Comentario Biblico


A A



1 Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a la iglesia de Dios que está en Corinto, con todos los santos que están en toda Acaya:

2 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación,

4 el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.

5 Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación.

6 Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación; o si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos.

7 Y nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación.

8 Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida.

9 Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos;

10 el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte;

11 cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración, para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don concedido a nosotros por medio de muchos.

12 Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros.

13 Porque no os escribimos otras cosas de las que leéis, o también entendéis; y espero que hasta el fin las entenderéis;

14 como también en parte habéis entendido que somos vuestra gloria, así como también vosotros la nuestra, para el día del Señor Jesús.

15 Con esta confianza quise ir primero a vosotros, para que tuvieseis una segunda gracia,

16 y por vosotros pasar a Macedonia, y desde Macedonia venir otra vez a vosotros, y ser encaminado por vosotros a Judea.

17 Así que, al proponerme esto, ¿usé quizá de ligereza? ¿O lo que pienso hacer, lo pienso según la carne, para que haya en mí Sí y No?

18 Mas, como Dios es fiel, nuestra palabra a vosotros no es Sí y No.

19 Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en él;

20 porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.

21 Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios,

22 el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.

23 Mas yo invoco a Dios por testigo sobre mi alma, que por ser indulgente con vosotros no he pasado todavía a Corinto.

24 No que nos enseñoreemos de vuestra fe, sino que colaboramos para vuestro gozo; porque por la fe estáis firmes.


I. SALUTACIóN, 1:1, 2

La salutación de una carta griega casi siempre comenzaba con la identificación del autor y un saludo cortés. Aun en una carta secular las palabras estaban llenas de sentido espiritual, y para los creyentes primitivos estas palabras podrían llevar un sentido más profundo; por ejemplo, la palabra paz (v. 2b) no se refería a la paz humana, sino a la paz con y de Dios. Pablo se identificó por nombre y, a la vez, como apóstol (v. 1a).

La palabra apóstol (apostolos G652) se refería a uno que era enviado por su superior a una misión importante y definida. Pablo siempre se autodenominaba así en sus epístolas. Pero al hacerlo estaba retando a los corintios que se oponían a él, porque ellos habían puesto en tela de duda su autoridad como apóstol. Una y otra vez se defendió. Es preferible la frase de Cristo Jesús (como pone RVA) en contraste con de Jesucristo , pues así aparece en los manuscritos de mejor calidad. El énfasis está en Cristo el Mesías ; recalca el hecho de la divinidad de Cristo, quien se encarnó en el cuerpo humano de Jesús de Nazaret. Pablo, al usar este orden de palabras, está reforzando su derecho de ser apóstol, con tanta autoridad apostólica como cualquiera de los doce escogidos por Jesucristo durante su ministerio terrenal. Insiste aún más en su apostolado afirmando que fue escogido por la voluntad de Dios (v. 1b); es decir, Pablo jamás deseó ni pensó en ser creyente, y mucho menos un misionero enviado como apóstol a los gentiles. Estas palabras enfatizan dos elementos imprescindibles del apostolado de Pablo: el papel de misionero como un enviado, y el llamamiento para hacerlo. Pablo se jactaba de ser llamado a ser apóstol de Cristo ( 1Co 1:1; Rom 1:1). El llamamiento es de suma importancia porque es Dios quien llama a un apóstol y no el hombre ( Gal 1:1). Cabe decir que el otro requisito para ser apóstol en el NT era ser testigo de la resurrección de Jesucristo (Act 1:22 y ss.), y Pablo bien pudo haber relatado su experiencia con el Cristo resucitado.

El hermano Timoteo (v. 1b) ya ocupaba el lugar que Sóstenes tenía cuando Pablo mandó la primera carta a la iglesia de Corinto ( 1Co 1:1). Timoteo había sido enviado a Macedonia (Act 19:22), quizá para ir también a Corinto ( 1Co 4:17), aunque no se hace mención de eso ( 2Co 12:16-18).

La frase iglesia de Dios que está en Corinto (v. 1c) da la impresión de que la iglesia ya tenía años de existir y que era la iglesia más prominente en Acaya. El territorio de Acaya corresponde a la Grecia de hoy, pero sin incluir a Macedonia. Según algunos eruditos, la presente carta fue una carta circular, ya que manda saludos a todos los santos que están en toda Acaya (v. 1d), y que no envió saludos a individuos por nombre al final de la carta. En este sentido sigue el estilo de las Epístolas a los Gálatas y a los Efesios, las cuales, sin lugar a dudas, fueron escritas como cartas circulares.

Las dos palabras destacadas por Pablo en el saludo son: Primero, Gracia (v. 2a jaris G5485), que viene de una raíz que significa dar gozo y placer. En la antigüedad, el gozo era la emoción que se despertaba por la gracia. Pablo la veía como el amor de Dios que daba perdón a través de la persona de Cristo; y segundo, Paz (v. 2a eirene G1515) que tiene que ver con nuestra relación con Dios y con otras personas. No es la ausencia de aflicción y conflicto, sino la presencia de Dios en el corazón y la vida. La fuente de gracia y de paz es Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo; así pues, recibimos la gracia de Dios, que es una bondad inmerecida, que nos da paz.

Dios nuestro padre (v. 2b) es una expresión que tanto Pablo como Jesús hacen sobresalir como un concepto netamente cristiano. Ninguna otra religión concibe a Dios en una manera tan elevada y tan íntima. El islamismo tiene 99 nombres para Dios, pero ninguno de ellos es Padre.

II. RECUENTO DE LAS EXPERIENCIAS DIFíCILES DEL PASADO, 2Co 1:3-11

1. Acción de gracias y alabanza, 2Co 1:3-7

Comenzando con esta sección de la epístola y abarcando los primeros siete capítulos, el tema principal es la respuesta de Pablo ante la obediencia de los corintios a las instrucciones dadas en 1 Corintios, pero el pasaje que consideraremos ahora relata las dolorosas experiencias personales de Pablo. Antes de relatar sus experiencias, sin embargo, él expresa su alabanza a Dios y reta a los corintios con palabras significativas que muestran comprensión ante su sufrimiento, todo con el fin de prepararlos para ministrar a quienes estaban sufriendo y necesitaban ser consolados. La clave para comprender y madurar por medio de las pruebas y los sufrimientos es la concepción y apropiamiento del hecho de que Cristo es el Siervo Sufriente y el gran Consolador. Este es el tema de estos versículos.

Bendito sea el Dios (v. 3a) es una frase tomada de la liturgia de la sinagoga cuando la gente alababa al Dios de Israel; es una expresión que se encuentra en muchas de las epístolas del NT. Como doxología fue cristianizada y llegó a formar parte de la adoración de las iglesias primitivas. Pablo siempre pensaba en Jesús como dependiendo de Dios, por eso podía referirse a Dios como el Creador y a la vez Padre de Jesús. Concuerda con la idea expresada por Pablo en Filipenses de que Jesucristo se despojó a sí mismo… haciéndose semejante a los hombres (Phi 2:7). El milagro de la encarnación no quita para nada la divinidad ni la humanidad de Cristo; sin embargo, siempre existe ese misterio. El concepto Padre de misericordias (v. 3b) tiene parentesco con, y encuentra expresión en, los himnos de los habitantes de Qumrán, reflejando tal vez una relación entre el Qumrán y el cristianismo del NT, lo cual merece un estudio más profundo. Después de la Segunda Guerra Mundial, se encontraron las siguientes palabras escritas en la pared de una celda de una prisión y que expresaban dicha confianza, decían: Creo en el sol aun cuando no brilla, creo en Dios aun cuando permanece en silencio, creo en el amor, aun cuando no es evidente . Toda misericordia viene del amor paternal de Dios. Las misericordias de Dios vienen de una fuente inagotable del amor de Dios, así pues, aun cuando las experiencias de la vida se vuelven agrias, podemos confiar en dichas misericordias.

Sobresale en estos versículos la palabra consolación (v. 4b paraklesis G3874). Se acostumbra pensar en esta palabra como si fuera una droga para disminuir el dolor, pero el sentido que se le da en el NT es más bien un sentido de fortalecer al hombre. Más que sencillamente suavizar la herida, la consolación nos fortalece y nos ayuda a aguantar y sobresalir de la aflicción. La palabra y sus derivados aparecen diez veces en estos cinco versículos. El que recibe consuelo tiene la responsabilidad de compartirlo y Pablo se sentía unido con los corintios en sus aflicciones, por eso, sabía darles consuelo. El pronombre nosotros (v. 4) es esencial cuando hablamos de aflicción y consolación. El que no ha experimentado la aflicción, la enfermedad, el abuso o cualquier otra dificultad no está capacitado para dar consolación. Pero cuando uno puede decir nosotros los prisioneros como decía Bonhoeffer, o nosotros los leprosos como decía un doctor que contrajo la lepra mientras ministraba a los leprosos, entonces los demás estarán dispuestos a recibir lo que ofrecemos. Pablo aquí enfatiza que el recibir consolación nos convierte en un conducto que canaliza el mismo consuelo con que Dios nos ha consolado (v. 4). Muchas veces el comunicar la consolación es algo más profundo que usar unas cuantas palabras; un abrazo, unas lágrimas o una simple expresión valen mucho cuando comunican una consolación genuina. La cadena de consolación que viene de Dios es uno de los secretos que hace al pueblo de Dios invencible.

Cuántas veces el creyente se pregunta la razón de su sufrimiento y no encuentra una respuesta satisfactoria, como en el caso de Job en el AT. Si captamos la idea de Pablo de que sufrimos y recibimos la consolación de Dios, para que podamos consolar a los que están en cualquier tribulación (v. 4d thlipsis G2347) y hacerlo con la misma consolación con que fuimos consolados; de esta manera hallamos una respuesta que nos alienta; percibimos que Dios tiene el propósito de prepararnos para serle útil en un ministerio de consolación. Los quebrantados de corazón pueden ser más útiles cuando se trata de sanar a otros igualmente quebrantados de corazón.

Como palabras gemelas en la experiencia cristiana son la aflicción y la consolación (v. 5). Las aflicciones de Cristo (v. 5a) son las que el Apóstol experimentaba en su servicio al Señor. Para Pablo el sufrir es una parte íntegra de la vida cristiana (ver Rom 8:17). Cabe aquí la pregunta: ¿Cómo entenderemos la aflicción y cuál debe ser nuestra actitud ante ella? Aflicciones es la traducción a la palabra griega pathema G3804 que da la idea de algo físico que apremia al hombre. Un erudito del griego cuenta sobre el uso de una tortura antigua que consistía en poner pesas sobre el pecho del acusado. Si el preso no confesaba, se le aumentaban las pesas, procedimiento que eventualmente conducía a la muerte. Esto es una ilustración vívida de lo que es la aflicción, en un sentido metafórico, representa lo que presiona o agobia el espíritu humano. Y, ¿cómo pues enfrentaremos la aflicción? Lo haremos con paciencia y con persistencia. La idea de persistencia sugiere la respuesta que le hemos de dar a la aflicción (comp. 6:4-6). Hay dos modelos para la paciencia o persistencia: uno es la persona que tiene el poder de vengarse pero no lo hace (comp. 6:6), y el otro es la persona que no teniendo otra salida aguanta (comp. 6:4), mostrándose paciente en vez de impaciente. En los dos casos, la persona sale triunfante de la aflicción y, por haber ejercitado la persistencia, es más fuerte. El resultado es como el de un atleta que después de haber entrenado fuertemente, está más preparado para ganar y recibir el premio. La otra palabra es consolación y conlleva la idea de ánimo, valor o disposición. Como dice Barclay en su comentario: Pablo estaba bien seguro de que Dios nunca le enviaba una visión al hombre sin el poder para interpretarla, que nunca le enviaba una tarea sin la fuerza para realizarla .

La relación estrecha entre aflicción y consolación se destaca en el verbo abundan (v. 5b perisseuo G4052). Si como creyentes no sobrellevamos las aflicciones, no podemos esperar recibir la consolación abundante que aquí se menciona. Pablo enfatiza con frecuencia que el creyente es coheredero con Cristo en el sufrimiento (ver Rom 8:17; Rom 4:10-11; Phi 3:10; Col 1:24; Col 4:10-11). Aquí se expresa la idea de que el compañerismo en sufrimiento implica la consolación y fortaleza que fluyen de la unión con Cristo (comp. 1Pe 4:13).

El Apóstol es firme en declarar que su destino y su ministerio se identifican irrevocablemente con los corintios, sea para bien o para mal (aflicción o consolación, v. 6). Todo lo hace por el bien de sus hijos en la fe (v. 7). La referencia no es a una aflicción específica, sino a los problemas que le venían por ejercer su ministerio apostólico y sobre todo, a los corintios que están luchando, por un lado, con el judaísmo exclusivista y, por el otro, con el mundo pagano.

2. Las aflicciones de Pablo en Asia, 1Pe 1:8-11

Después de hablar del consuelo divino en tiempos difíciles, el Apóstol pasa a mencionar su caso particular: …la tribulación que nos sobrevino en Asia (v. 8a). No se sabe cuál fue la experiencia tan amenazante que abatió su vida, pero suponemos que era lo que ocurrió en la ciudad de éfeso. Pablo invirtió más tiempo y energía en esa ciudad que en cualquier otra de Asia. Los detalles del alboroto que se armó allí (ver Act 19:23-41) y el comentario de Pablo que se me ha abierto una puerta grande… y hay muchos adversarios ( 1Co 16:9) reflejan un ambiente inflamado por sus enemigos. Además, su declaración: batallé en éfeso contra las fieras ( 1Co 15:32) debe considerarse en este punto. ¿Sería posible echar a las fieras a un ciudadano romano como Pablo, hasta que perdiera la esperanza de conservar la vida, como se sugiere en el v. 8? Se considera como dudoso que Pablo hubiera entrado literalmente a pelear contra animales (como después muchos mártires cristianos tuvieron que hacerlo). Si lo hubiera hecho, seguramente el evento se habría registrado en el libro de Los Hechos. Sin embargo, lo ocurrido en éfeso fue de tanta trascendencia que Pablo lo señaló como una experiencia horrible y amenazante. Las fieras ( 1Co 15:32) sería un uso metafórico con el que se refiere a sus enemigos humanos, contra quienes batallaba hasta la muerte . Otro antecedente es la frase: confiáramos… en Dios que levanta a los muertos (v. 9b). Su referencia a las fieras se hizo en el contexto de la afirmación de la resurrección, la cual funciona siempre como piedra angular de su teología y cristología.

Con el trasfondo de su experiencia en Asia (la más penosa de su vida), Pablo expresa en el v. 11 su deseo de poder contar con el apoyo espiritual de los corintios por medio de la oración. Aunque la sintaxis de este versículo es un poco complicada, parece que la idea central es promover la oración intercesora entre los corintios y entre los creyentes de otras partes también. La oración intercesora es una estrategia cristiana para prevenir que los problemas y las pruebas que vengan hagan daños irreparables. La fe, el compañerismo, el consuelo y el servicio que Pablo menciona se hacen posibles solo por la gracia y el poder de Dios, y la cadena de oración es el medio para asegurar que las bendiciones de Dios se derramen sobre el pueblo de Dios (en este caso, los corintios).

III. PABLO JUSTIFICA SU CAMBIO DE PLANES REFERENTE A SU VISITA, 1Co 1:12 2:4

1. Actuaba con sinceridad, 1:12-14

Estos versículos sirven de transición a la primera parte de la epístola, el pasaje constituye una defensa porque Pablo se ve forzado a justificar su acción. Por eso enfatiza sus motivos en todas sus relaciones con los corintios. Sostiene que siempre ha sido franco y abierto en su trato con ellos, ha sido bien intencionado y sincero, sin haber actuado con falsedad. La palabra traducida como gloria (v. 12a kaujesis G2746) es en realidad jactancia, palabra que se usa varias veces en la epístola (unas 30 veces de una forma u otra). En este capítulo se usa en forma amistosa, pero en los últimos capítulos es usada en un tono más severo. En el v. 12 lleva la idea de confianza, confianza atestiguada por su propia conciencia. Sus enemigos lo habían calumniado, pero Pablo mismo afirma que había actuado con motivos puros y con sinceridad.

En estos versículos (12-14), el Apóstol pone en claro sus motivos y su conducta, para que él y los corintios tuvieran una base firme para discutir y resolver los problemas que tenían que enfrentar. Estos malentendidos resultaron de las sospechas y las calumnias de quienes se oponían a Pablo. Se rechaza la idea de que él actuó en una manera ambigua o irresponsable, y enfatiza que está listo a someter sus motivos y su conducta a un juicio, apelando a Dios en el v. 12 y otra vez en el v. 14. Reconoce que en el día del Señor, tanto él como los corintios se presentarán ante el Juez del Universo y que era importante que los dos pudieran jactarse el uno del otro; de esta manera Pablo señala que él necesitaba a los corintios y que ellos lo necesitaban a él, así es en las relaciones entre los creyentes; nos necesitamos los unos a los otros.

2. El posponer la visita no se debió a la ligereza ni a la vacilación, 1:15-18

La integridad de Pablo fue cuestionada en Corinto; el que cambiara sus planes para visitarlos fue motivo de que lo acusaran de ser inconstante. Ante esto él responde, diciendo que su posición como ministro de un Dios fiel hace imposible que él sea inconstante (v. 18). La visita propuesta se había anunciado (ver 1Co 16:5-6; también Act 19:21) y la subsiguiente crisis en Corinto resultó en una visita rápida, seguida por la carta severa . Es muy probable que les haya prometido anteriormente una visita en camino a Macedonia, prometiendo también una segunda visita al regresar de Macedonia y en camino a Jerusalén para llevar la ofrenda a los pobres, como lo evidencian los capítulos 8 y 9; dichas visitas no tenían un propósito pastoral, sino simplemente asegurar que la ofrenda estuviera completa y que llegara a Jerusalén.

El cambio de planes para viajar a Corinto resultó en dos acusaciones: En la primera, Pablo era considerado culpable de la vacilación, de no ser responsable de lo que decía o hacía; y en la segunda lo acusaban de que él planeaba según la carne (v. 17d; es decir, que actuaba sin principios y con un espíritu que no tomaba en cuenta a Dios). Parecía que lo acusaban de no ser consecuente, de que decía sí y no a la vez. Pablo sintió esta acusación y en los versículos 18 y 23 juró por la fidelidad de Dios de que no había vacilado entre sí y no arbitrariamente. En vez de dar una razón por no haber llegado a Corinto, mencionó la fidelidad de Dios (v. 18a), e hizo un paréntesis para hablar de las promesas de Dios.

3. En Cristo no hay vacilación, tampoco en las promesas de Dios, Act 1:19-22

Timoteo y Silas estaban compartiendo con Pablo la obra en Corinto; sobre la identidad de Silas, ver la nota en RVA en el v. 19. Las promesas que Cristo cumple (v. 20) son las del AT y para Pablo las promesas importantes tenían que ver con Israel como pueblo de Dios, y especialmente las cumplidas por la misión que Jesús llevó a cabo, con un feliz resultado; es decir, el establecimiento de la iglesia cristiana.

La obra redentora es netamente de Dios, él la efectuó y la ofrece al hombre gratuitamente, la parte que corresponde a los hombres es aceptarla. El sí es de Dios y el amén nos corresponde a nosotros (v. 20). La palabra amén provenía de una palabra hebrea amen G543 que pasó al griego amen G281 significando así sea , afirmando de esta manera que el hombre está de acuerdo con la obra y las condiciones que Dios ha puesto para su plan redentor. Este término se usaba en la iglesia primitiva para indicar que estaban de acuerdo con la predicación del evangelio y el testimonio cristiano hablado (comp. 1Co 14:16). Cuando se usaba, hacía resaltar el cumplimiento de las promesas, pero no solamente cuando se las escuchaba proclamarlas, sino que en el hablar y en la acción, el amén debe enaltecer a Cristo. La palabra decimos (v. 20c); tiene en mente a los líderes o a los creyentes como grupo, pero en cualquier caso todo es para la gloria de Dios.

Aunque no se utiliza la palabra, los vv. 21 y 22 indican que la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) participan en la obra redentora. Su propósito no es darnos la formulación de un credo, pero sí expresar la fe y la experiencia sobre la cual se basa la doctrina de la Trinidad. Que Dios nos haya sellado (v. 22) es un concepto que Pablo enfatizaba, significando la identificación del creyente con el Señor. En la antigüedad los reyes o altos oficiales firmaban los documentos importantes con su sello personal; al recibir el documento, el recipiente sabía que el sello intacto garantizaba que el contenido del documento tenía la autoridad y garantía del que lo mandaba. Pablo, aquí (v. 22) y en otras citas (Eph 1:13; Eph 4:30), afirma que el creyente es sellado por el Espíritu Santo. La garantía (v. 22b arrabon G728; otra traducción es las arras ) es un término comercial que significaba el pago por adelantado como señal o prenda, asegurando que el precio total sería pagado; además, el vendedor garantizaba la calidad de lo comprado y ponía su sello sobre los enseres vendidos para protegerlos. Además de destacar el concepto trinitario en el v. 21, esta aseveración destaca la seguridad de una relación inquebrantable con Dios en toda la trayectoria de la vida. Esta fe y esta relación dan base para la vida terrenal y aun para una vida en el más allá, sin dudas ni temores.

Si repasamos y resumimos el contenido de esta sección (vv. 15-22), vemos que Pablo busca diligentemente establecer su integridad como misioneropastor y como padre espiritual de los corintios. Hasta ahora no ha aclarado los malentendidos que resultaron de los planes para viajar, sin embargo, aclara que no es por ambigüedad (diciendo sí y no al mismo tiempo). Los asuntos básicos sobre que no deja duda tienen que ver con el mensaje del evangelio, que Pablo establece como que fue afirmado por el carácter del mismo Dios, hecho tangible por la persona de Cristo, y ejemplificado en la experiencia cristiana manifestada en la vida del Espíritu.

Su afirmación positiva del evangelio es pertinente y esencial para quienes hablan a favor de Dios, aun en el siglo XXI. Como ha comentado cierto erudito: Ninguno tiene el derecho de predicar si no tiene poderosas afirmaciones que hacer en cuanto al Hijo de Dios (Jesucristo), afirmaciones en las cuales no hay ambigüedad y las cuales no pueden ser cuestionadas .

4. La razón por la que Pablo retrasó su visita a Corinto, Eph 1:23-24

Cuando Pablo vuelve al tema anterior, revela la razón por la que postergó su visita a Corinto. Al hacerle frente a la acusación de los corintios, Pablo juró que lo que había dicho era la pura verdad; es difícil concordar el juramento de Pablo con la enseñanza de Jesús en contra del juramento, pero no hay discrepancia legítima aquí; Jesús enseñó en contra de la mala costumbre de usar el juramento para engañar. Por la ferocidad del ataque en contra de Pablo, no solamente por el hecho de que cambió de planes, sino también porque pusieron en tela de duda su carácter, Pablo juró para enfatizar la verdad de lo que decía.

Ahora Pablo explica por qué no llevó a cabo su plan de visitarlos (v. 23; comp. v. 16): Si hubiera ido a Corinto, el resultado habría sido otra visita dolorosa (Eph 2:1). Había oposición en contra de Pablo en la iglesia, la que requería una fuerte medida de disciplina y para ese entonces ya había escrito su carta severa , solo faltaba tiempo para que los sentimientos de los corintios sanaran y pudieran aceptar las condiciones de Pablo con equilibrio y juicio razonable. Con el paso del tiempo, Pablo esperaba que los que se oponían a él pudieran reconsiderar, arrepentirse y reconciliarse con él. El Apóstol tenía una fuerte preocupación de hacer un daño irreparable a la relación. Enfatizaba que no tenía, ni quería tener, dominio sobre la fe de ellos (v. 24), quizás porque no quería que malinterpretaran su frase por consideración a vosotros (v. 23), como si fuera demasiado directo en cuanto a la vida espiritual de ellos. Los falsos apóstoles solían enaltecerse cuando visitaban Corinto, mostrando además otras actitudes reprensibles (ver 11:20). Tampoco fue la intención de Pablo crear en los corintios una actitud de dependencia enfermiza, más bien quería que los mismos corintios mostraran cierta madurez espiritual al desarrollar su vida cristiana. Deseaba para ellos una fe robusta, por medio de la cual pudieran ser firmes y responsables por sus propias decisiones bajo el señorío de Cristo Jesús.

5. La explicación continuada, 2:1-4

Aunque Pablo era enérgico y exigente en cuanto al discipulado cristiano de sus hijos en la fe (los corintios), era muy sensible y deseaba tener una relación estrecha y fructífera con ellos. En el v. 1 mostró una vez más su desinterés en renovar un conflicto que los heriría tanto a ellos como a él. Hay sabiduría divina en saber cuándo confrontar y cuándo no hacerlo, dejando tiempo para sanar las heridas y permitir un cambio de mente (comp. Pro 3:7). Pablo muestra en estos versículos su lado humano y también la necesidad que tenía de ser aceptado y fortalecido por la familia cristiana. Los pleitos y desacuerdos en la iglesia consumían (y a veces todavía hoy en día consumen) la energía y capacidad que se necesita para ministrarse los unos a los otros. Los apóstoles de Jesús, cuando él más los necesitaba, se destacaron por sus celos, su envidia y su falta de unidad, al querer competir por los puestos más prominentes. Jesús les dio lecciones inolvidables pocos días después del pleito que hubo entre los discípulos en cuanto a quienes serían los mayores en el reino de Dios (ver Mar 10:35-45, comp. Joh 13:1-20).

La correspondencia de Pablo a los corintios tenía el propósito, en parte, de poner en orden las relaciones entre ellos antes de que se encontraran nuevamente en la iglesia de Corinto (Joh 2:3). La carta de lágrimas, mencionada en el v. 4 del capítulo 2, que fue escrita repentinamente desde éfeso, tuvo un resultado negativo. Hubo una fuerte confrontación entre el Apóstol y los corintios; es posible que lo hayan hecho salir por la fuerza. Después de volver a éfeso, escribió una carta acalorada y severa (ver la Introducción, sección La correspondencia a Corinto ), después de haber despachado la carta por medio de Tito, pasó un período prolongado de angustia, por la posible reacción de la iglesia. Acordó con Tito de que se reunirían en Troas (Joh 2:12-13), pero al no encontrarlo, viajó a Macedonia donde Tito le dio la buena noticia de que su carta había sido bien recibida, efectuando una reconciliación entre la iglesia y Pablo. Varios eruditos piensan que los capítulos 10 al 13 de la presente epístola forman parte de la carta dolorosa o de lágrimas . Sin embargo, el autor de este comentario cree que la carta dolorosa no sobrevivió y que los capítulos 10 al 13 se escribieron después de los capítulos 1 al 9, en relación a otro momento de oposición en contra de Pablo. Quizá se produjo por la llegada de nuevos y malvados elementos que habían ingresado a la iglesia; o por una minoría que formaba parte de la iglesia y que recientemente había levantado otra campaña de calumnia contra el Apóstol (ver la Introducción). De todos modos, casi todos están de acuerdo en que los capítulos 1 al 9 fueron escritos por Pablo poco después de haber recibido la buena noticia por medio de Tito; estos capítulos rebosan de cariño, gratitud, amor y un sentido de que los problemas ya se han esclarecido, que todo ha sido perdonado y la paz ha sido restaurada. Pablo volvió a enfatizar el lado positivo de la cooperación con el fin de impartirles gozo.

IV. CONSEJO REFERENTE AL OFENSOR EN CORINTO, Joh 2:5-11

1. La iglesia debe perdonar, restaurar y afirmar al ofensor, Joh 2:5-8, Joh 2:11

Los intérpretes de antaño sostuvieron que el ofensor mencionado aquí es la misma persona descrita en 1 Corintios 5, en donde se trata un caso de incesto que difamaría hasta a los paganos. El caso se refería a un miembro que tuvo relaciones sexuales con la mujer de su padre, su madrastra. La mayoría de los intérpretes hoy en día descartan la idea diciendo que el caso del hombre culpable de incesto se había resuelto; además aseguran que, aunque el incesto era cosa grave, la iglesia había tratado el caso con indiferencia y jactancia, y que esto causó una reacción fuerte de parte de Pablo ( 1Co 5:1-5). El caso presente en 2 Corintios trata de una persona que se oponía a Pablo personalmente y que había sido disciplinada severamente por la iglesia. Las frases ha causado tristeza (v. 5a) y no me ha entristecido sólo a mí, sino… a todos vosotros (v. 5c) implican que el ofensor podría ser el líder de una minoría (quizá de uno de los grupos mencionados antes en 1 Corintios). De la mayoría (v. 6b) sugiere que muchos en la iglesia estaban de parte de Pablo; ya que el ofensor se arrepintió, la iglesia debía restaurarlo. Pablo no deseaba destruir a la persona, aunque en un tiempo había estado en contra de Pablo. El Apóstol enfatiza su perdón personal, y el hecho de que la manera en que la iglesia procedería serviría para poner a prueba la obediencia de ellos. Aquí hay una lección sobre la disciplina, cuyo propósito es encaminar a la persona a vivir una vida moral o espiritual y una vez logrado ese propósito, queda en manos de la iglesia la restauración. Al verdadero creyente no le complace ser separado de la comunidad de la fe, ya que le hace falta el apoyo y compañerismo del grupo. Consumido por demasiada tristeza (v. 7b) es el resultado no deseado, pues eventualmente destruye la personalidad del individuo y lo hace vulnerable a los ataques del diablo (v. 11).

2. El perdón de Pablo entretejido con el de la iglesia, 1Co 2:9-10

Por lo dicho, Pablo está poniendo a prueba a la iglesia, pues siendo él la víctima, ya declaró su perdón personal y da instrucciones específicas a la iglesia; en cierta forma Pablo invita a la iglesia a participar y también a actuar por él en la completa restauración del referido creyente. Obviamente había escuchado por medio de Tito que el ofensor había mostrado genuino arrepentimiento y que se había angustiado profundamente, quedando en peligro de hundirse en la desesperación. Era tiempo ya de rescatar a un valioso miembro y de sanar a la iglesia misma.

Pablo inició el perdón pensando en el bienestar del culpable y en el de la iglesia. En el Apóstol descansaba el asunto, pues él había sido el ofendido, Pablo no quiere ser responsable por la destrucción del individuo ni estorbar la unidad de la iglesia. El pastor o líder cristiano tiene una fuerte responsabilidad por la unidad y el buen funcionamiento de la iglesia.

V. ANSIEDAD DE PABLO EN TROAS, 1Co 2:12-13

Después de su dolorosa visita a Corinto, Pablo decidió volverlos a visitar en camino a Macedonia; pero, cambió de opinión y decidió dejar tiempo para que los corintios se arrepintieran de su rebelión ( 1Co 1:23). Mandó su carta severa a la iglesia desde éfeso por manos de Tito y se fue al norte rumbo a Macedonia sin pasar por Corinto. Paró en Troas para predicar, pero estaba tan ansioso de tener noticias de Corinto que no tuvo ánimo para hacerlo. Cuando Tito no llegó a Troas, continuó su viaje hacia Macedonia. Sabemos que se reunieron en Macedonia y que fue allí donde Tito le dio la buena noticia de que los corintios se habían arrepentido y habían aceptado nuevamente el liderazgo de Pablo y su autoridad apostólica.

VI. CARACTERíSTICAS BahSICAS DEL MINISTERIO APOSTóLICO, 1Co 2:14 3:18

El tema sobresaliente en la epístola es el ministerio apostólico y la autoridad de Pablo de funcionar como un legítimo apóstol; la defensa de su autoridad apostólica comienza con esta sección.

1. Es un ministerio triunfante, 2:14-16

En lugar de escribir acerca del contenido de la noticia de Tito, Pablo irrumpe en una doxología de alabanza, la cual lo conduce a una extensa digresión, en la que da gracias a Dios por haber contestado sus oraciones. Vuelve a tocar el tema del viaje y su reunión con Tito en 7:5 y siguientes. Aquí, en tono de alabanza, dice: hace que siempre triunfemos en Cristo… (v. 14b). Su declaración nos hace pensar en un triunfo romano, cuando el general victorioso encabezaba un desfile por las calles principales de la capital, llevando consigo a cautivos que había capturado durante la batalla militar; también era la costumbre llevar en tal procesión al rey o al gobernador del territorio vencido. Aunque Pablo todavía no había presenciado tal procesión, porque todavía no había ido a Roma, dicha práctica le era muy familiar, como lo era para cualquier ciudadano romano. Pablo concibe a Dios como el Victorioso (comp. Apoc 6:2) que entra a la ciudad donde recibirá la gloria y el honor de las naciones (comp. Apoc 21:26). El Apóstol se considera a él mismo como uno de los cautivos, enalteciendo de esta forma la fama del Vencedor. En este sentido, ¡él es el feliz cautivo que se goza en el desfile!

Se ha ofrecido una explicación del cuadro que Pablo pinta en el resto de este capítulo, relacionado con el desfile de los militares romanos. Cuando entraba el general victorioso a la cabeza de sus legiones, la gente echaba flores por el camino, mientras que los sacerdotes paganos movían sus incensarios en acción de gracias a Júpiter y Marte por la victoria otorgada. Además del ejército victorioso y los ya mencionados, había dos grupos más. Primero, estaban los reyes o jefes que voluntariamente se rendían a las fuerzas romanas; a este grupo se le había perdonado la vida y ellos marchaban libres delante del carro del vencedor para luego volver a sus patrias, muchas veces para asumir su puesto anterior, pero al servicio del imperio romano. El otro grupo era el que había resistido; los de este grupo caminaban detrás del carro, cargados de cadenas porque estaban sentenciados a morir. Por lo tanto, el incienso que aclamaba al héroe resultaba ser olor de muerte para los rebeldes condenados, mientras que el mismo incienso era un olor fragante para los perdonados. Es el mismo perfume en ambos casos, pero según la relación de cada cual con el vencedor significaba una cosa completamente opuesta.

2. Es un ministerio sincero, 2:17

Pablo declara No somos… traficantes… más bien, con sinceridad… hablamos . Para defenderse, hace un contraste entre sus enemigos y él, basado en la calidad de su ministerio. Enfoca especialmente la motivación y la forma en que los enemigos tratan la Palabra de Dios, los acusa de ser traficantes de la Palabra de Dios, es decir, que ellos estaban trabajando en el ministerio de la palabra con el fin de obtener recompensa y para complacer a sus oyentes. Adulteraban la Palabra, es decir, debilitaban la verdad para no ofender a los oyentes. Karl Barth se destacó como una persona que no medía la palabra por falsificarla; después de abandonar su posición liberal, se lanzó en pro de la Palabra de Dios. Sus escritos y su concepto de la predicación tuvieron una gran influencia en el mundo teológico evangélico. Barth define la predicación como la proclamación de la Palabra de Dios, y dice que el que predica debe haber experimentado la verdadera vida cristiana. él declaró: El predicador que no habla como uno que ha revivido de entre los muertos no puede verdaderamente predicar a los hombres .

En este v. 17 Pablo entra de lleno a defender su autoridad y ministerio apostólicos. En la epístola, varias veces vuelve a dicha defensa; y no está defendiéndose solamente a sí mismo, sino que está defendiendo el carácter del legítimo ministerio apostólico de todas las iglesias. En dicha defensa está poniendo en claro la diferencia entre la falsa y la verdadera fe cristiana. Productos adulterados abundaban, y Pablo lo sabía; por las calles vendían vino que habían adulterado con agua para incrementar sus ganancias. En la parábola que Cristo relata en Luk 16:1-9, el mayordomo infiel descontaba más por los barriles de aceite que por los del trigo probablemente porque podía adulterar más fácilmente el aceite que el trigo. Bien dice Karl Barth: La palabra no está a la venta; por eso, no necesita vendedores (pancistas que se comprometen a complacer a los oyentes), porque no está a la venta por ningún precio . Pablo es auténtico, sin alteraciones o modificaciones; y el que predica la palabra debe hacerlo de esta manera.