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Hechos 13 - Biblia Castilian 2003


Bernabé y Saulo comienzan su primer viaje misionero

1 Hab a en la Iglesia de Antioqu a profetas y maestros: Bernabé y Simeón, llamado el Negro, Lucio el de Cirene, Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo.

2 Un d a que estaban celebrando el culto del Se or acompa ado de ayuno, dijo el Esp ritu Santo: "Separadme a Bernabé y a Saulo, para la obra a que los tengo destinados".

3 Entonces ayunaron y oraron, les impusieron las manos y los enviaron.

Los apóstoles predican en Chipre

4 Ellos, pues, con esta misión del Esp ritu Santo, bajaron a Seleuc a y de all navegaron hacia Chipre.

5 Llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los jud os. Contaban también con la ayuda de Juan.

6 Atravesaron toda la isla hasta Pafos. Encontraron aqu a cierto hombre, mago y falso profeta jud o, por nombre Bar Jesús,

7 que estaba al servicio del procónsul Sergio Paulo, hombre prudente. Éste, llamando ante s a Bernabé y a Saulo, mostró interés por escuchar la palabra de Dios.

8 Se les opon a Elimas, el mago - que esto es lo que significa su nombre -, tratando de apartar de la fe al procónsul.

9 Pero Saulo - también llamado Pablo - lleno de Esp ritu Santo, fijando sus ojos en él,

10 dijo: "¡Hombre lleno de toda supercher a y de toda vileza, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de torcer los rectos caminos del Se or?

11 Ahora mismo caerá sobre ti la mano del Se or y quedarás ciego, sin poder ver el sol por cierto tiempo". Y al instante le sobrevinieron oscuridad y tinieblas y, tanteando, buscaba quien le llevara de la mano.

12 Al ver el procónsul lo sucedido abrazó la fe, maravillado de la doctrina del Se or.

Pablo y Bernabé en Antioquía de Pisidia

13 Desde Pafos, Pablo y sus compa eros se hicieron a la vela y llegaron a Perge de Panfilia. Juan se separó de ellos y se volvió a Jerusalén.

14 Ellos, después de atravesar Perge, llegaron a Antioqu a de Pisidia y, entrando en la sinagoga el d a de sábado, se sentaron.

15 Después de la lectura de la ley y de los profetas, les mandaron aviso los jefes de la sinagoga diciendo: "Hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, decidla".

16 Se levantó Pablo y, reclamando atención con la mano, dijo: "Israelitas y los que teméis a Dios, escuchad:

17 el Dios de este pueblo, de Israel, eligió a nuestros padres, multiplicó al pueblo durante su destierro en el pa s de Egipto y con brazo firme los sacó de él.

18 Cerca de cuarenta a os aguantó su conducta en el desierto;

19 y habiendo exterminado a siete naciones en el pa s de Canaán, les dio su tierra en herencia

20 durante casi cuatrocientos cincuenta a os. Después les proporcionó jueces, hasta el profeta Samuel.

21 Luego pidieron un rey, y Dios les concedió a Saúl, hijo de Cis, hombre de la tribu de Benjam n, por espacio de cuarenta a os.

22 Después de rechazar a éste, les suscitó por rey a David, a favor del cual además dio testimonio diciendo: "He hallado en David, el hijo de Jesé, un hombre según mi corazón, que hará en todo mi voluntad".

23 De su descendencia Dios ha hecho salir para Israel, según la promesa, un salvador, Jesús,

24 precedido por Juan, que predicó antes de su llegada un bautismo de conversión a todo el pueblo de Israel".

25 Estando ya Juan a punto de terminar su carrera, declaró: "Yo no soy lo que pensáis que soy; sino que detrás de m viene aquel de quien yo no soy digno de desatar la sandalia de los pies".

26 "Hermanos, hijos del linaje de Abrahán, y los que entre vosotros temen a Dios: a nosotros ha sido enviado este mensaje de salvación.

27 Porque los habitantes de Jerusalén y sus jefes, al condenarlo, cumplieron, sin saberlo, las palabras de los profetas que se leen cada sábado;

28 y, sin encontrar causa alguna de muerte, pidieron a Pilato que lo quitara de en medio.

29 Una vez realizado todo lo que de él estaba escrito, lo bajaron de la cruz y lo pusieron en un sepulcro.

30 Pero Dios lo resucitó de entre los muertos,

31 y él se apareció durante muchos d as a los que hab an subido con él de Galilea a Jerusalén, los cuales son [ahora] testigos suyos ante el pueblo.

32 Nosotros, pues, os anunciamos que la promesa hecha a los padres,

33 Dios la ha cumplido en favor de los hijos, que somos nosotros, suscitando a Jesús, como ya estaba escrito en el Salmo segundo: Hijo m o eres tú; yo te he engendrado hoy.

34 Y que lo resucitar a de entre los muertos de manera que no volviera a la corrupción, lo hab a dicho con estas palabras: Os daré las cosas santas, las que no han de fallar, prometidas a David.

35 Y en otro lugar: No dejarás que tu santo experimente corrupción.

36 Ahora bien, David, después de haber servido durante su vida al designio de Dios, murió y fue a reunirse con sus padres y experimentó corrupción.

37 Pero éste, a quien Dios resucitó, no ha experimentado corrupción.

38 Sabed, pues, hermanos, que por medio de él se os anuncia la remisión de los pecados, y que de todas aquellas cosas de las cuales no pudisteis ser justificados por la ley de Moisés

39 es justificado por él todo el que cree.

40 Mirad, pues, no sobrevenga lo que está dicho en los profetas:

41 Ved, menospreciadores, asombraos y desapareced; porque voy a realizar en vuestros d as una obra que no la creer ais si os la contaran. "

42 A la salida, les rogaban que el sábado siguiente volvieran a hablarles de estas cosas.

43 Y disuelta la reunión, muchos de los jud os y de los prosélitos piadosos acompa aron a Pablo y a Bernabé, los cuales, conversando con ellos, trataban de persuadirles a mantenerse fieles a la gracia de Dios.

44 El sábado siguiente, casi toda la ciudad se congregó para escuchar la palabra de Dios.

45 Pero al ver los jud os la muchedumbre, se llenaron de envidia y contradec an con injurias las afirmaciones de Pablo.

46 Entonces Pablo y Bernabé dijeron con firme entereza: "A vosotros ten amos que dirigir primero la palabra de Dios; pero en vista de que la rechazáis y no os juzgáis dignos de la vida eterna, nos volvemos a los gentiles.

47 Porque as nos lo ha ordenado el Se or: Voy a hacerte luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta los con fines de la tierra".

48 Al o r esto, los gentiles se alegraban y glorificaban la palabra del Se or; y creyeron cuantos estaban destinados a vida eterna.

49 La palabra del Se or se propagaba por toda la región.

50 Pero los jud os instigaron a las mujeres devotas y distinguidas y a los principales de la ciudad, y provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé, expulsándolos de sus confines.

51 Ellos, pues, sacudiéndose el polvo de sus pies contra aquéllos, se fueron a Iconio,

52 mientras los disc pulos quedaban llenos de gozo y de Esp ritu Santo.