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Tito 1 - Nueva Biblia Española (1975)


Salutación

1 Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesús Mesías, para que crean los elegidos de Dios: para que conozcan la verdad propia de la piedad

2 que se apoya en la esperanza de vida eterna. Dios, que no miente, había prometido esa vida desde tiempos inmemoriales;

3 al llegar el momento ha cumplido su palabra públicamente con la predicación que me han confiado por disposición de Dios nuestro Salvador.

El amor y la fe de Filemón

4 Querido Tito, hijo legítimo en la fe común: te deseo el favor y la paz de Dios Padre y del Mesías Jesús salvador nuestro.

Requisitos de ancianos y obispos

5 Mi intención al dejarte en Creta era que acabaras de organizar lo que faltaba y nombraras responsables en cada ciudad, siguiendo las instrucciones que te di yo;

6 cada uno sea irreprochable, fiel a su mujer, con hijos creyentes, no indisciplinados ni de mala fama.

7 Porque siendo administrador de Dios, el dirigente tiene que ser irreprochable: no debe ser orgulloso ni colérico, ni dado al vino, a riñas o a sacar dinero.

8 Al revés, que sea hospitalario, amigo de lo bueno, equilibrado, adepto a los hombres y a Dios, dueño de sí;

9 debe ser adicto a la doctrina auténtica; así será capaz de predicar una enseñanza sana y de rebatir a los adversarios.

10 Porque hay mucho rebelde, charlatán y engañador, sobre todo entre los judíos convertidos,

11 y hace falta taparles la boca. Revuelven familias enteras enseñando lo que no se debe, y todo para sacar dinero.

12 Fue uno de su tierra, un profeta de ellos quien dijo: "Cretenses, siempre embusteros, malas bestias, estómagos perezosos”,

13 y tenía razón en lo que dijo. Por este motivó, repréndelos enérgicamente, para que estén saludables en la fe.

14 Que se dejen de dar oídos a cuentos judaicos y a preceptos de hombres que vuelven la espalda a la verdad.

15 Todo es limpio para los limpios; en cambio, para los sucios y faltos de fe no hay nada limpio: hasta la mente y la conciencia la tienen sucia.

16 Hacen profesión de conocer a Dios, pero con sus acciones lo desmienten, por esa detestable obstinación que los incapacita para cualquier acción buena.