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Judas 1 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)


Salutación

1 La paz sea contigo. Saludos de parte de los amigos; saluda tú a cada uno de nuestros amigos en particular.

2 Judas, servidor de Jesucristo y hermano de Santiago, a los que han sido llamados por Dios Padre para que, bajo la custodia de Jesucristo, vivan en su amor.

Falsas doctrinas y falsos maestros

3 Que la misericordia, la paz y el amor abunden cada vez más en vosotros.

4 Queridos hermanos, ardía yo en deseos de escribiros acerca de un asunto que a todos nos concierne: el de nuestra salvación. Pero ahora debo hacerlo forzado por las circunstancias, pues es preciso alentaros a combatir en defensa de la fe que definitivamente fue un día confiada a los cristianos.

5 Y es que entre vosotros se han infiltrado solapadamente algunos individuos impíos que confunden la gracia de Dios con el libertinaje y que reniegan de Jesucristo, nuestro único Dueño y Señor. Desde hace mucho tiempo las Escrituras anuncian la condenación que se merecen.

6 Ya sé que lo conocéis todo perfectamente, pero vale la pena recordaros unas cuantas cosas. Por ejemplo, que aunque el Señor liberó al pueblo de la opresión egipcia, después aniquiló a los incrédulos.

7 Que a los ángeles que no supieron conservar su condición privilegiada y se rebelaron contra Dios, los mantiene eternamente encadenados a las tinieblas en espera del gran día del juicio final.

8 Y que Sodoma y Gomorra, junto con las ciudades limítrofes entregadas como ellas a la lujuria y al homosexualismo, sufrieron el castigo de un fuego perpetuo, sirviendo así de escarmiento a los demás.

9 Pues, a pesar de todo, esos visionarios se comportan de modo semejante: profanan su cuerpo, rechazan la autoridad del Señor e injurian a los ángeles.

10 Distinto fue el proceder del arcángel Miguel cuando disputaba al diablo el cuerpo de Moisés. Ni siquiera se atrevió a lanzarle una acusación injuriosa; simplemente dijo: "Que el Señor te reprenda".

11 Estos, por el contrario, ultrajan lo que desconocen; y lo poco que conocen, a la manera instintiva de las bestias irracionales, no les sirve más que para la ruina.

12 ¡Ay de ellos! Han seguido las huellas de Caín, se han vendido inicuamente por dinero como Balaam y se han alistado en la catastrófica rebelión de Coré.

13 ¡Ahí los tenéis! Son los que contaminan vuestras reuniones fraternales banqueteando desvergonzadamente y campando por sus respetos. Son nubes sin agua arrastradas por el viento; árboles en otoño, pero sin fruto, definitivamente secos, arrancados de raíz.

14 Son olas de un mar embravecido, que arroja la espuma de sus propias desvergüenzas; estrellas fugaces, cuyo eterno destino es la tiniebla sin fondo.

15 A ellos se refería Henoc, el séptimo patriarca después de Adán, cuando profetizó: "Mirad, viene el Señor con sus innumerables ángeles.

16 Viene para desenmascarar a los malvados por todas las acciones criminales que han cometido, para tapar la boca a los impíos que han hablado contra él con insolencia."

Amonestaciones y exhortaciones

17 ¡Ahí los tenéis! Murmuradores, descontentos, libertinos, fanfarrones, aduladores y materialistas.

18 Pero vosotros, queridos hermanos, recordad lo que predijeron los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo.

19 "En los últimos tiempos - os advertían - os saldrán al paso embaucadores que vivirán impíamente y al capricho de sus pasiones."

20 Estos son los sembradores de discordias, los que viven sensualmente y no tienen el Espíritu de Dios.

21 Así que vosotros, queridos hermanos, haced de una fe tan santa como la vuestra el firme cimiento de vuestra vida cristiana. Suplicad el apoyo del Espíritu Santo

22 y mantenéos en el amor de Dios, esperando confiados que la misericordia de nuestro Señor Jesucristo os lleve a la vida eterna.

23 Tened compasión de los que vacilan,

Doxología

24 contando con que a unos los salvaréis arrancándolos del fuego; pero a otros sólo podréis compadecerlos, y eso con cautela, evitando incluso el contacto superficial con su torpe manera de vivir.

25 Sólo Dios, nuestro Salvador, puede manteneros limpios de pecados y conduciros alegres e intachables hasta su gloriosa presencia. A él sea la gloria, la majestad, la soberanía y el poder, por medio de nuestro Señor Jesucristo, desde antes de todos los tiempos, ahora y por los siglos de los siglos sin fin. Amén.