Biblia Total


2 Pedro 1 - Biblia Reina Valera 1990 (Adventista del Séptimo Día)


Salutación

1 Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado una fe igualmente preciosa como la nuestra, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo.

2 Gracia y paz os sea multiplicada en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús.

Partícipes de la naturaleza divina

3 Todo lo que pertenece a la vida y a la piedad nos fue dado por su divino poder, por el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y virtud.*

4 Por ese medio nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas lleguemos a participar de la naturaleza divina, y nos libremos de la corrupción que está en el mundo por causa de los malos deseos.

5 Por esa razón, poned la mayor diligencia en agregar a vuestra fe, virtud; a la virtud, conocimiento;

6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad;

7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.*

8 Porque si estas virtudes están en vosotros, y abundan, no os dejarán ociosos, ni sin fruto en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.

9 El que carece de ellas, es corto de vista y ciego, y ha olvidado que ha sido purificado de sus antiguos pecados.*

10 Por lo cual, hermanos, procurad tanto más afirmar vuestra vocación y elección; porque al hacer esto, no caeréis jamás.

11 De esta manera os será concedida amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

12 Por eso siempre os recordaré estas cosas, aunque vosotros las sabéis, y estáis confirmados en la verdad presente.

13 Me parece justo refrescar vuestra memoria en tanto que estoy en este cuerpo.

14 Porque sé que en breve, tengo que abandonar mi cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado.*

15 También procuraré con diligencia, que después de mi partida, vosotros podáis recordar siempre estas cosas.

Testigos presenciales de la gloria de Cristo

16 Porque no hemos seguido fábulas ingeniosas, cuando os hemos hablado del poder y de la venida de nuestro Señor Jesucristo, sino que fuimos testigos oculares de su majestad.

17 Porque él recibió honra y gloria del Padre Dios, cuando una voz vino desde la magnífica gloria, y dijo: "Este es mi Hijo amado. En él me complazco".*

18 Y nosotros oímos esa voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo.

19 Además tenemos la palabra profética aún más segura, a la que hacéis bien en estar atentos, como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca, y el Lucero de la mañana salga en vuestro corazón.

20 Ante todo, sabed que ninguna profecía de la Escritura vino por una interpretación privada del mismo profeta.

21 Porque ninguna profecía vino jamás por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron inspirados por el Espíritu Santo.