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Hechos 17 - Nueva Biblia Española (1975)


El alboroto en Tesalónica

1 Atravesando Anfípolis y Apolonia llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga judía.

2 Pablo, según su costumbre, se presentó allí y por tres sábados discutió con ellos. Apoyándose en la Escritura,

3 explicaba y probaba que el Mesías tenía que padecer y resucitar, y concluía: "Ese Mesías es Jesús, el que yo les anuncio".

4 Algunos judíos se convencieron y se juntaron a Pablo y Silas, con gran número de adictos griegos y no pocas mujeres principales.

5 Envidiosos los judíos, recluta-ron unos maleantes del arroyo y, provocando tumultos, alborotaron la ciudad. Se metieron en casa de Jasón, en busca de Pablo y Silas, para conducirlos ante la plebe;

6 al no encontrarlos, arrastraron a Jasón y a algunos hermanos a presencia de los concejales, gritando: Esos que han revolucionado el mundo se han presentado también aquí

7 y Jasón les ha dado hospedaje. Todos éstos actúan contrariamente a los edictos del Emperador, porque afirman que hay otro rey, Jesús.

8 Estas palabras alarmaron a la multitud y a los concejales,

9 y exigieron una fianza a Jasón y a los otros para ponerlos en libertad.

Pablo y Silas en Berea

10 Inmediatamente, de noche, los hermanos hicieron salir a Pablo y a Silas para Berea. Llegados allí, se dirigieron a la sinagoga.

11 Los judíos de Berea eran de mejor natural que los de Tesalónica y recibieron el mensaje con toda buena voluntad, examinando a diario la Escritura para comprobar si estaban así las cosas.

12 En consecuencia, muchos de ellos creyeron y, además, no pocos paganos, señoras distinguidas y hombres.

13 Pero cuando los judíos de Tesalónica descubrieron que Pablo anunciaba el mensaje de Dios en Berea, fueron allí a agitar a la gente y a alborotarla.

14 Entonces los hermanos, sin tardar, hicieron que Pablo saliera para la costa, mientras Silas y Timoteo se quedaron allí.

15 Los que conducían a Pablo lo llevaron hasta Atenas, y se volvieron con el encargo de que Silas y Timoteo se reunieran con Pablo cuanto antes.

Pablo en Atenas

16 Mientras Pablo los aguardaba en Atenas, le llegaba al alma ver la ciudad poblada de ídolos.

17 Por un lado, hablaba en la sinagoga a los judíos y adictos, y además a diario en la plaza mayor con los que encontraba.

18 Incluso algunos filósofos epicúreos y estoicos conversaban con él. Unos preguntaban: ¿Qué tendrá que decir ese charlatán? Otros, al oír que anunciaba a Jesús y la resurrección, decían: Parece ser un propagandista de dioses extranjeros.

19 Lo agarraron, lo llevaron al Areópago y le preguntaron: ¿Se puede saber qué es esa nueva doctrina que enseñas?

20 Porque estás metiendo conceptos que nos suenan extraños y queremos saber qué significan.

21 (Es que los atenienses todos y los forasteros residentes allí gastaban el tiempo contando o escuchando la última novedad).

22 Pablo, de pie en medio del Areópago, dijo: Atenienses, en cada detalle observo que son en todo extremadamente religiosos.

23 Porque paseándome por ahí y fijándome en sus monumentos sagrados, encontré incluso un altar con esta inscripción: "Al dios desconocido". Pues eso que veneran sin conocerlo, se lo anuncio yo:

24 el Dios que hizo el mundo y todo lo que contiene, ese que es Señor de cielo y tierra, no habita en templos construidos por hombres,

25 ni lo sirven manos humanas, como si necesitara de alguien, el que a todos da la vida y el aliento y todo.

26 De un solo hombre sacó todas las naciones para que habitaran la faz de la tierra, determinando las etapas de su historia y los límites de sus territorios.

27 Quería que lo buscaran a él, a ver si al menos a tientas lo encontraban, por más que no está lejos de ninguno de nosotros,

28 pues en él vivimos, nos movemos y existimos. Así lo dicen incluso algunos de sus poetas:

29 "Sí, linaje suyo somos". Por tanto, si somos linaje de Dios, no podemos pensar que la divinidad se parezca a oro, plata o piedra, esculpidos por la destreza y la fantasía de un hombre.

30 Pues bien, Dios, pasando por alto aquellos tiempos de ignorancia, manda ahora a todos los hombres en todas partes que se enmienden;

31 porque tiene señalado un día en que juzgará el universo con justicia, por medio del hombre que ha designado, y ha dado a todos garantía de esto resucitándolo de la muerte.

32 Al oír "resurrección de muertos", unos lo tomaban a broma; otros dijeron: De esto te oiremos hablar en otra ocasión.

33 Entonces Pablo se salió del grupo.

34 Algunos hombres, sin embargo, le habían dado su adhesión y habían creído, entre ellos Dionisio el Areopagita, además de una mujer llamada Dámaris y algunos otros.