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Gálatas 1 - Nueva Biblia Española (1975)


Salutación

1 Pablo, apóstol no por nombramiento ni intervención humana, sino por intervención de Jesús Mesías y de Dios Padre, que lo resucitó de la muerte.

2 Yo y todos los hermanos que están conmigo, a las comunidades de Galacia:

3 Les deseamos el favor y la paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesús Mesías,

4 que se entregó por nuestros pecados para librarnos de este perverso mundo presente, conforme al designio de Dios nuestro Padre.

5 A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

No hay otro evangelio

6 Me extraña que tan de prisa dejen al que los llamó al favor que obtuvo el Mesías para pasarse a una buena noticia diferente,

7 que no es tal cosa, sino que hay algunos que los alborotan tratando de darle la vuelta a la buena noticia del Mesías.

8 Pues miren, incluso si nosotros mismos o un ángel bajado del cielo les anunciara una buena noticia distinta de la que les hemos anunciado, ¡fuera con él!

9 Lo que les tenía dicho se lo repito ahora; si alguien les anuncia una buena noticia distinta de la que recibieron, ¡fuera con él!

10 Qué, ¿trato ahora de ganarme la amistad de los hombres o de Dios?, o ¿busco yo contentar a hombres? Si todavía tratara de contentar a hombres, no podría estar al servicio de Cristo.

El ministerio de Pablo

11 Les advierto además, hermanos, que la buena noticia que yo les anuncié no es invento humano;

12 porque tampoco a mí me la ha transmitido ni enseñado ningún hombre, sino una revelación de Jesús como Mesías.

13 Sin duda han oído hablar de mi conducta pasada en el judaísmo; con qué furor perseguía yo a la Iglesia de Dios tratando de destruirla

14 y hacía carrera en el judaísmo más que muchos compatriotas de mi generación, por ser mucho más fanático de las tradiciones de mis padres.

15 Y cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia se dignó

16 revelarme a su Hijo para que yo lo anunciara a los paganos, no consulté con nadie de carne y hueso

17 ni tampoco subí a Jerusalén para ver a los apóstoles anteriores a mí, sino que inmediatamente salí para Arabia, de donde volví otra vez a Damasco.

18 Después, tres años más tarde, subí a Jerusalén para conocer a Pedro y me quedé quince días con él.

19 No vi a ningún otro apóstol, excepto a Santiago, el pariente del Señor.

20 Y en esto que les escribo Dios me es testigo de que no miento.

21 Fui después a Siria y Cilicia.

22 En cambio, las comunidades cristianas de Judea no me conocían personalmente;

23 nada más oían decir que el antiguo perseguidor predicaba ahora la fe que antes intentaba destruir,

24 y alababan a Dios por causa mía.