Predicación de Juan el Bautista
1 Orígenes de la buena noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios.
2 Como estaba escrito en el profeta Isaías: "Mira, envío mi mensajero delante de ti, él preparará tu camino" (Mal 3,1)
3 "Una voz grita desde el desierto: Prepárenle el camino al Señor, enderecen sus senderos", (Is 40,3)
4 se presentó Juan Bautista pregonando desde el desierto un bautismo en señal de enmienda para el perdón de los pecados.
5 Acudía toda la comarca de Judea y los vecinos todos de Jerusalén, y él los bautizaba en el Jordán cuando confesaban sus pecados.
6 Juan iba vestido de pelo de camello, con una correa de cuero a la cintura, y comía saltamontes y miel silvestre.
7 Esta era su proclamación: Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo, y yo no soy bastante para agacharme y desatarle la correa de las sandalias.
8 Yo os he bautizado con agua, él os bautizará con Espíritu Santo.
9 Por aquellos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea, y Juan lo bautizó en el Jordán.
10 Y en seguida, mientras salía del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hasta él como una paloma.
11 Se oyó una voz del cielo: Tú eres mi Hijo a quien yo quiero, mi predilecto.
12 En seguida el Espíritu lo sacó fuera al desierto.
13 Estuvo en el desierto cuarenta días: Satanás lo ponía a prueba, estaba con las fieras y los ángeles le servían.
Jesús principia su ministerio
14 Cuando entregaron a Juan, Jesús se fue a Galilea a proclamar de parte de Dios la buena noticia.
15 Decía: Se ha cumplido el plazo, ya llega el reinado de Dios. Enmiéndense y tengan fe en esta buena noticia.
Jesús llama a cuatro pescadores
16 Pasando junto al lago de Galilea vio a Simón y a su hermano Andrés que estaban echando una red en el lago, pues eran pescadores.
17 Jesús les dijo: Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres.
18 Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
19 Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en su barca repasando las redes,
20 y en seguida los llamó; dejaron a su padre, Zebedeo, en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.
Un hombre que tenía un espíritu inmundo
21 Y se dirigieron a Cafarnaún.El sábado siguiente fue a la sinagoga y se puso a enseñar.
22 Estaban asombrados de su enseñanza, porque enseñaba como quien está autorizado, y no como los letrados.
23 Y en seguida, un hombre que había en aquella sinagoga poseído por un espíritu inmundo, se puso a gritar:
24 ¿Quién te mete a ti en lo nuestro, Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Consagrado por Dios.
25 Jesús le intimó: ¡Cállate la boca y sal de este hombre!
26 El espíritu inmundo lo retorció y, dando un alarido, salió.
27 Se quedaron todos tan estupefactos que se preguntaban unos a otros: ¿Qué significa esto? Una enseñanza nueva, autorizada, y además da órdenes a los espíritus inmundos y le obedecen.
28 Su fama se extendió en seguida por todas partes, llegando a toda la comarca circundante de Galilea.
Jesús sana a la suegra de Pedro
29 Al salir de la sinagoga se fueron derechos a casa de Simón y Andrés llevando a Santiago y a Juan.
30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron en ; seguida.
31 Jesús se acercó, la tomó de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Muchos sanados al ponerse el sol
32 Al atardecer, cuando se puso el sol, le fueron llevando todos los enfermos y endemoniados.
33 Estaba la población entera agolpada a la puerta.
34 Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y no permitía a los demonios decir que sabían quién era.
Jesús recorre Galilea predicando
35 Se levantó muy de madrugada y salió, se marchó a un lugar descampado y estuvo orando allí.
36 Simón y sus compañeros echaron tras él
37 y al encontrarlo le dijeron: Todo el mundo te busca.
38 El les respondió: Vámonos a otra parte, a los pueblos cercanos, que voy a predicar también allí; para eso he salido.
39 Y fue predicando por aquellas sinagogas, por toda Galilea, y expulsando los demonios.
40 Se le acercó un leproso y le suplicó de rodillas: Si quieres, puedes limpiarme.
41 Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: Quiero, queda limpio.
42 Enseguidase le quitó la lepra y quedó limpio.
43 El, avisándole muy en serio, lo sacó fuera enseguida,
44 y le dijo: Cuidado con decirle nada a nadie; eso sí, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les conste.
45 Pero el otro, en cuanto salió, se puso a contarlo a más y mejor, divulgando la cosa hasta el punto de que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugar despoblado, pero se acercaban a él de todas partes.