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2 Timoteo 1 - Biblia Reina Valera 1862


Salutación

1 PABLO, apóstol de Jesu Cristo, por la voluntad de Dios según la promesa de la vida, que es por Cristo Jesús,

2 A Timoteo, mi amado hijo: Gracia, misericordia, y paz de Dios el Padre, y de Jesu Cristo Señor nuestro.

Testificando de Cristo

3 Doy gracias a Dios, a quien sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar tengo memoria de tí en mis oraciones noche y día;

4 Deseando mucho verte, acordándome de tus lágrimas, para que me llene de gozo;

5 Trayendo a la memoria la fé no fingida que está en tí, que también habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice; y estoy cierto que habita en tí también.

6 Por lo cual te amonesto, que despiertes el don de Dios que está en tí por la imposición de mis manos.

7 Porque no nos ha dado Dios el espíritu de temor, sino el de fortaleza, y de amor, y de cordura.

8 Por tanto no te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni de mí que soy su prisionero; ántes sé partícipe de los trabajos del evangelio según la virtud de Dios,

9 El cual nos ha salvado, y nos ha llamado con santa vocación, no según nuestras obras, mas según su propio propósito, y gracia, la cual nos fué dada en Cristo Jesús, ántes de los tiempos de los siglos;

10 Mas ahora es manifestada por la manifestación de nuestro Salvador Jesu Cristo, el cual verdaderamente acabó con la muerte, y sacó a luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio:

11 Del cual yo soy constituido predicador, y apóstol, y maestro de los Gentiles.

12 Por cuya causa asimismo padezco estas cosas; mas no me avergüenzo; porque yo sé a quien he creido, y estoy cierto que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.

13 Retén firmemente la forma de las sanas palabras que de mí oiste, en fé y amor que es en Cristo Jesús.

14 Guarda, pues, el buen depósito por el Espíritu Santo que habita en nosotros.

15 Ya sabes esto, que se me han vuelto en contrarios todos los que están en Asia; de los cuales son Figello, y Hermógenes.

16 Dé el Señor misericordia a la casa de Onesiforo, que muchas veces me refrigeró, y no se avergonzó de mi cadena:

17 Ántes estando él en Roma, me buscó solícitamente, y me halló.

18 Déle el Señor que halle misericordia cerca del Señor en aquel día. Y cuanto nos ayudó en Efeso, tú lo sabes muy bien.