Biblia Total


Mateo 6 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)


Jesús y la limosna

1 Guardaos de practicar vuestra religión delante de la gente sólo para que os vean. De otro modo, no recibiréis ninguna recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.

2 Por eso, cuando socorras a algún necesitado, no lo pregones a bombo y platillo, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que la gente los alabe. Os aseguro, que ésos ya han recibido su recompensa.

3 Por el contrario, cuando tú socorras a un necesitado, hazlo en secreto, de modo que ni siquiera tu mano izquierda sepa lo que hace tu derecha. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te recompensará.

4 (está incluido en el anterior)

Jesús y la oración

5 Cuando oréis, no hagáis como los hipócritas, que son muy dados a orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para que todo el mundo los vea. Os aseguro que ya han recibido su recompensa.

6 Tú, cuando ores, métete en tu cuarto y, con la puerta cerrada, ora a tu Padre, que está allí a solas contigo. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te recompensará.

7 Y al orar no os pongáis a repetir palabras y palabras, como hacen los paganos, que se imaginan que Dios los escucha solamente cuando dicen largas oraciones.

8 No hagáis eso, porque vuestro Padre sabe de qué tenéis necesidad aun antes que le pidáis nada.

9 Vosotros debéis orar así: Padre nuestro, que estás en los cielos; santificado sea tu nombre.

10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como se hace en el cielo.

11 Danos hoy el pan que necesitamos.

12 Perdónanos el mal que hacemos, como también nosotros perdonamos a quienes nos hacen mal.

13 No permitas que nos apartemos de ti, y líbranos del maligno.

14 Porque, si vosotros perdonáis a los demás el mal que os hayan hecho, también os perdonará a vosotros vuestro Padre que está en los cielos.

15 Pero, si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre os perdonará el mal que vosotros hacéis.

Jesús y el ayuno

16 Cuando ayunéis, no andéis por ahí con cara triste, como hacen los hipócritas, que ponen gesto de lástima para que todos se enteren de que están ayunando. Os aseguro que ya han recibido su recompensa.

17 Tú, por el contrario, cuando quieras ayunar, lávate la cara y péinate bien,

18 para que nadie se entere de que ayunas, excepto tu Padre, que está allí a solas contigo. Y tu Padre, que ve hasta lo más secreto, te recompensará.

Tesoros en el cielo

19 No acumuléis riquezas en este mundo; las riquezas de este mundo se apolillan y se echan a perder y los ladrones entran y las roban.

20 Más bien acumulad riquezas en el cielo, donde no se apolillan ni se echan a perder y donde no hay ladrones que entren a robarlas.

21 Pues donde tengas tus riquezas, allí tendrás también el corazón.

La lámpara del cuerpo

22 Los ojos son la luz del cuerpo. Si tus ojos son limpios, todo tú serás luminoso;

23 pero, si en tus ojos hay maldad, todo tú serás oscuridad. Y si lo que en ti debería ser luz no es más que oscuridad, ¡qué negra será tu propia oscuridad!

Dios y las riquezas

24 Nadie puede servir a dos amos al mismo tiempo, porque odiará al uno y querrá al otro, o será fiel al uno y del otro no hará caso. No podéis servir al mismo tiempo a Dios y al dinero.

El afán y la ansiedad

25 Esto os digo: No andéis preocupado pensando qué vais a comer o qué vais a beber para poder vivir, o con qué ropa vais a cubrir vuestro cuerpo. ¿Es que no vale la vida más que la comida, y el cuerpo más que la ropa?

26 Mirad los pájaros: no siembran, ni cosechan, ni guardan en almacenes, y, sin embargo, vuestro Padre que está en los cielos los alimenta. ¡Pues vosotros, valéis mucho más que los pájaros!

27 Por lo demás, ¿quién de vosotros, por mucho que se preocupe, podrá añadir una sola hora a su vida?

28 ¿Y por qué preocuparos a causa de la ropa? Aprended de los lirios del campo, cómo crecen. No trabajan ni hilan,

29 y, sin embargo, os digo que ni siquiera el rey Salomón, con todo su esplendor, llegó a vestirse como uno de ellos.

30 Pues si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy está verde y mañana será quemada en el horno, ¿no hará mucho más por vosotros? ¡Qué poca es vuestra fe!

31 No os preocupéis pensando qué vais a comer, qué vais a beber o con qué vais a vestiros.

32 Esas son las cosas que preocupan a los que no conocen a Dios; pero vuestro Padre que está en los cielos ya sabe que las necesitáis.

33 Vosotros, antes que nada, buscad el reino de Dios y todo lo justo y bueno que hay en él, y Dios os dará, además, todas esas cosas.

34 No os inquietéis, pues, por el día de mañana, que el día de mañana ya traerá sus inquietudes. ¡Cada día tiene bastante con sus propios problemas!