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Juan 1 - Nueva Biblia Española (1975)


El Verbo hecho carne

1 Al principio ya existía la Palabra, y la Palabra se dirigía a Dios y la Palabra era Dios.

2 Ella al principio se dirigía a Dios.

3 Mediante ella existió todo; sin ella no existió cosa alguna de lo que existe.

4 Ella contenía vida, y esa vida era la luz del hombre;

5 esa luz brilla en la tiniebla y la tiniebla no la ha extinguido.

6 Apareció un hombre enviado de parte de Dios, su nombre era Juan;

7 éste vino para un testimonio, a dar testimonio de la luz, de modo que, por él, todos llegasen a creer.

8 No era él la luz, vino sólo a dar testimonio de la luz.

9 Era esta luz la verdadera, la que ilumina a todo hombre, llegando a este mundo.

10 En el mundo estaba y, aunque el mundo existió mediante ella, el mundo no la reconoció.

11 Vino a su casa, pero los suyos no la acogieron.

12 En cambio, a cuantos la recibieron, los hizo capaces de hacerse hijos de Dios; son los que prestan adhesión a su persona.

13 Y éstos no nacieron de una sangre cualquiera, ni por designio de una carne cualquiera, ni por designio de un varón cualquiera, sino que nacieron de Dios.

14 Así que la Palabra se hizo hombre, acampó entre nosotros y hemos contemplado su gloria -la gloria que un hijo único recibe de su padre-: plenitud de amor y lealtad.

15 Juan da testimonio de él y sigue gritando: Este es de quien yo dije: "El que llega detrás de mí se pone delante de mí, porque estaba primero que yo".

16 Y la prueba es que de su plenitud todos nosotros hemos recibido: un amor que responde a su amor.

17 Porque la Ley se dio por medio de Moisés, el amor y la lealtad tuvieron realidad por medio de Jesús Mesías.

18 A la divinidad nadie la ha visto nunca; el único Dios engendrado, el que está de cara al Padre, él ha sido la explicación.

Testimonio de Juan el Bautista

19 Este fue el testimonio de Juan, cuando las autoridades judías enviaron desde Jerusalén sacerdotes y clérigos a preguntarle: Tú, ¿quién eres?

20 El lo reconoció, no se negó a responder; y lo reconoció así: Yo no soy el Mesías.

21 Le preguntaron: Entonces, ¿qué? ¿eres tú Elías? Contestó él: No lo soy. ¿Eres tú el profeta? Respondió: No.

22 Entonces le preguntaron: ¿Quién eres? Tenemos que llevar una respuesta a los que nos han mandado. ¿Cómo te defines tú?

23 Declaró: Yo, una voz que grita desde el desierto: "Enderecen el camino del Señor" (como dijo el profeta Isaías)

24 Entre los enviados había también fariseos,

25 y le preguntaron: Entonces, ¿por qué bautizas, si no eres tú el Mesías ni Elías ni el Profeta?

26 Juan les respondió: Yo bautizo con agua; entre vosotros está ya presente el que vosotros no conocéis,

27 el que llega detrás de mí; y a ése yo no soy quién para desatarle la correa de las sandalias.

28 Esto sucedió en Betania, donde Juan estaba bautizando.

El Cordero de Dios

29 Al día siguiente, mirando a Jesús que venía hacia él, dijo: Mirad el cordero de Dios, el que va a quitar el pecado del mundo.

30 Este es de quien yo dije: "Detrás de mí llega un hombre que se pone delante de mí, porque estaba primero que yo".

31 Tampoco yo lo conocía, pero si yo he venido a bautizar con agua es para que se manifieste a Israel.

32 Y Juan dio este testimonio: He contemplado al Espíritu que bajaba como paloma desde el cielo; y se quedó sobre él.

33 Tampoco yo lo conocía, fue el que me mandó a bautizar con agua quien me dijo: "Aquél sobre quien veas que el Espíritu baja y se queda, ése es el que va a bautizar con Espíritu Santo".

34 Pues yo en persona lo he visto y dejo testimonio de que éste es el Hijo de Dios.

Los primeros discípulos

35 Al día siguiente, estaba allí Juan otra vez con dos de sus discípulos

36 y, fijando la vista en Jesús que pasaba, dijo: Mirad el cordero de Dios.

37 Al oír estas palabras, los dos discípulos siguieron a Jesús.

38 Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les preguntó: ¿Qué buscáis? Le contestaron: Señor (que equivale a "Maestro"), ¿dónde vives?

39 Les dijo: Vengan y lo verán. Llegaron, vieron dónde vivía y, desde aquél día, se quedaron a vivir con él; serían las cuatro de la tarde.

40 Uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús era Andrés, hermano de Simón Pedro;

41 fue a buscar primero a su propio hermano Simón y le dijo: Hemos encontrado al Mesías (que significa Ungido).

42 Y se lo llevó a Jesús. Jesús, fijando la vista en él, le dijo: Tú eres Simón, el hijo de Juan, a ti te llamarán Cefas (que significa "Piedra").

Jesús llama a Felipe y a Natanael

43 Al día siguiente decidió Jesús salir para Galilea; fue a buscar a Felipe y le dijo: Sígueme.

44 Felipe era de Betsaida, el pueblo de Andrés y Pedro.

45 Fue a buscar a Natanael y le dijo: Al descrito por Moisés en la Ley y luego por los Profetas, lo hemos encontrado: es Jesús, hijo de José, el de Nazaret.

46 Natanael le replicó: ¿De Nazaret puede salir algo bueno? Felipe le contestó: Ven a verlo.

47 Jesús vio venir a Natanael, y comentó: Miren un israelita de veras, en quien no hay falsedad.

48 Natanael le preguntó: ¿De qué me conoces? Jesús le contestó: Antes que te llamara Felipe, estando tú bajo la higuera, me fijé en ti.

49 Natanael le respondió: Señor mío, tú eres el hijo de Dios, tu eres rey de Israel.

50 Le contestó Jesús: ¿Es porque te he dicho que me fijé en ti debajo de la higuera por lo que crees? Pues cosas más grandes verás.

51 Y le dijo: Sí, les aseguro: verán el cielo quedar abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar por este Hombre.