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Marcos 11 - Biblia Castilian 2003


La entrada triunfal en Jerusalén

1 Cuando se acercaban a Jerusalén, por Betfagé, junto al monte de los Olivos, env a a dos de sus disc pulos,

2 y les dice: "Id a esa aldea que está frente a vosotros y, apenas entréis en ella, encontraréis atado un pollino, en el cual no se ha montado todav a nadie; desatadlo y traedlo.

3 Y si alguien os dice: "¿Por qué hacéis eso?", responded: "El Se or lo necesita, pero lo devolverá aqu en seguida"".

4 Ellos fueron y encontraron un pollino atado delante de una puerta, fuera, en la calle, y se ponen a desatarlo.

5 Pero algunos de los que estaban all les preguntaban: "¿Qué hacéis desatando el pollino?".

6 Ellos les respondieron como Jesús se lo hab a indicado; y les dejaron hacerlo.

7 Llevan, pues, el pollino ante Jesús, echan encima del pollino sus mantos, y Jesús se montó en él.

8 Muchos extendieron sobre el camino sus mantos; otros ramas que cortaban de los campos.

9 Y tanto los que iban delante como los que iban detrás, gritaban: "¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Se or!

10 ¡Bendito el reino, que ya llega, de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!".

11 Entró en Jerusalén, en el templo; y después de observarlo todo, como ya era tarde, salió para Betania con los Doce.

Maldición de la higuera estéril

12 Al d a siguiente, ya salidos de Betania, sintió hambre,

13 y divisando a lo lejos una higuera con hojas, se acercó a ver si encontraba algo; pero cuando llegó sólo encontró hojas, pues no era tiempo de higos.

14 Y dirigiéndose a ella, le dijo: "Nunca jamás coma ya nadie fruto de ti". Sus disc pulos lo estaban oyendo.

Purificación del templo

15 Llegan a Jerusalén. Y, entrando en el templo, comenzó a expulsar a los que vend an y compraban en él, volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas,

16 y no permitió que nadie transportara objeto alguno a través del templo.

17 Y les ense aba diciéndoles: "¿Acaso no está escrito: Mi casa ha de ser casa de oración para todos los pueblos? Pero vosotros la tenéis convertida en guarida de ladrones".

18 Cuando los pont fices y los escribas se enteraron buscaban la manera de acabar con él; pero le ten an miedo, porque todo el pueblo estaba maravillado de su ense anza.

19 Al atardecer salieron fuera de la ciudad.

La higuera maldecida se seca

20 Al pasar por la ma ana, vieron que la higuera se hab a secado de ra z.

21 Entonces Pedro, cayendo en la cuenta, le dice: "¡Rabb ! Mira, la higuera que tú maldijiste se ha quedado seca".

22 Jesús les respondió: "Tened fe en Dios.

23 Os aseguro que quien diga a este monte: "Qu tate de ah y échate al mar" - y esto sin titubear en su corazón, sino creyendo que se hará lo que dice - lo conseguirá.

24 Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis obtenido y se os concederá.

25 Y cuando estéis orando, si tenéis algo contra alguien, perdonadlo, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone vuestros pecados".

La autoridad de Jesús

27 Llegan de nuevo a Jerusalén. Y mientras él andaba paseando por el templo, se le acercan los pont fices, los escribas y los ancianos

28 y le preguntan: "¿Con qué autoridad haces tú esas cosas, o quién te dio esa autoridad para hacerlas?".

29 Jesús les contestó: "Os voy a hacer una sola pregunta. Respondédmela, y yo os diré con qué autoridad hago todo eso.

30 El bautismo de Juan, ¿era del cielo o era de los hombres? Respondedme".

31 Pero ellos deliberaban entre s, diciendo: "Si respondemos "del cielo", dirá: "¿Por qué, pues, no cre steis en él?"

32 Pero ¿vamos a responder "de los hombres"?" ten an miedo al pueblo, pues todos ten an a Juan por un verdadero profeta -.

33 Y respondiendo a Jesús, le dicen: "No lo sabemos". Entonces Jesús les contesta: "Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas".