalo (la palabra en el texto griego es skandalon G4625). Es históricamente comprensible por qué los judíos responderían de este modo. Según Isa 11:2, la máxima bendición divina correspondía al Mesías. En cambio, Deu 21:23 afirmaba que el ahorcado es una maldición de Dios . La cruz, pues, era un impedimento tal para los judíos que a la postre Pablo se vería en la necesidad de dar la mayor parte de su tiempo a la obra misionera entre los gentiles, ya que los judíos no respondían favorablemente a su mensaje. El que Pablo ocupe aquí en este texto la primera persona plural ( predicamos ) involucra no tan sólo el hecho histórico de la cruz sino también el testimonio vía la predicación. No únicamente la cruz de Cristo era para los incrédulos un tropezadero, sino también la misma predicación apostólica como testimonio de fe personal era una tontería para ellos.

Es notable que entre los creyentes (los llamados) la reacción ante la cruz sea muy diferente. Pablo aclara que el origen étnico de los creyentes no importaba. Lo que hace que uno sea llamado es la acción de Dios, no la raza u origen cultural del creyente. Este llamado divino otorga como dádiva una evaluación adecuada de la cruz. Es decir, para los que están siendo salvados, la cruz de Cristo es tanto poder como sabiduría. Es significativo que en el AT la primera característica de Dios sea su poder (en creación y redención). La sabiduría también es considerada como un rasgo tan importante en Dios que llega a ser una personificación de él. Este hecho se aprecia más en los libros de sabiduría del Antiguo Pacto. Todo esto implica que Cristo en la cruz es expresión del mismo ser de Dios, especialmente como activo en la nueva creación de los hombres y la revelación.

Cuando el Apóstol contrasta la sabiduría de Dios con la de los hombres (v. 25), es muy evidente que en realidad lo que los incrédulos llaman necedad en la predicación de la cruz viene a ser más sabio que toda la sabiduría de los hombres. Al comparar la debilidad (como así verían los paganos la muerte de Cristo en la cruz), ésta se hace más fuerte en su poder que el de todos los hombres. La sabiduría de los hombres sólo acaba en su propio detrimento. La sabiduría de Dios lleva a la redención. El poder de los hombres normalmente termina en la autodestrucción. El poder de Dios se despliega en la salvación.

Hace falta agregar una palabra más respecto al v. 25. Pablo, con estas palabras, no desdeña o menosprecia la educación o preparación académica. El Apóstol sí arremete contra el orgullo intelectual de los hombres que impide su aceptación del evangelio. Cuando se reconoce que Pablo mismo fue uno de los hombres más preparados de su tiempo, es un error interpretar este versículo como un desprecio de la preparación. Recordemos que la sabiduría es una de las características principales de Dios; el hombre de Dios también debe hacer todo lo posible por adquirir una sabiduría que le permita ser un siervo fiel de Dios. Lo que más importa es que el hombre tenga una actitud correcta respecto al propósito de su preparación: el servicio.

Los vv. 26-29 son una unidad, porque el paralelismo que encontramos en el v. 25 respecto a la superioridad de la sabiduría y el poder de Dios sobre los de los hombres se lleva a su feliz término. En estos versículos el énfasis es sobre lo que Dios hace en la vida de los corintios y no sobre el rechazo de los incrédulos.

Con el v. 26 Pablo regresa a la situación específica de la iglesia en Corinto. Los miembros de la iglesia, en su mayoría, eran de origen humilde. Es decir, muchos eran esclavos, carentes de derechos o privilegios. Claro, había excepciones (Erasto, el tesorero de la ciudad de Corinto; ver Rom 16:23), pero como un todo, los creyentes en Corinto no se destacaban por su gran preparación. Durante el siglo I de la era cristiana no había educación pública para la gran mayoría. Sólo los adinerados y los nobles tenían acceso a la instrucción. Pablo les recuerda a los miembros su origen humilde (desde la óptica del mundo). El Apóstol vuelve a los mismos conceptos de poder y sabiduría. Aunque en este versículo no menciona la sabiduría, al hablar de la condición de los creyentes corintios como de pocos nobles , se da por sentado que por no tener acceso a la instrucción, carecerían de sabiduría ante el mundo. Pero el poder y la sabiduría de Dios eran accesibles por el llamamiento de Dios.

Dentro de los designios de Dios para Corinto, serían los necios de este mundo los que dejarían la sabiduría mundana en la nada (v. 27). Los débiles (según el mundo) están destinados a dejar en la nada a los supuestos poderosos. Todo esto, por el llamado (klesis G2821) de Dios. Acá el término griego habla de la acción de Dios y no de la condición de los llamados.

Nuevamente, el Apóstol usa algunas expresiones referentes a los creyentes corintios (v. 28). Estas expresiones (conocidas de sobra por ellos) reflejan las opiniones de los incrédulos corintios respecto a ellos. Los creyentes, muchos de ellos esclavos, ya estarían acostumbrados a ser considerados como lo vil y lo menospreciado de este mundo. Sus amos crueles los dejarían con esta autoimagen. Pese a esto, Pablo les asegura a los creyentes corintios que por la elección de Dios su posición está por encima de los demás. Algunos opinan que la frase lo que no es es un término técnico de la filosofía griega. Por medio de esta frase, Pablo está dando una razón para la frase de Jesús al decir: Te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños ( Mat 11:25). Aunque el mundo considerara a los creyentes corintios como nada, dentro de los planes de Dios éstos ocupan una posición de honor. Debe decirse aquí que en todos estos razonamientos Pablo está usando como base un pasaje del AT ( Jer 9:23-24). Desde luego, el propósito de todo esto se resume en la frase de Pablo a fin de que nadie se jacte delante de Dios (v. 29). Este versículo que sirve como resumen claramente asevera que la humildad, y no el orgullo, es la manera de llegar a Dios. La fe en la obra redentora de la cruz y no el orgullo delante de Dios conduce a la salvación.

El medio por el cual el hombre llega a estar en Cristo es Dios mismo (v. 30). Si bien es cierto que por Cristo llegan la sabiduría, la justificación, la santificación y la redención, hace falta reiterar que todo esto es dádiva de Dios. Sería imposible que el creyente más fiel llegara a tal condición si no fuera por el Espíritu de Dios. No hay nada en el hombre pecador que lo pueda conducir a Cristo. Al contrario, por religioso que sea el hombre, su religión siempre lo lleva a un dios falso, hecho a su propia imagen y semejanza. El que el hombre creyente esté en Cristo (término acuñado principalmente por Pablo) únicamente puede atribuírsele a Dios.

Para los creyentes, Dios hace que Cristo sea la sabiduría. Desde luego, esta sabiduría es la de Dios dada a los creyentes para que conozcan a Cristo. Esta misma sabiduría Pablo la contempla bajo los rubros de justificación, santificación y redención . Se debe entender que estas tres no son etapas de la salvación sino tres términos que Pablo emplea para expresarla. La justificación es la realidad por la cual Dios declara al hombre justo (sin culpa) por su fe en la obra redentora de Cristo en la cruz. Nunca puede considerarse como justicia propia de los hombres; es más bien la justicia de Cristo que se le confiere al creyente por la fe. La santificación tampoco puede considerarse como algo logrado por los esfuerzos morales de los hombres. Al contrario, por la fe en la obra redentora de Cristo, el creyente es separado por Dios (significado básico de santificar ). Es importante notar que la santificación es parte de la iniciación en la salvación tanto como la obra de Dios que permite que el hombre crezca en la santidad. Ninguna de las dos cosas, iniciación y crecimiento, es obra de los hombres sino de Dios. La redención , describe el proceso por el cual el hombre creyente es rescatado por el precio pagado en la cruz de Cristo. La redención de un esclavo originalmente involucraba el pago de un precio de rescate para que se liberara. Si bien es cierto que este último término es usado raramente por Pablo, no deja de ser un concepto importante en la descripción de la salvación que Dios provee en Cristo.

Ya que todo el proceso de la salvación es obra de Dios, el énfasis de Pablo en el v. 31 es que no hay base alguna para que el hombre se gloríe en sí mismo. Más bien, Pablo alude a Jer 9:23 ss.: El que se gloría, gloríese en el Señor . Si bien es sólo una alusión y no una cita, Pablo sintetiza el sentido del texto perfectamente. La esencia es que al hombre no le compete gloriarse en sí mismo sino sólo en Dios quien efectúa toda la salvación.

Advenimiento de un Mesías 1:23

Los judíos esperaban el advenimiento de un Mesías político; el morir en la cruz era para ellos una prueba de que Jesús no era de la línea mesiánica. Los griegos amaban la filosofía. Tanto para los judíos como para los griegos el que Jesús muriera en la cruz no tenía sentido. La predicación de la cruz no es judía por el legalismo de ellos, pero tampoco es griega por la especulación filosófica de aquellos. Se predica acerca de la cruz porque el Cristo crucificado presenta la redención de los pecados del hombre.