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Lucas 8 - Nueva Biblia Española (1975)


Mujeres que sirven a Jesús

1 Después de esto fue caminando de pueblo en pueblo y de aldea en aldea proclamando la buena noticia del reino de Dios; lo acompañaban los Doce

2 y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María Magdalena, de la que había echado siete demonios;

3 Juana, mujer de Cusa, administrador de Herodes; Susana, y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

Parábola del sembrador

4 Como se le juntaba mucha gente y en cada pueblo se iban añadiendo más, les dijo esta parábola:

5 Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrar, algo cayó en el camino, lo pisaron y los pájaros se lo comieron.

6 Otra parte cayó en las rocas, y al brotar se secó por falta de humedad.

7 Otra parte cayó entre espinos, y los espinos, brotando al mismo tiempo, la ahogaron.

8 Otra parte cayó en tierra buena, brotó y dio fruto al ciento por uno. Dicho esto, exclamó: ¡Quien tenga oídos para oír, que escuche!

9 Entonces le preguntaron los discípulos: ¿Qué significa esa parábola?

10 El les respondió: Ustedes están ya capacitados para comprender los secretos del reinado de Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas; así, viendo no ven y oyendo no entienden. [(Is 6,9)

11 La parábola significa esto: La semilla es el mensaje de Dios.

12 "Los del camino" son los que escuchan, pero luego viene el diablo y les quita el mensaje del corazón, para que no crean y se salven.

13 Los de las rocas" son los que, al escucharlo, reciben el mensaje con alegría, pero éstos no tienen" raíces; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba desertan.

14 Lo que cayó entre espinos" son esos que escuchan, pero con los afanes y riquezas y placeres de la vida, poco a poco se ahogan y no maduran.

15 "Lo de la tierra buena" son los que escuchan, guardan el mensaje en un corazón noble y generoso y dan fruto con su constancia.

Nada oculto que no haya de ser manifestado

16 Nadie enciende una vela para taparla con una olla o meterla debajo de la cama; la pone en el candelero para que los que entran vean la luz.

17 Porque nada hay oculto que no deba descubrirse, ni nada secreto que no deba saberse o hacerse público.

18 Por eso a ver cómo escuchan: porque al que produzca se le dará, pero al que no produzca se le quitará hasta lo que cree tener.

La madre y los hermanos de Jesús

19 Fueron a verlo su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.

20 Entonces le avisaron: Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte.

21 Pero él les contestó: Mi madre y mis hermanos son los que escuchan el mensaje de Dios y lo ponen por obra.

Jesús calma la tempestad

22 Un día subió a una barca con sus discípulos y les dijo: Crucemos a la otra orilla del lago. Y zarparon.

23 Mientras navegaban, él se quedó dormido. Se abatió sobre el lago un remolino de viento; la barca se les anegaba y corrían peligro.

24 Los discípulos se acercaron y lo despertaron gritándole: ¡Maestro, Maestro, que nos hundimos! El se despertó y dio una orden al viento y al oleaje; se apaciguaron y vino la calma.

25 Entonces les dijo: ¿Dónde está la fe de ustedes? Ellos comentaban con miedo y admiración: Pero entonces, ¿quién será éste? Da órdenes al viento y al agua, y le obedecen.

El endemoniado gadareno

26 Llegaron a la región de los gerasenos, que está enfrente de Galilea.

27 Al saltar a tierra, un hombre de la aldea, que estaba endemoniado, le salió al encuentro; hacía tiempo que no usaba vestido ni vivía en una casa, sino en los sepulcros.

28 Al ver a Jesús empezó a dar gritos, se postró ante él y le dijo a voces: ¿Quién te mete a ti en esto, Jesús, Hijo de Dios Soberano? Por favor no me atormentes.

29 (Es que Jesús le estaba mandando al espíritu inmundo que saliera del hombre, pues a menudo le producía ataques, y aunque lo sujetaban atándolo con cadenas y grillos, él rompía las ataduras, y el demonio lo empujaba a lugares despoblados).

30 Jesús le preguntó: ¿Cómo te llamas? El respondió: Legión. De hecho eran muchos los demonios que habían entrado en él

31 y le rogaban que no los mandara al Abismo.

32 Había allí cerca un buen rebaño de cerdos pastando en la falda del cerro; los demonios le rogaron que les permitiera entrar en ellos. El se lo permitió.

33 Los demonios salieron del hombre y se metieron en los cerdos; el rebaño se lanzó por el precipicio al lago y se ahogó.

34 Al ver lo ocurrido, los cuidadores de los cerdos salieron huyendo y lo contaron por el pueblo y por los ranchos.

35 La gente salió a ver lo que había pasado, se acercaron a Jesús y encontraron al hombre del que habían salido los demonios sentado a los pies de Jesús, vestido y en su juicio, y les entró miedo.

36 Los que lo habían visto les contaron cómo se había curado el endemoniado.

37 Toda la población de la comarca de los gerasenos, muerta de miedo, le pidió que se marchara de allí. Jesús se embarcó y se volvió.

38 El hombre librado de los demonios le suplicaba que lo admitiera en su compañía. Pero Jesús lo despidió diciéndole:

39 Vuelve a tu casa y refiere lo que Dios ha hecho por ti. El hombre fue proclamando por toda la provincia lo que Jesús había hecho por él.

La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús

40 Al volver Jesús la gente le dio la bienvenida, pues todos estaban esperándolo.

41 En esto llegó un tal Jairo, jefe de sinagoga, y se echó a los pies de Jesús rogándole que fuera a su casa,

42 porque su hija única, que tenía unos doce años, se estaba muriendo. Mientras iba de camino la gente lo asfixiaba.

43 Una mujer que padecía hemorragias desde hacía doce años y que había malgastado toda su fortuna en médicos sin que ninguno pudiera curarla,

44 se acercó por detrás y le tocó el borde del manto; en el acto se le cortaron las hemorragias.

45 Jesús preguntó: ¿Quién me ha tocado? Mientras todos decían que ellos no, le replicó Pedro: Pero, Maestro, si la gente te aprieta y te oprime.

46 Jesús dijo: Alguno me ha tocado, porque yo he sentido que una fuerza ha salido de mí.

47 La mujer, al verse descubierta, , se acercó temblorosa, se le echó a los pies y explicó delante de todo el pueblo por qué lo había tocado y cómo se había curado en el acto

48 El le dijo: Hija, tu fe te ha curado; vete en paz.

49 Aún estaba hablando, cuando" llegó uno de casa del jefe de sinagoga a decirle: Tu hija ha muerto;; no molestes más al Maestro.

50 Pero Jesús lo oyó y le dijo: No temas: basta que tengas fe, y se salvará.

51 Al llegar a la casa no dejó entrar con él más que a Pedro, Juan y Santiago y a los padres de la niña.

52 Todos lloraban y hacían duelo; por ella. Pero Jesús dijo: No lloren, que no ha muerto, está dormida.

53 Ellos se reían de él, sabiendo que había muerto.

54 Pero él la tomó de la mano y la llamó diciendo: Niña, ponte en pie.

55 Le volvió el aliento y se levantó al instante; él mandó que le dieran de comer.

56 Sus padres se quedaron atónitos, pero Jesús les mandó que no contaran a nadie lo sucedido.