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Lucas 5 - Biblia Castilian 2003


La pesca milagrosa

1 Sucedió, pues, que, mientras él estaba de pie junto al lago de Genesaret, el pueblo se fue agolpando en torno a él, para o r la palabra de Dios.

2 En esto, vio dos barcas atracadas a la orilla del lago, pues los pescadores hab an desembarcado y estaban lavando las redes.

3 Subió a una de estas barcas, que era de Simón, y le rogó que la apartara un poco de la orilla; se sentó y ense aba a las multitudes desde la barca.

4 Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: "Navega mar adentro y echad vuestras redes para pescar".

5 Y respondió Simón: "Maestro, toda la noche hemos estado bregando, pero no hemos pescado nada, sin embargo, puesto que tú lo dices, echaré las redes".

6 Lo hicieron as, y recogieron tan gran de cantidad de peces que las redes estaban a punto de romperse.

7 Entonces hicieron se as a los compa eros que estaban en la otra barca para que vinieran a ayudarles; acudieron y llenaron tanto las dos barcas que casi se hund an.

8 Cuando Simón Pedro vio esto se echó a los pies de Jesús, diciéndole: "Apártate de m, Se or, que soy hombre pecador".

9 Es que un enorme estupor se hab a apoderado de él y de los que con él estaban, ante la redada de peces que hab an capturado.

10 Igualmente les sucedió a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban asociados con Simón. Pero Jesús le dijo a Simón: "No tengas miedo. Desde ahora serás pescador de hombres". Y cuando atracaron las barcas a la orilla, dejándolo todo, lo siguieron.

Jesús sana a un leproso

12 Estaba él en una ciudad y hab a all un hombre cubierto de lepra. Al ver éste a Jesús, se postró ante él y le suplicó: "Se or, si quieres, puedes dejarme limpio".

13 Él extendió la mano y lo tocó, diciéndole: "Quiero; queda limpio". E inmediatamente la lepra desapareció de él.

14 Entonces le mandó que a nadie lo dijera, sino: "Ve a presentarte al sacerdote y a ofrecer por tu purificación según lo mandó Moisés, para que tengan constancia de ello".

15 Pero su fama se extend a cada d a más, y numerosas multitudes acud an para o rlo y para ser curadas de sus enfermedades.

16 Él, sin embargo, se retiraba a lugares deshabitados y oraba.

Jesús sana a un paralítico

17 Un d a, mientras él ense aba, estaban all sentados algunos fariseos y doctores de la ley, que hab an venido de todas las aldeas de Galilea y de Judea y de Jerusalén. Una fuerza del Se or le asist a para curar.

18 Entonces unos hombres, que tra an en una camilla a un paral tico, trataban de introducirlo y ponerlo delante de él.

19 No encontrando por dónde introducirlo a causa de la multitud, subieron al terrado y, por entre las tejas, lo pusieron, con su camilla, all en medio, delante de Jesús.

20 Cuando él vio la fe de aquellos hombres, dijo: "Hombre, perdonados te quedan tus pecados".

21 Los escribas y los fariseos comenzaron a pensar: "Pero ¿quién es éste, que está diciendo blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios solo?".

22 Conociendo Jesús sus pensamientos, les respondió: "¿Qué es lo que estáis pensando en vuestro corazón?

23 ¿Qué es más fácil decir: "Perdonados te quedan tus pecados", o decir: "Levántate y anda"?

24 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados - dijo al paral tico -: yo te lo mando; levántate, toma tu camilla y vete a tu casa".

25 E inmediatamente se levantó delante de ellos, tomó la camilla en que hab a estado tendido y se marchó a su casa, glorificando a Dios.

26 Todos quedaron como fuera de s, glorificaban a Dios y, llenos de temor, exclamaban: "¡Hoy hemos visto cosas incre bles!"

Llamamiento de Leví

27 Después de esto, al salir, vio a un publicano, llamado Lev, en su despacho de cobrador de impuestos, y le dijo: "S gueme".

28 Y él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.

29 Entonces Lev le ofreció un gran banquete en su casa, al que asist a gran número de publicanos y otros más, que estaban a la mesa con ellos.

30 Los fariseos y sus escribas murmuraban y dec an a los disc pulos: "¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?".

31 Jesús les contestó: "No necesitan médico los sanos, sino los enfermos;

32 no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan".

La pregunta sobre el ayuno

33 Entonces le dijeron: "Los disc pulos de Juan ayunan con frecuencia y hacen oraciones; y también lo hacen los de los fariseos. Pero los tuyos se lo pasan comiendo y bebiendo".

34 Entonces Jesús les respondió: "¿Acaso podéis obligar a que ayunen los invitados a la boda mientras el novio está con ellos?

35 Tiempo llegará en que les quiten al novio, y entonces, en aquellos d as, ayunarán".

36 Les dec a, además, una parábola: "Nadie corta un trozo de un vestido nuevo para echar un remiendo en un vestido viejo: porque si no, romper a el nuevo, y al viejo no le ir a bien el remiendo sacado del nuevo.

37 Tampoco echa nadie vino nuevo en odres viejos; porque si no, el vino nuevo reventar a los odres y se derramar a, y los odres se echar an a perder;

38 hay que echar el vino nuevo en odres nuevos.

39 Y nadie que haya probado el vino a ejo quiere el nuevo, porque dice: "El a ejo es mejor"".