Comentario Biblico


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1 Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso:

2 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,

4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,

5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,

6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,

7 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,

8 que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia,

9 dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo,

10 de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.

11 En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad,

12 a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.

13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,

14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.

15 Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos,

16 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones,

17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él,

18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,

19 y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza,

20 la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,

21 sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero;

22 y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,

23 la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.


I. EL SALUDO APOSTOLICO, 1:1, 2

La epístola a los Efesios comienza de la misma manera que las otras cartas paulinas, con lo que llamaremos el saludo apostólico. El autor se identifica por nombre (Pablo) y rango (apóstol), siguiendo la forma de encabezar una carta de aquella época en contraste con la práctica moderna de poner el nombre del escritor al final de la carta. Se identifica como Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios (v. 1).

El único título que se atreve atribuir es el de apóstol, aunque bien podría haber usado otros, como alude en Phi 3:5. En cambio, prefiere identificarse sencillamente como apóstol y considera todos los demás títulos que podría usar como pérdida a causa de Cristo (Phi 3:7). El único privilegio que Pablo estimaba de valor fue el de ser apóstol de Jesucristo. Lo consideraba un alto honor y defendía tenazmente su apostolado al escribir a los cristianos de Corinto en sus dos cartas (1 Cor. caps. 4 y 9 y 2 Cor. 10).

Con esta expresión, indica a quién pertenece como apóstol y de quién proviene su autoridad: Jesucristo. Señala, además, que fue hecho apóstol por voluntad divina y no humana. La palabra apóstol (apóstolos G652) significa uno que ha sido enviado o despachado con un mensaje. Un apóstol, pues, es un mensajero. Este término tiene el significado de representante con la comisión y autoridad de actuar en el nombre y de parte de aquel quien lo ha enviado; no es simplemente uno que entrega un mensaje y nada más (Bratcher y Nida, A Translator's Handbook on Paul's Letter to the Ephesians, p. 3).

Respecto a esto, Pablo conocía bien la práctica del Sanedrín, la corte de los judíos. Al llegar éste a una decisíon, despachaba a un apóstolos (mensajero) para transmitir el mensaje al interesado y verificar su cumplimiento. Esto lo hacía con la plena autoridad y respaldo del Sanedrín mismo. Así que, al identificarse como apóstol de Jesucristo, Pablo está declarando a los que leen esta carta que ha sido enviado con la autoridad de Cristo y que el mensaje que transmite tiene urgencia divina.

Pablo se consideraba apóstol con una satisfacción humilde. Se refería a sí mismo como apóstol no con jactancia, sino contándolo como un privilegio de ser mensajero al mando de Jesús. Al decir por la voluntad de Dios, enfatiza que él fue escogido y colocado en el ministerio apostólico por Dios mismo y no por elección propia, ni por la de otros seres humanos (ver 1 Ti 1:12).

En seguida, identifica a los destinatarios de la carta: A los santos y fieles en Cristo Jesús que estahn en Efeso. El texto en el idioma original en que fue escrito esta carta, el griego, dice lit.: A los santos que estahn en Efeso y fieles en Cristo Jesús. Nos parece que a Pablo le gustaba reiterar sus pensamientos con expresiones dobles y paralelas, casi como lo hallamos en los Salmos. Menciona tanto el estado como la condición espiritual de los destinatarios. Estos fueron primeramente santos (ahgios G39 y 40) apartados por Dios y consagrados a su servicio. Esto se refiere al estado espiritual en que se hallaron por la gracia de Dios y desde el punto de vista de Dios. La palabra santos se refiere al hecho inicial y el estado actual del creyente como apartado por Dios y consagrado continuamente a su servicio. Como dicen Bonnet y Schroeder: Santos es la designación del carácter de los cristianos como miembros del pueblo de Dios y de su destino final.

EFESIOS : Epístola de una nueva cultura La literatura es comprobación de la madurez cultural de un pueblo. En la época de Pablo, en cuyo cerebro se entrecruzaban hilos culturales hebreos, grecohelenísticos y romanos, la literatura romana mostraba sus obras maestras con brillantez. La ciencia de la naturaleza y la conducta moral eran los énfasis de los escritores que eran contemporáneos del Apóstol. La literatura griega tiene al geógrafo Estrabón, al médico Dioscorides, al biógrafo Plutarco y al moralista Epicteto. Este último entregaba enseñanzas morales y Plutarco ofrecía caracteres humanos, para motivar conductas mejores.

La prosa latina muestra al geógrafo Pomponio Mela y al médico Celso; la ciencia romana tiene a Plinio el Viejo. Pero hay que fijarse en el destacado Séneca, contemporáneo exacto de Pablo, y en Plinio el Joven, quienes fueron maestros del género literario epistolar y a la vez maestros clásicos de las relaciones humanas.

La cultura madre de Pablo, la judaica, brinda al historiador Josefo, que entre otros tópicos narra las dolorosas guerras de los judíos entre los años 66 y 70 d. de J.C. Los judíos lucharon contra sus dominadores romanos. En el trasfondo de estas guerras yacía la dolorosa esperanza y la emocionante búsqueda del Mesías anunciada por Moisés y los profetas. La sinagoga rabínica rechazó a Jesús como el Mesías o el Cristo.

La iglesia de Jesucristo, recién asomándose a la historia, tiene a un puñado de autores desconocidos de Evangelios, a Lucas, el médico amado y a Pablo, anteriormente Saulo de Tarso. Pablo es el Séneca de la iglesia cristiana. Toda su prosa es epistolar, y todo su énfasis es un tema moral: La reconciliación universal y la realización de "las buenas obras..." en la conducta diaria de los hombres. La semejanza entre algunas enseñanzas de Pablo y de Séneca ha inducido a pensar que hubo correspondencia escrita entre ambos. Pero lo que nosotros debemos subrayar es la naturaleza última de las culturas que representan aquellos colosos. Hablando de comunicadores de principios morales (como, por ejemplo, los profetas bíblicos) el Señor de la iglesia dice: Por sus frutos los conoceréis. Apliquemos este principio a las culturas de los tiempos paulinos: Algún estudiante universitario puede que conozca la Geografía de Estrabón; el discípulo más famoso conocido de Séneca, el emperador Nerón, incendió Roma y acabó con la vida de su maestro, ordenándole cortarse las venas para morir. Pablo, con sus ideales y doctrinas morales de raíz espiritual, escritos en epístolas como la de los Efesios, ha llenado los paisajes humanos hasta lo último de la tierra. ¿Dónde está la explicación? Según Efesios, está en que Pablo escribe de parte de el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido en Cristo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales ( 1Ti 1:3). El buen éxito de esta "epístola moral" de Pablo radica en que somos creados en Cristo Jesús para hacer las buenas obras ( 1Ti 2:10). En pocas palabras, Efesios es la epístola de una nueva cultura: La cultura celestial, historizada en Jesucristo; ésa es la cultura de la iglesia cristiana.

En segundo lugar, se refiere a la condición espiritual activa de los destinatarios desde el punto de vista de los hombres como fieles en Cristo Jesús. Los fieles (pistós G4103) son los que han puesto su fe en él como Salvador y lo demuestran a través de su vida. Todo creyente es un santo, apartado, hecho santo por la obra y gracia de Dios, e íntimamente relacionado con él por medio de la fe activa en Cristo Jesús que se manifiesta en una lealtad de servicio activo. Estas dos son características esenciales de los seguidores de Jesús y, por consiguiente, de los destinatarios de esta carta.

Ya hemos considerado la expresión en Efeso en la Introducción. Algunos manuscritos, incluyendo los antiguos, omiten la referencia a un lugar, mientras que otros la incluyen. Aunque seguimos considerando esta epístola como destinada para Efeso, la mayoría de los comentaristas están de acuerdo que en Efeso no estuvo en el original. Esta conclusión se debe a la evidencia que hallan en la mayoría de los manuscritos más antiguos. Es probable que estas palabras fueron insertadas por algún copista en una copia hecha para la iglesia en Efeso.

A la vez, es probable que esta epístola fuese escrita como una carta circular. Bien podría ser ésta la epístola perdida a los laodicenses mencionada en Col 4:16. Esta es una buena posibilidad, puesto que Pablo no había visitado Laodicea tampoco, y faltan menciones de personas conocidas, saludos y recados personales.

Aunque nos pueda quedar un poco de duda en cuanto al lugar geográfico específico, no cabe duda alguna con respecto a la esfera espiritual donde se encontraban los lectores: en Cristo Jesús. Esta expresión se refiere al hecho de que los lectores son salvos por fe en Cristo Jesús, la que los ha unido a él en una unión vital y santificadora. El hecho que son santos y fieles depende de su fe en Cristo.

Después del saludo, Pablo pronuncia una bendición doble sobre los que reciben la epístola: Gracia a vosotros y paz, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo (v. 2). Gracia y paz es una bendición compuesta de los mejores sentimientos que Pablo podría sentir y los más altos deseos que podría tener para los creyentes. Refleja las raíces judeocristianas de la fe. Gracia (cahris G5485) es una expresión que refleja la cultura griega y es la esencia de la fe cristiana; y paz (eiréne G1515) fue el saludo tradicional entre los judíos y es una expresión que refleja la condición que es el resultado de la fe de los creyentes.

Efeso, sede del templo de Diana y el misterio de la diosa madre La arqueología ha recuperado datos interesantes sobre el templo de Diana en Efeso, una de las grandes maravillas del mundo antiguo:

El templo mismo tenía 55 mts. de ancho y 115 mts. de largo. El techo estaba sostenido por 117 columnas de 18 mts. Estas columnas tenían 2 mts. de diámetro y 36 fueron esculpidas en su base con figuras de tamaño normal. El templo se edificó sobre una plataforma de 73 mts. de ancho y 127 mts. de largo. El lugar santísimo era aparentemente abierto al cielo y contenía un altar de 38 mts. cuadrados, detrás del cual estaba sin duda la estatua de Artemisa. Artemisa o Diana era comparada con la Cibeles de Asia Menor, la diosa madre... la diosa era una deidad de la fertilidad considerablemente orientalizada. Su estatua era una figura con muchos pechos (o como algunos piensan, con una fachada de huevos de avestruz que significaban fertilidad)." El teatro desde donde Pablo oía gritar: "¡Grande es Diana de los efesios!" ( Hech. 19), estuvo al oeste del monte Pión, medía 151 metros de diámetro y tenía capacidad para unos 25.000 espectadores (datos y cita de Diccionario Bíblico Arqueológico).

El sentido religioso enraizado en el hecho sublime de la maternidad natural ha jugado un papel cardinal en el hecho religioso de la humanidad. María de Nazaret, madre de Jesús según el plan divino de poner la carne natural al servicio del Espíritu, convertida filosóficamente hablando en "Madre de Dios" por un gran sector de la cristiandad, es exaltada de modo monumental en Hispanoamérica y España. El fenómeno mariano se da muy parecido a lo que se hizo con "Diana de los efesios".

La gracia es la obra bondadosa de Dios en Cristo Jesús, un favor amoroso en beneficio del hombre, aunque no lo merezca. La paz es el resultado de ésta. Según Vaughan, paz es la consecuencia de haber experimentado el favor de Dios. Significa no sólo la ausencia de conflicto, sino la presencia de bendiciones positivas.

Las dos palabras siempre van unidas y siempre se encuentran en este orden en los escritos de Pablo. La gracia produce paz y no viceversa; la paz procede de la gracia. La una es la obra y la otra es el resultado. Las dos juntas en el saludo apostólico constituyen una doble bendición, reuniendo así lo mejor de los dos mundos en que vivía la comunidad cristiana: el grecocristiano y el judeocristiano. Según Barclay, gracia significa encanto y siempre se refiere a un don, algo recibido. Se refiere al origen y la calidad de la vida cristiana. La vida cristiana tiene su fuente en Dios y produce un encanto inmensurable en la vida del que cree.

Ambos, la gracia y la paz, son de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Uniendo a estas dos personas de la divinidad de esta manera, el Apóstol presupone una relación íntima y única entre ellas, que son de la misma esencia. Así, la doble bendición de la gracia y la paz provienen igualmente del Padre y del Hijo.

II. SECCION DE VERDADES DOCTRINALES : LA GLORIA DE DIOS REVELADA POR CRISTO EN LA IGLESIA, Col 1:3-23

Habiendo expresado este breve saludo, el apóstol se eleva a las alturas celestiales con un cántico de alabanza que no tiene igual en las Escrituras. Prorrumpe en una declaración elocuente sobre el maravilloso y eterno propósito de Dios. Esta declaración consiste en un himno de alabanza (vv. 3-14) y una acción de gracias con un rogativo pastoral (vv. 15-23). El tema de esta meditación devocional podría ser: La gloria de Dios en la iglesia.

1. Himno de alabanza por la obra redentora de Cristo, Col 1:3-14

Parado en la cima de sumo gozo y admiración, Pablo con una sola mirada vislumbra hacia atrás hasta la eternidad infinita y hacia adelante hasta la eternidad venidera. Señala en una sola alocución el panorama admirable del propósito divino de proveer en Cristo Jesús una salvación completa, gratuita y eterna para toda la humanidad. Expresa sus sentimientos profundos en una oración larga, que en el griego se extiende desde el v. 3 hasta el 14. En la RVA esta oración larga ha sido dividida en siete oraciones más breves.

Comienza con una doxología que celebra las múltiples bendiciones de Dios en Cristo Jesús para con nosotros: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido en Cristo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales (v. 3). Esta declaración es como un resumen de todo lo que sigue. Emplea tres formas de la misma palabra (eulogéo G2127) para dar énfasis sobre la grandeza de estas bendiciones.

Con esta declaración Pablo indica que Dios debe ser alabado, o merece ser alabado por lo que ha hecho a través de la historia, culminando en la persona y la obra de Jesucristo. Establece la relación íntima que existe entre Dios y Jesús. Indica que Dios es a la vez el Padre de Jesucristo (quien es nuestro Señor) y su Dios (Bratcher y Nida, p. 9). Señala que Dios mismo es el autor de todas las bendiciones espirituales que son nuestras en Cristo. Estas bendiciones son de carácter espiritual y no deben ser confundidas con bendiciones materiales. Bonnet dice que bendecir a Dios es alabarle, glorificarle en un sentimiento de adoración, de reconocimiento, de amor .

En lugares celestiales (v. 3) puede referirse a la esfera de las operaciones divinas, donde mora Dios por la eternidad en contraste con lo terrenal. Dios en consejo celestial decidió hacer todo lo que la Biblia nos revela que hizo. A la vez, puede entenderse por esta expresión que el creyente en Cristo ya es ciudadano del cielo y que las bendiciones espirituales en lugares celestiales pueden referirse a la cualidad de las bendiciones que disfrutamos aun en esta vida por medio de Jesucristo. La expresión bendición espiritual indica que las bendiciones provienen del Espíritu.

Es interesante notar que la expresión en lugares celestiales se halla solamente en esta epístola ( Col 1:3; Col 1:20; Col 2:6; Col 3:10 y 6:12). ¿Será que la bendición espiritual en los lugares celestiales describe la experiencia presente del creyente en compañerismo con los demás cristianos que forman la iglesia? ¿Podrá esto sugerir que la Iglesia como la conocemos en la tierra es un anticipo ideal de cómo ha de ser en la eternidad?

El autor procede a enumerar estas bendiciones por medio de un himno de alabanza. Señala claramente la obra del Padre, del Hijo y del Espíritu por medio de una estrofa cada uno, seguido con el refrán para la alabanza de su gloria (vv. 6, 12, 14). Señala el pasado, el presente y el futuro de la salvación que tiene el creyente en Cristo.

La primera estrofa de este himno de alabanza se halla en los vv. 4-6, donde señala lo que ha hecho Dios. Nos escogió en él desde antes de la fundación del mundo (v. 4). Esto habla de un acto soberano del Dios eterno quien no conoce límites ni de tiempo ni de espacio. Efectuando el propósito eterno y divino en la elección, Dios inició una cascada de bendiciones espirituales en lugares celestiales. Esta primera bendición consiste en la elección divina: Dios nos escogió para sí en Cristo. La elección es un hecho. Fue objetivo y con un propósito definido. Este acto corresponde a la amorosa voluntad de Dios manifestada en Cristo Jesús y es para la salvación del escogido. No depende de la capacidad para escoger de los escogidos, ni de los méritos que estos tuviesen. En cambio fue una expresión independiente de la libre voluntad divina. La elección constituye la base de todas las demás bendiciones espirituales.

Las formas culturales de la iglesia Uno de los desafíos ineludibles para la iglesia en misión ha sido y es el hecho de las formas culturales (y los contenidos) de los pueblos. Casi todas las iglesias cristianas contemporáneas han tomado conciencia de esto. Las formas culturales son los modos en que las diversas naciones expresan o grafican sus ideas religiosas, morales y artísticas.

La misión de la iglesia, hoy y siempre, nos exige una investigación respetuosa de las variadas formas y contenidos culturales de los pueblos a evangelizar (o reevangelizar, como lo dicen los misionólogos católicos y protestantes de la actualidad). No se trata del respeto por el respeto mismo; más que eso, se trata de una estrategia respetuosa, con el fin de comunicar el evangelio, organizar y fortalecer nuevas iglesias locales y rendir culto a Dios. Esta riqueza de formas de expresión cultural se da, y de modo notable, en las culturas autóctonas de las tres Américas, o en las subculturas de las sociedades criollas, rurales y urbanas del continente.

Con la palabra escogió (eklégomai G1586) Pablo comienza a definir quiénes son los que componen la verdadera iglesia de Cristo, el pueblo escogido de Dios. Aunque la palabra iglesia (ekklesía G1577) no aparece hasta el v. 22, el autor va gradualmente descubriendo palabra por palabra el propósito divino al formar en la iglesia a un pueblo particular para rendirle a Dios la gloria. Es importante recordar esta palabra y otras en forma acumulativa para comprender lo significativo de la iglesia en el propósito de Dios.

¿Quiénes son los bendecidos? Son los elegidos en Cristo; nosotros los creyentes, tanto los judíos como los gentiles. Nos escogió en él aclara los objetos de la elección divina y el medio por el cual se realizó. Nos se refiere a todo el pueblo de Dios, los cristianos. Hemos sido escogidos en Cristo, el Mesías, el ungido de Dios. En él es una expresión favorita de Pablo y aparece más de veinte veces en esta epístola y expresa la relación especial que existe entre el creyente y Cristo. Es una unión íntima y mutua. Las bendiciones espirituales se fundamentan en él y dependen de una relación vital. Dios es el gestor de las bendiciones espirituales, Cristo el mediador y nosotros los beneficiarios.

En la expresión desde antes de la fundación del mundo, Pablo manifiesta el carácter eterno de Dios, y su soberanía y poder para tomar decisiones. Dios es eterno y no conoce límite de tiempo. Por esto, esta frase señala que la decisión fue tomada por el Dios soberano antes de la creación, sabiendo bien todas las implicaciones y consecuencias, los resultados y también el veredicto final de tal decisión. Nuestra salvación en Cristo Jesús es el resultado de una decisión que data desde la prehistoria humana. Es tan segura como Dios es eterno: En quien no hay ni cambio ni sombra de variación (Jam 1:17).

La razón de esta elección se expresa con la frase para que fuésemos santos y sin mancha delante de él. Esta expresión nos recuerda las palabras de Dios al pueblo de Israel: Porque tú eres un pueblo santo para Jehovah tu Dios; Jehovah tu Dios te ha escogido para que le seas un pueblo especial, mahs que todos los pueblos que estahn sobre la faz de la tierra ( Deu 7:6). Nuestra elección ha sido con el propósito de poner a los elegidos aparte del resto del mundo y dotarlos de cualidades espirituales que los distinguen de éste e identificarlos como pertenecientes a Dios.

Sin mancha nos hace recordar la condición perfecta que debía tener un animal traído para el sacrificio. Estas palabras también aparecen en 5:27 con referencia a la iglesia. Así, podemos concluir que los elegidos han sido escogidos para formar la iglesia de Cristo. Los que forman parte de este cuerpo selecto tienen que ser santos y sin mancha delante de él. Dios nos ha elegido en Cristo con un propósito muy especial y la única forma de ser santo y sin mancha es estar en Cristo .

Revolución cultural versus cultura celestial

China es la nación más grande de la tierra. En 1966 el comunismo implantó la llamada "revolución cultural". El manual literario de dicha revolución fue el "Libro Rojo", de Mao Tsetung. Con inteligencia política, el régimen marxista se lanzó contra los líderes y misioneros cristianos. De modo especial realizó una cruzada de destrucción de literatura cristiana, a la cabeza de la cual estaba la Biblia. Jonathan Chao, en la revista Misión, dice: "En Amoy, los Guardias Rojos juntaron todas las Biblias que encontraron e hicieron con ellas un montón en la plaza central. Luego obligaron a los cristianos a arrodillarse frente al montón y prenderle fuego. La hoguera quemó severamente los rostros y los cuerpos de los creyentes... algunos de los cuales huyeron a los edificios contiguos. En Pekín a una asidua lectora de la Biblia se la mató a golpes en una de las iglesias... La China se transformó en una sociedad no religiosa . "

Ahora, más de veinte años después, sabemos que los cristianos nunca dejaron de reunirse para adorar a Dios, incluso durante el clímax de la "revolución cultural". La Biblia, aunque mutilada y escasa, y la oración, no dejaron de palpitar en el corazón de la fe en reuniones secretas. Mao murió, la política ha sufrido fuertes cambios, y desde 1979 unas 300 iglesias locales adoran a Dios con permiso estatal. La misión de la iglesia continúa siendo difícil, pero un hermano chino afirma que "la iglesia evangélica ha crecido allí casi cincuenta veces. En 1950 había casi un millón de evangélicos... Hoy el Centro de Investigación de la Iglesia China calcula que hay cerca de cincuenta millones de creyentes".

Casi al terminar la década de 1980 los cristianos de Occidente están empeñados en reunir una gran cantidad de ayuda financiera para poner en China millones de ejemplares de las Sagradas Escrituras. ¿Cuál será el impacto del mensaje reconciliador de Efesios hacia el siglo XXI? Sólo Dios lo sabe.

Habiendo señalado la bendición de la elección divina, el Apóstol procede a explicar cómo Dios la hizo: En amor nos predestinó por medio de Jesucristo para adopción como hijos suyos, según el beneplahcito de su voluntad (v. 5). Utiliza dos términos descriptivos del proceso, predestinó y adopción; y otros dos para describir la motivación divina, amor y beneplahcito de su voluntad.

Tanto la RVA como la RVR incluyen las palabras en amor como parte del v. 5, mientras otras versiones las toman como parte del v. 4. Según Bratcher y Nida el sentido puede ser interpretado igualmente junto con lo que precede o junto con lo que sigue. Si se interpreta con lo que precede podrá significar amor humano, o el amor mutuo de los cristianos. Si se toma con lo que sigue, el significado tiene que ver con el amor de Dios. Bonnet y Schroeder lo toman junto con lo que sigue: Habiéndonos predestinado en amor para la adopción. Puesto que no había divisiones de versículos en el texto original, nos quedamos con este problema, aunque de ningún modo se quita valor del mensaje que Pablo quiere transmitir.

Es más razonable que en amor se refiere al amor divino que se revelaba en todo el hecho descrito. Dios estaba mostrando su amor al ejercer su soberanía al predestinarnos para la adopción como hijos.

Nos predestinó explica el proceso de la elección. La palabra predestinar es proorízo G4309, y significa definir o decidir de antemano . Lit. quiere decir determinar los horizontes de antemano . Dios en su sabiduría perfecta ha predeterminado los horizontes de nuestra salvación en Cristo. Los límites y las condiciones han sido demarcados en Cristo Jesús. Bratcher y Nida dicen que esta palabra se usa solamente con referencia a Dios y sirve para enfatizar la iniciativa y la autoridad que le compete ejercer única y completamente a Dios en relación con la experiencia de la salvación. La independencia de acción de Dios se basa en una decisión ya hecha en el pasado.

La herencia 1:5

La valoración de bienes y beneficios es algo tan antiguo como la humanidad. El libro de Génesis nos relata la lucha por la subsistencia y la dignidad sociales de los patriarcas de Israel. Jacob y Labán lucharon por tales valores. Raquel, la primera esposa en los afectos de Jacob, hurtó los ídolos (los terafim) que desde la milenaria cultura sumeria se usaban también como documentos notariales que garantizaban el derecho a posesiones adquiridas por contrato ( Gen 31:17-42). Para tener derecho a heredar el gobierno del clan y de sus posesiones materiales, los patriarcas adoptaban a una persona estimada digna por el jefe de familia, si es que no tenía un hijo de sangre. El adoptado pasaba a ser considerado un hijo ( Gen 15:1-4).

La ley de Moisés legisló el derecho de las familias hebreas a la herencia de la propiedad inmueble (la najalahh: Num 27:1-11). Si dicha heredad se hipotecaba, había varias maneras de recuperarla. Una de éstas era "la redención". Cuando se realizaba el proceso redentor de la propiedad, el redentor, o el nuevo poseedor, recibía una sandalia de manos del tenedor de la tierra, como sello de garantía de la posesión adquirida de hecho más tarde. Un caso muy gráfico es el de Booz, redentor de Rut (ver Rth 4:1-10).

La adopción

El derecho romano elaboró de modo muy acabado la adopción de personas notables o muy estimadas del Pater Familias, como hijos. La ley romana daba reglas bien precisas para que el padre escribiera o hiciera escribir su testamento. Como regla era post mortem y, como excepción, antes de morir el testador. Hubo emperadores que fueron hijos adoptivos de un padreemperador. Un famoso hijo adoptivo fue Josefo, hijo de Matatías. Se hizo adoptar como hijo de la familia imperial de los Flavios, los que destruyeron el templo de Jerusalén en el año 70 d. de J.C. Las tablillas del testamento que entregaba herencia y gloria o prestigio político o social, eran selladas como garantía del derecho al beneficio.

El propósito de Dios fue destinarnos como hijos suyos, adoptándonos por medio de Jesucristo en el nuevo nacimiento. La expresión para adopción como hijos suyos traduce el verbo uiothesía G5206, que representa un proceso legal característico del derecho romano. En este proceso el hijo de un padre podría ser adoptado por la familia de otro como hijo con todos los derechos y privilegios de un hijo natural. Hasta las deudas de la antigua familia se cancelaban y el hijo adoptivo se convertía en heredero legítimo del padre adoptivo. Hijos suyos traduce la forma reflexiva que significa para sí mismo, como hijos propios.

Esta adopción ha sido completamente intencional y voluntaria de parte de Dios, no dependiendo de los méritos del adoptado. Según el beneplahcito de su voluntad demuestra la magnanimidad y bondad de Dios al elegirnos, predestinándonos y adoptándonos como hijos de Cristo. Como dice Vaughan: La elección de Dios es un acto de parte de su bondad pura, de su soberanía benevolente.

La primera estrofa del himno de alabanza celebrando la obra del Padre llega a su final con el coro: Para la alabanza de la gloria de su gracia (v. 6). El Apóstol declara que todo lo que ha hecho Dios merece el elogio del hombre. Pablo canta loores o alabanzas a la magnificencia de Dios. Celebra la bienaventuranza de la bondad y el favor gratuito o gracia concedido en el Amado (Jesús).

De esta manera vemos que el plan de Dios desde antes del comienzo ha sido formar un pueblo particular que cumpla con este gran propósito. En Cristo Jesús él ha elegido a este pueblo especial, lo ha bendecido en manera particular y lo ha preparado específicamente para su alabanza y su gloria. Sólo Dios es digno de nuestra alabanza y merece nuestra adoración por quien es y lo que nos ha hecho. La alabanza es una expresión de adoración a Dios, y la adoración a Dios es la primera responsabilidad del hombre. El fin principal del hombre es glorificar a Dios. Este es el sentido de este estribillo que se repite en los vv. 12 y 14.

La gloria de su gracia se puede interpretar como la manifestación de su favor (amor) no merecido. Gloria (dóxa G1391 representa el resplandor de la presencia divina y su excelencia manifestada. Gracia (cahris G5485) es el favor inmerecido de Dios hacia el hombre. El ejemplo supremo de ello se halla en el amor redentor de Dios hacia el género humano (Erdman).

La frase que nos dio gratuitamente en el Amado se refiere a la gracia que es la obra de Dios en Jesucristo en nuestro beneficio. Expresa la generosidad de esta obra y señala el medio divino por el cual fue manifestada en el Amado, o sea Cristo. El título el Amado se halla sólo aquí en el NT. Este traduce agapaho G25 que significa amor. Nos recuerda la relación íntima que existe entre el Padre y el Hijo. De esta manera comprendemos que la obra de gracia del Padre consiste en habernos escogido en Cristo desde antes del comienzo del mundo, predestinándonos en amor para ser adoptados como hijos por medio de Jesucristo. Este pensamiento provoca al apóstol Pablo a elevarse con una alabanza gloriosa.

La segunda estrofa de este himno de alabanza (vv.7-12) se refiere a la obra del Amado. Con respecto a ésta W. O. Carver sugiere que en este punto el pensamiento de la epístola señala la mayordomía de la historia por medio de la obra redentora del Hijo Amado . Esta obra de Jesús se describe con varias expresiones que merecen nuestra atención.

La estrofa comienza con en él (v. 7), que se refiere a el Amado, o sea aquel quien es la fuente de nuestras bendiciones. Este es Jesús, el Hijo de Dios ya mencionado en vv. 5 y 6. La condición necesaria para gozarse de ellas es estar en él. Continúa señalando que tenemos redención por medio de su sangre. Es decir, en el Amado nosotros (todos los creyentes en Jesús, inclusive) poseemos redención por su muerte en la cruz. La redención es nuestra posesión por la muerte de Jesús.

La palabra traducida redención (apolútrosis G629) señala el resultado del acto libertador de Jesús al derramar su sangre. Se refiere tanto a lo que hizo Jesús, como al resultado de ello. Según Bratcher y Nida la palabra hace énfasis en el resultado de la acción de liberación de Jesús. Por ello, nuestra redención es una posesión experimentada, procurada para nosotros y experimentada por nosotros por medio de su sangre. La palabra redención, como adopción, es un término legal y se refiere a un aspecto externo de nuestra salvación. Jesús cumplió todos los requisitos necesarios para nuestro rescate.

Algunos estudiosos de la Biblia piensan que esta palabra significa el precio que pagó Jesús y lo que compró con ello; esto es, el precio de nuestro rescate. Este concepto se encuentra en Lev 25:47-52, y se refiere a lo que debiera ser pagado por un pariente de un hombre que se había vendido a la esclavitud por causa de alguna deuda que no podría pagar. En un sentido más amplio se refiere a la liberación de los hijos de Israel de la esclavitud en Egipto. W. Barclay dice que el hombre es redimido y libertado de una situación de la que era incapaz de liberarse por sí mismo o de una deuda que jamás hubiera podido pagar por sus propios medios.

En vista de esto, pues, nuestra redención es el precio de nuestro rescate pagado por Jesús, librándonos de la esclavitud del pecado. Este precio fue su sangre. No se debe pensar que Jesús tuvo que pagar esto a alguien como Satanás, sino que es lo que le costó librarnos de las garras de Satanás.

En el NT la sangre es un símbolo bíblico que representa la muerte de Jesús sobre la cruz. Esta idea también se encuentra en Lev 17:11 : Porque la vida del cuerpo estah en la sangre, la cual os he dado sobre el altar para hacer expiación por vuestras personas. Jesús dio su sangre para expiar nuestros pecados. Esto recuerda lo que dice Heb 9:22b: Sin derramamiento de sangre no hay perdón.

En nuestro texto va unida estrechamente a la idea de nuestra redención la expresión el perdón de nuestras transgresiones, pero no son conceptos idénticos. Este último concepto significa la remisión de nuestros pecados en el sentido de despedirlos. Transgresiones (parahptoma G3900) aquí son todos nuestros actos pecaminosos tales como errores y ofensas acumulados junto con su culpa. Estos son remitidos, despachados por completo por medio del acto redentor de Cristo. En una sola obra bondadosa Jesús despidió nuestros pecados junto con su culpa, y rescató nuestras almas de las manos del diablo. Vemos así las acciones paralelas y simultáneas del perdón y la redención.

La medida de esta redención está expresada con la frase según las riquezas de su gracia. Esto significa que la gracia de Dios es abundante, amplia y más que suficiente, y que no depende de los méritos de los hombres. Es inmensurable e inmerecida.

La alabanza Pablo enseña a la iglesia a recibir los magnos beneficios divinos no con codicia sino con alabanza, cuya fuente es la gratitud. Al escuchar con fe la lectura del testamento eterno afirmado por el testigo fiel y redentor al precio de su sangre ( Apoc 1:5), los antes desheredados del reino de Dios, sin esperanza y sin Dios en el mundo, reciben el Espíritu Santo como sello de fuego. Así viven o mueren absolutamente seguros de ser herederos de toda bendición espiritual en los lugares celestiales. La iglesia responde siempre confiando y alabando la gloria y la gracia de Dios.

Esta gracia divina es la que hizo sobreabundar con nosotros en toda sabiduría y entendimiento (v.8). Pablo trata de comunicar el sentido profuso con que Dios nos ha proporcionado los componentes intelectuales y prácticos necesarios para una vida correcta y una conducta apropiada de acuerdo a su propósito. Hizo sobreabundar sugiere una cantidad prodigiosa, con profusión, o rebosante. La consecuencia de esta gracia divina obrando en nosotros resulta en toda sabiduría y entendimiento que nos capacita para comprender algo del propósito de Dios para el universo (Vaughan). Sabiduría (sofía G4678) y entendimiento (frónesis G5428) son palabras que nos hacen recordar la preocupación con la filosofía en el mundo griego en que vivía la comunidad cristiana de aquel tiempo. Pero Pablo señala que la fuente de ello (sabiduría y entendimiento) no es humana, sino divina.

Por sabiduría podemos entender conocimiento, el objeto de la mente que busca, de la mente que cuestiona, de los alcances del pensamiento humano (Barclay). Conoce la sustancia y penetra al corazón de las cosas. Es conocimiento intelectual; mientras entendimiento significa prudencia, discernimiento, sabiduría práctica. Podríamos decir que el sabio conoce, mientras que el prudente sabe por qué. El entendimiento es la aplicación prudente de lo conocido. Se trata del qué y el porqué del propósito de Dios. Barclay resume este pensamiento de la siguiente manera: Pablo afirma que Jesús nos trajo sofía : el conocimiento de las cosas eternas, el conocimiento intelectual que satisface la mente; y que nos trajo fronesis : el conocimiento práctico que nos capacita para tratar y resolver diariamente los problemas de nuestra vida diaria.

Con la sabiduría y el entendimiento Cristo nos ha capacitado para comprender las verdades últimas de la eternidad y resolver los problemas de cada día. De esta manera somos habilitados por él para comprender su próposito.

Con esto llegamos al corazón de esta epístola. Además de esto, es quizás el pasaje más difícil de entender, como dicen Bratcher y Nida: Es éste uno de esos pasajes de Pablo difíciles de entender porque la inmensidad del pensamiento hace que los términos sean un poco vagos, a fuerza de generalizarlos. El autor expresa verdades eternas y profundas con palabras sencillas que a la vez vibran con sentido. En los vv. 9 y 10 Pablo expone la tesis de este tratado circular: La unidad de todas las cosas en Cristo para la gloria eterna de Dios. Lo que no había sido posible a través de la historia antigua, ni con el pueblo de Israel, en Cristo ha sido logrado de acuerdo con el plan que Dios se había propuesto. Esto es lo que Pablo está celebrando y explicando en esta carta. A la vez, amplifica las implicaciones de todo ello a manera de aplicación.

La expresión él nos ha dado a conocer (v. 9) indica lo que Dios nos ha revelado; Dios nos ha permitido saber el contenido de algo muy importante. Pablo reconoce este algo importante como el misterio de su voluntad. Este misterio encierra el propósito eterno de la voluntad divina que ha sido revelado en Cristo. No es algún secreto escondido y oscuro, dado a conocer sólo a los iniciados como en las religiones secretas y de misterio del Medio Oriente de aquel tiempo. Al contrario, es la verdad divina que, hasta ahora, ha sido revelada en Cristo y ha de ser divulgada por todos lados y para toda gente. Para Pablo lo maravilloso es que Dios nos lo ha dado a conocer, nos lo ha permitido saber.

Según el uso de la palabra misterio (mustérion G3466) se refiere a lo que era secreto y que podría ser conocido solamente por medio de revelación. De modo que el misterio de la voluntad de Dios antes fue un secreto, escondido del conocimiento popular y sólo dado a conocer por revelación a los profetas y patriarcas, y ésto aun parcialmente. Ahora, este misterio ha sido dado a conocer de manera general en Cristo Jesús. Ya no es un secreto guardado; es un hecho, una verdad expuesta y divulgada como Pablo explica más adelante (3:3-9).

Este misterio revelado se refiere a la obra redentora en su totalidad. Es la explicación de todo lo que Dios propuso hacer en Cristo ejerciendo su propia voluntad. Es lo que no podía ser explicado ni comprendido hasta que en el propósito de Dios fuese sacado a la luz por medio de la revelación divina. Así es el carácter de la gracia que Dios extiende a los pecadores.

Esto, la revelación del misterio, Dios lo hizo a manera de plan para el cumplimiento de los tiempos (v. 10). Desde antes de la creación Dios había venido desarrollando un plan específico a través de la historia; al comienzo por medio de la primera familia, Adán y Eva, luego con Abraham y sus descendientes; y por último por medio del pueblo de Israel, pero sin lograr el objetivo de su gloria. Este plan secreto ahora ha sido dado a conocer en Cristo para toda la humanidad. Algunas versiones como la RVR incluyen en el v. 9 las palabras según el beneplahcito... mientras otras contienen la frase se propuso en sí mismo (ver nota de RVA). La revelación de este plan corresponde a la bondad del corazón de Dios. El plan de Dios expresa su voluntad y refleja su propósito que ahora alcanzan en Cristo su perfecta expresión.

Aquí hay un pequeño giro en el pensamiento del autor entre lo que dice en el v. 9 y en el v. 10. El uno se refiere a lo hecho ya en el pasado reciente, mientras que el otro mira hacia adelante y anticipa el cumplimiento de los tiempos. Identifica a Cristo como aquel alrededor de quien este plan ha de ejecutarse. Mas bien, es él quien lo ha de dirigir. Cristo, como el custodio de los tiempos y el gran administrador de la casa del Padre, conducirá toda la operación a una meta fijada y fechada por la misma presciente sabiduría de Dios (Moule). Así entendemos el cumplimiento de los tiempos, que traduce una expresión que significa administración, mayordomía o dispensación. Cristo es el administrador o el mayordomo de la historia, la que ahora halla su plenitud y logra su último destino en él. Con el cumplimiento de los tiempos en Cristo como cabeza, el último destino del universo queda en las manos de él y ha sido encomendado a los cristianos, los que forman su iglesia. Dios es Dios de la creación y de la historia, del presente y del futuro, y en Cristo ha de ser glorificado por medio de su iglesia.

El cumplimiento de los tiempos habla de cuando fuese apropiado el tiempo, sea este pasado, presente o futuro. De la manera que Cristo vino cuando fue apropiado el tiempo, así será cuando venga por segunda vez. Con la venida de él toda administración previa se acabará en el sentido que han alcanzado en él su clímax.

La cruz de Cristo no fue el fin del plan divino, sino el inicio del plan eterno revelado y puesto al alcance de toda la humanidad. Así que, este plan se extiende más allá de la cruz hasta el propósito último de Dios en el sentido absoluto (Summers). La cruz y la tumba vacía marcan el fin de una administración anterior y señalan el inicio de una nueva administración que se proyecta hacia el futuro. Mientras tanto, este plan ha sido puesto en acción por Dios por medio de la iglesia (v. 22) con Jesucristo a la cabeza. Esta sigue adelante hasta la venida de Cristo en el futuro cuando todo será culminado. Con Cristo al frente, la iglesia sigue su marcha a través de la historia actual rumbo a su destino último que ha de alcanzar con la venida gloriosa de su Señor. Así podemos entender la expresión para el cumplimiento de los tiempos.

El autor inspirado continúa expresando una verdad profunda con las palabras que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas. Esta verdad habla de la unidad y la reconciliación en Cristo. Sean reunidas... todas las cosas significa ser resumidas o recopiladas en Cristo. De acuerdo con Summers, la idea es lo mismo que sucede después de una batalla cuando el capitán recoge a los diferentes integrantes de su ejército. Es decir, en Cristo todos los aspectos esparcidos del universo entero serán reunidos bajo una sola administración, tanto lo celestial como lo terrenal. Con Dios esto ya es una realidad actual; el cristiano sólo debe esperar el futuro cuando todo esto sea manifestado en victoria y gloria.

El ideal de Dios de juntar todas las cosas en Cristo no se refiere a una redención universal en la cual todos hayan de lograr la salvación. Más bien, se refiere a recuperar bajo la administración de una sola autoridad la armonía y la concordia que habían sido interrumpidas por la rebelión entre los seres angelicales y por la entrada del pecado al mundo terrestre y humano con todas sus tristes consecuencias. Cristo, como Señor de la iglesia, es también el soberano del universo. Como dice Stott: Pablo parece estar refiriéndose a la renovación cósmica, aquella rengeneración del universo, aquella liberación de la creación que gime que ya había mencionado en Romanos.

Así, la reunificación de todas las cosas tanto en el cielo como en la tierra bajo Cristo como cabeza contempla también la reconciliación entre los judíos y los gentiles en la iglesia. Descubrimos esta idea en los pronombres usados en los vv. 11, 12 y 13 donde se refiere a nosotros (los judíos creyentes) y vosotros (los gentiles creyentes). Pero antes de explorar esta idea, continuamos con la estrofa que recuenta la maravillosa obra de Cristo (vv. 11 y 12).

Ya hemos descubierto que en Cristo tenemos una redención maravillosa y que en él nos ha sido revelado el misterio bondadoso de las edades que Dios se había propuesto. En él, es decir en Cristo, quien es la Cabeza unificadora recibimos herencia como hijos adoptivos (v. 5). Esta idea traduce kleróo G2820, que se halla solamente aquí en el NT. Significa ser escogido como (su) heredad o porción y se deriva del concepto en el AT ( Deu 9:29; Deu 32:9-10; Job 74:2) de las tribus de Israel que fueron escogidas por Jehovah para ser su pueblo.

Algunos comentaristas lo interpretan en el sentido pasivo como lo hacen Bonnet y Schroeder: En el cual también fuimos hechos herederos. Como hijos adoptivos heredamos todo lo que el Padre dispone. Esta herencia es una posesión presente y recíproca. Con todo, si fuimos hechos herederos o si fuimos escogidos como herencia de Dios, como hijos adoptivos somos igualmente herederos de las bendiciones divinas y somos la porción escogida. Es una relación bienaventurada de cualquier modo. Esto ha sido hecho posible por medio de aquel en quien todas las cosas son reunidas, Cristo. La iniciativa y la acción son exclusivas de parte de Dios.

Esta idea está reforzada con el pensamiento que sigue, habiendo sido predestinados. La herencia (porción) ha sido definida y determinada de antemano y nosotros hemos sido demarcados como sus recipientes. Los límites y las condiciones habían sido predeterminadas en el consejo celestial antes de la creación del mundo. Los que responden de acuerdo a lo que ya ha sido determinado son los que se gozan de esta herencia y son ya la porción escogida de Dios, aunque en parte, hasta que se realice plenamente este plan divino cuando venga Cristo en el cumplimiento definitivo de los tiempos.

Aquel que realiza se refiere a Dios, quien hace todo de acuerdo al propósito que determinó en Cristo (v. 9). Dios propone y dispone; hizo planes y los lleva al cabo. Nuestra condición como herencia y herederos depende del cumplimiento último y absoluto de todo lo que Dios ya propuso y ahora se esta llevando a cabo en Cristo por medio de la iglesia. Todo esto Dios lo realiza conforme al consejo de su voluntad. Esta expresión contiene dos palabras neotestamentarias básicas relacionadas con la voluntad de Dios: consejo (boulé G1012) y voluntad (thélema G2307). La primera lleva la idea de un plan; la segunda lleva la idea de un deseo (Summers). En resumen, todo lo logrado en Cristo es la realización de un plan divino y la satisfacción de un deseo santo. Podríamos llamar a esto el libre albedrío de Dios. Todo ha sido hecho por un ser autónomo que hace todo de acuerdo con un plan que él propuso llevar a cabo y porque él quiso hacerlo con un fin específico. A continuación veremos este fin.

Este fin contempla a dos grupos de personas. En primer lugar, Pablo habla de nosotros, que primero hemos esperado en Cristo (v. 12). Se refiere a los de extracción judía que habían oído el evangelio y creído en Jesús como el Mesías prometido a quien había esperado tantos siglos el pueblo judío. Ellos vieron cumplidas en Jesús sus esperanzas mesiánicas. Este grupo incluye a los que fueron añadidos a la iglesia en el día de Pentecostés y durante la primera etapa de la extensión de ella en toda Judea y Samaria. A ellos vino primero el evangelio y Pablo reconoce que sobre ellos descansa la responsabilidad de transmitirlo también a los gentiles para la gloria de Dios ( Job 3:3-13).

Termina aquí la segunda estrofa del himno (vv. 7-12) que relata la obra redentora de Jesús con el refrán para que nosotros... seamos para la alabanza de su gloria. Este refrán se halla también en los vv. 6 y 14. La alabanza de Dios es el primer deber del ser humano, y fue el propósito principal del pueblo de Israel. La gloria de Dios es el motivo y el objeto de esta adoración. Relacionando esta doxología con la obra redentora de Cristo, Pablo la eleva al mismo nivel de la obra soberana de Dios (vv. 3-6).

Algunos piensan que este estribillo formaba parte de algún himno cantado entre las congregaciones de Asia y Roma. Otros escritores sugieren que debe haber formado parte de la liturgia u orden del culto de la iglesia del primer siglo. Sea así o no, nadie dudará que da expresión elocuente y profunda al sentimiento del autor y provee al lector de Efeso, Asia y aun de hoy mismo un vehículo bello para rendir su alabanza a Dios.

A continuación el Apóstol elogia la obra del Espíritu Santo y señala su papel salvífico como tercera persona de la Trinidad. Aunque el término Trinidad no se halla mencionada como tal, es el consenso de los estudiosos de la Biblia que este pasaje nos presenta uno de los enfoques más claros de la Trinidad: su composición, su relación mutua y su obra complementaria. La obra de Jesús depende de la del Espíritu Santo y viceversa. Esto se ilustra en el v. 13:...habiendo creído en él [Jesús], fuisteis sellados con el Espíritu Santo...

Algunos comentaristas dicen que una característica distintiva de Efesios es la estructura trinitaria de su pensamiento. Esta incluye la participación de las personas de la Trinidad en la obra de la redención: La determinación de parte del Padre de reconciliar a los hombres consigo (vv. 3-6), la redención lograda por medio de lo que hizo el Hijo (vv. 7-12) y la aplicación de esta obra por el Espíritu Santo (vv. 13, 14). Lane dice que el pensamiento clave de Efesios es que Dios ha reconciliado a ambos los judíos y los gentiles por medio de la cruz de Cristo . Este es el sentido del v. 11.

La tercera estrofa del canto de alabanza comienza con la expresión en él también vosotros... En él ubica al creyente en Cristo, designa su estado espiritual y una nueva relación estrecha y vital de fe. Hasta aquí hemos encontrado esta expresión por lo menos diez veces en una forma u otra (vv. 1, 3, 4, 6, 7, 9, 10, 11, 12 y 13). Habla de la condición esencial y el requisito indispensable para la vida cristiana, esto es, estar en Cristo Jesús. Fuera de él no hay vida. Pero ahora observamos que esta relación se extiende al segundo grupo mencionado arriba, más allá de los judíos.

También vosotros se refiere a los recipientes de esta carta. Estos son los creyentes que vivían en Laodicea, Efeso y otras ciudades del valle del río Lico: los gentiles. Esta frase implica el alcance universal e inclusivo del evangelio. Además de los judíos, los gentiles pueden ser salvos también. Pablo indica la manera en que éstos habían sido salvos. Habían oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación y habían creído en él. La palabra de verdad es el evangelio. Jesús dijo: Conoceréis la verdad, y la verdad os harah libres (Joh 8:32). También dijo: Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad (Joh 17:17). Los gentiles habían recibido el evangelio de la salvación al oír la palabra libertadora de Cristo. Habían creído esta buena noticia. Tal como Pablo escribió a los cristianos en Roma: La fe es por el oír, y el oír por la palabra de Cristo ( Rom 10:17); así fue con aquellos a quienes Pablo escribe ahora. El evangelio había sido proclamado en esa zona y muchos habitantes creyeron y fueron libertados por esta palabra de verdad.

En este v.13 tenemos los ingredientes esenciales para la evangelización mundial: La proclamación del evangelio, la recepción del mismo por el oír, la afirmación de él por fe (creer) y la confirmación del hecho por la obra selladora del Espíritu Santo.

Dos verdades se destacan en el pensamiento siguiente: Fuisteis sellados con el Espíritu Santo que había sido prometido. La primera es que al ser salvos por creer en Cristo recibieron al Espíritu Santo. La segunda es que esto había sido conforme a lo prometido por Cristo. Jesús dijo a sus apóstoles: He aquí yo enviaré el cumplimiento de la promesa de mi Padre sobre vosotros (Luk 24:49a). Esta promesa se reitera en Act 1:8 cuando dice: Pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo haya venido sobre vosotros y se cumple en los acontecimientos en el día de Pentecostés ( Hech. 2). Pablo reconoce que los creyentes que recibieran esta carta daban evidencia de la presencia del Espíritu Santo en sus vidas, de acuerdo con la promesa de Cristo.

F. B. Meyer opina que el Espíritu Santo es la promesa especial del Padre a aquellos que pertenecen al Hijo por medio de una fe viva . Dios cumple sus promesas. La promesa del Espíritu Santo imprime en el creyente en Cristo la imagen de Cristo en quien cree, marcándolo, identificándolo como suyo, apartándolo del mundo y separándolo para el cielo. Ser sellado con el Espíritu Santo es ser declarado como uno que pertenece a Dios. Con razón dice Pablo: Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él ( Rom 8:9b).

El sello usado en el tiempo del Apóstol significa una marca de identidad, de autenticación, de propiedad. Fue la costumbre de un monarca o una persona de autoridad fijar su sello sobre documentos y artículos de valor. Mateo nos da un ejemplo de esta práctica cuando menciona que Pilato mandó sellar la tumba de Cristo ( Mat 27:66). En círculos legales y diplomáticos de hoy en día el sello oficial se usa de la misma manera. Pensar en ser sellados con el Espíritu Santo significa que hemos sido identificados y autenticados como pertenecientes a Dios por fe en Cristo. La presencia del Espíritu en los creyentes es la garantía de este hecho.

No debemos pensar que ser sellados con el Espíritu Santo es algo aparte de y en adición a la experiencia de la redención. Al contrario, debemos considerarlo como una prima o un depósito en anticipación de todo que ha de ser cumplido en nosotros por la gracia de Dios. El ser sellados con el Espíritu Santo es el mero comienzo en nosotros de aquella obra buena que siendo la obra de Dios ha de ser perfeccionada en Cristo Jesús en su debido tiempo ( Rom 8:23). Coincide con el hecho de creer y es las primicias de la presencia divina en nosotros en la persona del Espíritu Santo. El hecho de ser sellados con el Espíritu Santo al creer en Cristo cumple la promesa hecha por Jesús en Juan 14 y Act 1:8 y es el anticipo de lo que ha de ser en el futuro.

Esta idea se amplía con las palabras quien es la garantía de nuestra herencia para la redención de lo adquirido (v. 14a). La persona del Espíritu en nosotros es el depósito divino como anticipo de aquella plena herencia que hemos de recibir en su debido orden y tiempo. El hecho de ser sellados con el Espíritu Santo por ser creyentes es como el primer pago o el anticipo que se deposita para asegurar la compra de algo. Este asegura la intención del comprador de pagar por completo lo que así ha separado. La palabra garantía (arrabón G728) se traduce en otras versiones con la palabra arras que es un término legal y comercial que representa un depósito o pago inicial. Es como un anticipo de nuestra herencia para la redención de lo adquirido.

El uso de la palabra nuestra es inclusivo tanto de los judíos como de los gentiles, todos reunidos en Cristo por una fe común y salvadora. El propósito divino siempre había sido que todos se gozaran de la salvación. Compare el v. 11, donde dice: En él también recibimos herencia, con el v. 13 donde dice: En él también vosotros... Ambos se incluyen en la herencia de Dios. Herencia es un concepto que nos hace recordar de la tierra prometida al pueblo de Israel, que aquí representa lo que Dios tiene preparado para dar a los que creen en él.

Para la redención se trata del cumplimiento eventual de la redención de la posesión propia de Dios (de lo adquirido). Pertenecemos a él por derecho de creación y también porque nos ha redimido comprándonos por la sangre de Jesús. Por esto hemos sido redimidos, pero aún hemos de ser redimidos. Como dice Vaughan: En el presente nuestra redención es incompleta (Vaughan, p. 34). Continúa con la siguiente explicación: No se completará hasta que cada uno de nosotros tenga un cuerpo resucitado y glorioso, y esté delante de Dios sin mancha alguna. Es precisamente en este punto donde el pasaje en consideración da una gran seguridad. La presencia del Espíritu en nuestra vida es una garantía de que lo que Dios ha comenzado, lo cumplirá a su debido tiempo.

El haber sido sellados con el Espíritu es la garantía que el creyente tiene de que algún día recibirá plena y completamente la herencia que Dios le ha preparado. Lo que ahora tenemos es sólo un anticipo de lo que hemos de tener y conocer eventualmente, pero es un anticipo seguro.

El Apóstol termina con la frase que ya ha usado dos veces y que parece ser un refrán que canta la alabanza de la gloria de Dios por la obra complementaria del Espíritu Santo. El pensamiento grande respecto a la obra maravillosa de Dios en Cristo es un motivo de alabanza. Así termina este pasaje majestuoso dando la gloria debida a Dios quien nos eligió en su amor, nos redimió por su gracia y nos identificó con su Espíritu.

Lo que no logró hacer el pueblo de Israel se está realizando por medio de la iglesia que advierte su misión (v. 10). El propósito de Dios para Israel fue que publicara sus alabanzas ( Isa 43:21). Para la alabanza de su gloria (v. 14) expresa este propósito divino para el pueblo de Dios. Para esto existe la iglesia. Alabarle es dar la gloria debida a su persona y su nombre. Stott lo expresa elocuentemente: La gloria de Dios es la revelación de Dios, y la gloria de su gracia es su autorrevelación como Dios de gracia. Vivir para alabanza de la gloria de su gracia es adorarlo con nuestras palabras y obras como el Dios de gracia. También significa hacer que otros lo vean y lo alaben.

Pablo había comenzado bendiciendo a Dios y termina alabándolo. Lo que se halla entre estas dos acciones encierra la verdad asombrosa de que pertenecemos a Dios por su amor, que figuramos en su propósito eterno por su gracia y que tenemos la seguridad de una herencia gloriosa. Así termina un pasaje que incluye en su pensamiento una estructura trinitria, o sea la participación de las personas de la Trinidad en la obra de la redención. Lane habla de la cooperación mutua en la reconciliación de los hombres de parte de las tres personas de la Trinidad: La determinación de parte del Padre de reconciliar a los hombres consigo (vv 3-6), la redención lograda por medio de lo que hizo el Hijo (vv. 7-12) y la aplicación de esta obra a nosotros por el Espíritu (vv. 13-14).

2. Acción de gracias y rogativa pastoral por la iglesia, 1:15-23

Después de alabar a Dios tan elocuentemente, el Apóstol procede a elevar una acción de gracias (vv.15, 16) y una plegaria (vv. 16-23) a favor de los efesios. Una parte importante en las epístolas de Pablo son las oraciones que expresan profundos sentimientos y encierran grandes verdades. Esta intercesión no es una excepción. Comienza haciendo referencia a lo que provoca la oración: había recibido noticias de los hermanos de Asia.

Por esta razón (v. 15) relaciona lo que sigue a lo que se ha dicho en los versículos anteriores. Podría expresarse con la frase por causa de todo lo que Dios ha hecho (Bratcher y Nida). Se refiere a lo que acaba de expresar respecto a las bendiciones de Dios en Cristo. Estas ocasionan que él sienta una profunda gratitud, habiendo oído de la fe que tenéis en el Señor Jesús y de vuestro amor para con todos los santos. Esta frase sugiere que Pablo acaba de recibir noticias desde Efeso o del sector del río Lico en Asia. Estas noticias le dieron motivo de regocijarse y le movieron a escribirles la presente carta en la cual da gracias a Dios, la fuente de toda bendición. Menciona dos razones por las que dar gracias: La fe que tenéis en el Señor Jesús y el amor para con todos los santos. Estas les identifican como miembros de la familia de Dios. La fe que tenéis en el Señor Jesús es lo que les une a esta familia y se expresa por medio de una fidelidad absoluta al Señor. El amor para con todos los santos resulta de esa fe. Aquí, todos los santos identifica a los creyentes en Cristo como una gente apartada por Dios y para su servicio. Los santos son los fieles creyentes en el Señor.

Podemos sentir algo del corazón de pastor que Pablo tenía, alegrándose de la fidelidad de los creyentes y del amor fraternal que ellos manifiestan. Estas cosas son evidencias de su crecimiento espiritual. Fe y amor son dos características complementarias y esenciales de la vida cristiana. Como pastor que era, Pablo se regocija en el crecimiento de los hermanos. Fue una oración de gratitud.

Además, fue una oración continua: No ceso de dar gracias por vosotros, recordahndoos en mis oraciones. Dar gracias es una característica de las oraciones de Pablo. Se señala que esta expresión se encuentra veintiséis veces en sus escritos. ¡Qué noticia tan alentadora!

En una ocasión este autor tuvo la oportunidad de visitar una iglesia donde hacía más de treinta años había sido miembro. Durante el breve espacio entre la hora de la escuela bíblica dominical y la hora del culto de adoración se encontró en el pasillo con una ancianita que le abrazó y le dijo con emoción: He estado orando por ti todos los días desde que saliste de aquí para ir a la universidad para prepararte para el ministerio. ¿Quién no quisiera tener un ejército de intercesores como ella orando por él todos los días? Pablo fue el intercesor por excelencia.

Recordahndoos... significa hacer mención de ellos en sus oraciones. Los nombra cada vez que ora. El cuerpo de Pablo estuvo en prisión; sus viajes misioneros habían terminado. Sin embargo, su misión no había acabado. Aun en sus prisiones él llevó a cabo un ministerio activo de testimonio, consejos e intercesión. El viejo guerrero de Cristo continuó su lucha, utilizando el arma más poderosa que tuviera a su alcance, la oración.

La sustancia de esta oración consiste en una petición específica a favor de los receptores (vv. 17-20). Se dirige al Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria (v. 17). Este es un título de respeto y reverencia y reconoce que toda oración válida se conduce a través de la persona de Jesús. Padre de gloria reconoce que Dios es el Padre que posee gloria (esplendor), el Padre cuya gloria es una de sus características (Vaughan). En la oración pide para los lectores que Dios les dé espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de él (v. 17). Los traductores han puesto espíritu con minúscula. Algunos piensan que significa una actitud de mente o disposición y por esto sugiere una actitud mental mediante la cual puedan comprender la verdad divina.

Otros comentaristas opinan que es más probable que la mención del espíritu se refiere al mismo Espíritu Santo, el espíritu que da Dios. Si este es el caso, podemos notar otra vez que este versículo tiene una estructura trinitaria. A la vez, reconoce al Espíritu de Dios como la fuente de sabiduría y quien nos da a conocer plenamente a Dios.

El deseo fervoroso de Pablo para los efesios es que conozcan en verdad quién es Dios como se revela en Jesucristo. Pide una cosa en particular con dos características, o sea el espíritu que se caracteriza por sabiduría y que revela pleno conocimiento de Dios. Para sabiduría Pablo emplea la palabra sofía G4678, que aquí significa la sabiduría de las cosas profundas de Dios (Barclay).

La idea de revelación (apokahlupsis G602) conlleva la idea de dar a conocer o descubrir algo o alguien antes no conocido. Aquí significa que ellos puedan descubrir nuevos conocimientos para conocer más y más de la verdad divina revelada en Cristo Jesús. Pablo reconoce que el verdadero conocimiento de Dios viene del Espíritu y resulta en un cambio de vida. Por esto, ora que Dios los haga sabios en las cosas espirituales, y que ellos tengan pleno conocimiento de él. Sin la ayuda del Espíritu no es posible conocer a Cristo. Esta no es una experiencia secundaria o de poca importancia. Es el resultado y la extensión de una experiencia primaria, la de creer en Cristo (v. 13) y de ser sellado con el Espíritu Santo (v. 14b). Teniendo al Espíritu Santo como garantía de una herencia eterna nos lleva a un conocimiento más pleno y completo de Cristo cada día.

Esta no es una oración frívola. Con toda sinceridad Pablo pide los más ricos tesoros espirituales para los efesios. A continuación el Apóstol señala la manera que el objeto de esta oración sea posible: Habiendo sido iluminados los ojos de vuestro entendimiento (v. 18a). La palabra entendimiento se usa en la RVA en vez de la palabra literal que es corazón (kardía G2588; ver la nota de RVA). Se habla de todo el entendimiento, todas las facultades interiores, a la vez de afectos, pensamiento y voluntad, de modo que sobre todo el hombre interior brille la sonrisa del Padre de Gloria (Moule).

Con el Espíritu viene iluminación espiritual; con el crecimiento espiritual entendemos mejor las cosas de Dios. Ahora Pablo hace tres peticiones en particular que representan tres dimensiones de esta nueva experiencia espiritual con Dios. El Apóstol ora: Para que conozcais... y a continuación especifica tres elementos de este conocimiento, cada uno iniciado con la palabra cuál .

Cuahl es la esperanza a que os ha llamado, es el primer objetivo pedido. Esperanza (elpis G1680) puede tener un significado objetivo con respecto a las cosas anticipadas. En el caso del creyente éstas son las cosas que se esperan como consecuencia o resultado de la redención, tal como la herencia que recibimos en Cristo (1:11). También la palabra puede tener un significado subjetivo como una actitud expectativa. Vaughan sugiere que en el caso actual hay una combinación de los dos sentidos, que es a la vez una esperanza objetiva consecuente de nuestra relación con Dios en Cristo y una actitud consciente del corazón que espera en Dios. Esta esperanza nace en el hecho de nuestra vocación cristiana, habiendo sidos llamados por Dios. El nos ha llamado a algo y este algo es la expectación del creyente que ha respondido al llamamiento de Dios. Esta idea se expresa otra vez en 4:4.

El segundo elemento grande del pleno conocimiento de él es cuahles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos. Para entender mejor esta frase debemos dividirla en tres partes: Cuahles las riquezas, de la gloria de su herencia, en los santos. Ya hemos visto estos conceptos en la primera parte del cap. 1. El pensamiento central de esta breve porción es la gloria de su herencia. Riquezas (plóutos G4149) es una palabra calificativa y en los santos ubica la gloria de su herencia riquísima en los creyentes. Riquezas se menciona en el v. 7, donde se habla de la gracia. Aquí se habla de la gloria maravillosa de Dios en abundancia rebosante. La gloria de Dios es su resplandor. Esta expresión se halla repetida en los vv. 6, 12 y 14. Herencia también se menciona en v. 14.

Surge la pregunta: ¿De quiénes son esas riquezas de tal herencia gloriosa? ¿Son de los santos para quienes Dios tiene reservada una herencia gloriosa? O ¿son de Dios para quien los santos son la preciosa posesión adquirida y que constituyen esta herencia riquísima y gloriosa? El texto permite ambas interpretaciones, pero me inclino hacia la segunda. En otras palabras, Pablo está orando que los creyentes puedan lograr comprender qué grande es la estima que Dios ha puesto en los santos creyentes en él por fe en Cristo Jesús.

El tercer elemento de esta petición se halla en las palabras cuahl la inmensurable grandeza de su poder para con nosotros que creemos, conforme a la operación del dominio de su fuerza (v. 19). Pablo desea que conozcan cuán grande es el poder de Dios. Usa palabras superlativas para expresar esa grandeza. El poder de Dios para con nosotros los creyentes es extraordinario e indescriptible. Excede el pequeño concepto humano. Debido a esta dificultad, Pablo emplea casi todas las palabras que puede para enfatizar esta potencia tan grande.

En primer lugar habla de la inmensurable grandeza de este poder. La palabra poder (dúnamis G1411) significa energía. De esta misma palabra tenemos las palabras dínamo y dinamita . Sugiere una potencia enorme que describe con las palabras inmensurable y grandeza. Inmensurable quiere decir superabundante, que excede toda imaginación y que va más allá de la esperanza. La palabra griega que usa para grandeza es mégethos G3174 que da en nuestro idioma de hoy la palabra megatón . Es un término que se usa para valorar la potencia de las bombas atómicas.

Este poder es el recurso que Dios ha puesto al alcance del creyente conforme a la operación del dominio de su fuerza. La palabra operación (enérgeia G1753) significa fuerza o energía en acción. A la vez, dominio (krahtos G2904) sugiere potencia o imperio, significando el alcance de esta fuerza, que desde luego ha de ser ilimitada. Otro término que utiliza es fuerza (iscús G2479) que significa a la vez potencia o fortaleza, un baluarte potente. En otras palabras, este poder de que habla y que quiere que conozcan los lectores de esta epístola en su magnitud es una fuerza indescriptible, incalculable e ilimitada siempre en acción en beneficio de los que creen en Cristo. El énfasis es para que sepan bien que el poder de Dios es infinito, seguro y efectivo.

Para que los creyentes de Efeso conozcan mejor este poder grandísimo Pablo procede a citar tres ejemplos de la operación en los versículos siguientes (vv. 20-23). Estos están en forma de cuatro acciones sucesivas: (1) lo resucitó de entre los muertos; (2) le hizo sentar a su diestra en lugares celestiales; (3) todas las cosas las sometió Dios bajo sus pies y (4) le puso a él por cabeza sobre todas las cosas para la iglesia.

Pablo afirma que el soberano y omnipotente Dios demostró terminantemente este gran poder en el acto de la resurrección de Jesús de entre los muertos. Aunque fue increíble para muchos, este fue un hecho testificado por gran número de sus discípulos y que constituye el objeto de fe de los que creen en él para su salvación. Creer en la resurrección de Cristo es clave en la fe cristiana. Aquí, Pablo señala a este hecho como el eje pivotal del evangelio, lo cual anhela que los creyentes de Efeso puedan comprender plenamente. Puesto que la muerte de Jesús puso fin a una etapa triste de la historia humana el dominio del pecado y la muerte fue necesaria la resurrección para dar comienzo a una nueva etapa de vida y esperanza por la gracia de Dios.

La segunda acción se refiere a la exaltación y entronización de Cristo, la de hacerle sentar a su diestra en lugares celestiales (v. 20). Como consecuencia de la resurrección, Cristo es exaltado a un lugar de honor y poder y como participante de su trono. Casi simultáneamente con la resurrección tenemos el acto de la ascensión. Podemos considerar a estas acciones como complementarias, describiendo la manera en que fue ejercido el poder de Dios en Cristo. Stott dice que estas dos acciones fueron una demostractión decisiva de poder divino .

La esfera de esta exaltación y entronización está en los lugares celestiales. Ya consideramos los lugares celestiales en el v. 3. Basta decir aquí que Cristo ya está reinando en el cielo, lo que sirve como base segura de la esperanza del creyente, tanto este hecho como el de la resurrección.

Consecuente a su exaltación es la sujeción de los demás dominios y poderes, porque el dominio de Cristo esta más arriba de cualquier otro, por encima de todo principado, autoridad, poder, señorío y todo nombre que sea nombrado, no sólo en esta edad sino también en la venidera (v. 21). Esto abarca toda potestad concebible y en todos los tiempos. Otra vez el autor agota su vocabulario reuniendo palabras casi sinónimas, pero cada una con un significado particular. Por ejemplo: Principado (arcé G743) significa jurisdicción; autoridad (exousía G1849) significa potestad o facultad; poder (dúnamis G1411) iguala a potencia o fuerza; y señorío (kuriótes G2963) se refiere a dominio o potestad. No deja fuera a ningún elemento de fuerza en todo el universo, ni del bien ni del mal. Todos estos han sido sujetados bajo el dominio de Cristo para la eternidad. Los vv. 20 y 21 nos recuerdan las palabras del salmista: Jehovah dijo a mi señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos como estrado de tus pies ( Job 110:1).

Complementando el hecho de sentarse a la diestra de Dios está el de someter todas las cosas... bajo sus pies (v. 22). En el v. 10 el autor ya mencionó que todas las cosas fuesen reunidas bajo una cabeza, Cristo. Todas las cosas se refiere a la totalidad del universo terrenal y celestial. Sobre este dominio universal, es decir las potencias tanto buenas (angelicales) como malas (satánicas) está Jesús como cabeza absoluta.

Ahora, Pablo intoduce el organismo que Cristo encabeza, sobre y por medio del cual ejerce su dominio, la iglesia. Esta idea está introducida por medio de una cuarta acción: Y le puso a él por cabeza sobre todas las cosa para la iglesia (v. 22b). La cabeza de cualquier organismo lo controla y da coordinación. Cristo como cabeza gobierna y coordina la iglesia. Esta palabra aparece hasta aquí, pero se sobreentiende en todo el texto anterior. La palabra iglesia (ekklesía G1577) significa asamblea o concurrencia y aquí toma un nuevo sentido, reuniendo a todos los creyentes en él como comunidad universal de fe congregados en un solo cuerpo bajo una sola cabeza. La cual es su cuerpo, la plenitud de aquel que todo lo llena en todo (v. 23). El cuerpo complementa la cabeza. Cristo reina por medio de la iglesia, y ella es la expresión de su influencia en el mundo. El actúa por medio de ella.

La palabra cuerpo se usa como una figura metafórica para la iglesia. Le da el sentido de un organismo que tiene vida, carácter y propósito. Subraya el hecho de la unidad de la iglesia como un cuerpo compuesto de varios y diferentes miembros, cada uno cooperando armoniosamente como una sola unidad. Como tal, es la plenitud de aquel que todo lo llena en todo.

Cristo llena con abundancia a la iglesia para todas sus necesidades y para cada oportunidad. Así también la iglesia, representada como el cuerpo del Cristo resucitado, exaltado y soberano sobre todo, se goza de cada uno de estos beneficios como un anticipo en la tierra de su reinado celestial.

La figura de la iglesia como un cuerpo pone énfasis en una relación orgánica, vital y complementaria. La iglesia no existiría sin Cristo y si no existiera la iglesia, en vano vivió, murió y resucitó Jesús. La relación mutua e íntima que existe entre cabeza y cuerpo ilustra la interdependencia e interacción vital de su existencia. Este concepto enfatiza la importancia de la iglesia pero como subordinada al Señor.

Con este precepto doctrinal Pablo termina su intercesión a favor de la iglesia. Su deseo es que los creyentes puedan tener una comprensión amplia y profunda con respecto a quién es Dios y qué ha hecho para ellos en Cristo Jesús, a quien ha puesto sobre todo el universo y en particular como soberano sobre la iglesia. Así logramos percibir el glorioso panorama espiritual del propósito de Dios desde antes del comienzo del tiempo y proyectándose hacia la eternidad venidera. Pablo introduce lo que este autor considera como el tema central de la epístola: La iglesia: expresión máxima del propósito divino ; o, por decirlo de otro modo: La gloria de Dios en la iglesia.