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Marcos 10 - Nueva Biblia Española (1975)


Jesús enseña sobre el divorcio

1 De allí se marchó al territorio de Judea y TransJordania; otra vez se le fueron reuniendo grupos de gente por el camino y, según su costumbre, también entonces les estuvo enseñando.

2 Se acercaron unos fariseos y le preguntaron para ponerlo a prueba: ¿Le está permitido a un hombre despedir a su mujer?

3 El les replicó: ¿Qué les ha mandado Moisés?

4 Contestaron: Moisés permitió despedirla, dándole un acta de divorcia

5 Jesús les dijo: Por lo incorregibles que son dejó escrito Moisés ese precepto.

6 Pero al principio del mundo Dios los hizo varón y hembra.

7 Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre,

8 se unirá a su mujer y serán los dos un solo ser; de modo que ya no son dos, sino un solo ser.

9 Luego lo que Dios ha unido, un hombre no lo separe.

10 Vueltos a casa, los discípulos, a su vez, le preguntaron sobre lo mismo.

11 El les dijo: Si uno despide a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera.

12 Y si ella despide a su marido y se casa con otro, comete adulterio.

Jesús bendice a los niños

13 Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.

14 Al verlo Jesús, les dijo indignado: Dejen que se me acerquen los niños, no se lo impidan, porque los que son como ellos tienen a Dios por Rey.

15 Se lo aseguro: quien no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.

16 Y tomándolos en brazos, los bendecía imponiéndoles las manos.

El joven rico

17 Estaba él saliendo al camino, cuando se le acercó uno corriendo, se le arrodilló y le preguntó: Maestro insigne, ¿qué tengo que hacer para heredar vida eterna?

18 Jesús le contestó: ¿Por qué me llamas a mí insigne? Nadie tan insigne como el único Dios.

19 Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio, no defraudes, sustenta a tu padre y a tu madre".

20 EI declaró: Maes-tro, todo eso lo he cumplido desde joven.

21 A esto, Jesús se le quedó mirando, le tomó cariño y le dijo: Una cosa te falta: vete a vender lo que tienes y dáselo a los pobres, que Dios será tu riqueza; y, anda, sigúeme a mí.

22 A estas palabras, el otro frunció el ceño y se marchó entristecido, pues tenía muchas posesiones.

23 Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Con qué dificultad van a entrar en el reino de Dios los que tienen el dinero!

24 Los discípulos no salían de su asombro ante estas palabras. Jesús insistió: Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios!

25 Más fácil es que pase un camello por el ojo de una aguja que no que entre un rico en el reino de Dios.

26 Ellos comentaron, completamente desorienta- dos: Entonces, ¿quién puede subsistir?

27 Jesús se los quedó mirando y dijo: Humanamente, imposible, pero no para Dios, porque todo es posible para Dios.

28 Pedro se puso a decirle: Pues, mira, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.

29 Jesús declaró: Se lo aseguro: No hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por la buena noticia,

30 que no reciba en este tiempo cien veces más -casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones- y en la edad futura vida eterna.

31 Pero todos, aunque sean primeros, serán últimos, y esos últimos serán primeros.

Nuevamente Jesús anuncia su muerte

32 Iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús les llevaba la delantera; los discípulos no salían de su asombro, y los que seguían iban con miedo. El se llevó aparte otra veza los Doce y se puso a decirles lo que iba a suceder:

33 Miren, estamos subiendo.a Jerusalén, y este Hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los letrados: lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos,

34 se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán, pero a los tres días resucitará.

Petición de Santiago y de Juan

35 Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:Maestro, querríamos que hicieras lo que te vamos a pedir.

36 Les preguntó él: ¿Qué quieren que haga por ustedes?

37 Contestaron: Concédenos sentarnos uno a tu derecha y otro a tu izquierda el día de tu gloria.

38 Jesús les replicó: No saben lo que piden. ¿Son capaces de pasar el trago" que voy a pasar yo o de sumergirse en las aguas en que me voy a sumergir yo?

39 Le contestaron: Si, lo somos. Jesús les dijo: El trago que voy a pasar yó, lo pasarán, y en las aguas en que me voy a sumergir yo, se sumergirán;

40 pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.

41 Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.

42 Jesús los reunió y les dijo: Saben que los que figuran como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes oprimen,

43 pero no ha de ser así entre ustedes; al contrario, el que quiera subir, sea su servidor,

44 y el que quiera ser el primero, sea esclavo de todos,

45 porque tampoco este Hombre ha venido para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos.

El ciego Bartimeo recibe la vista

46 Llegaron a Jericó; al salir de la ciudad con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino.

47 Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí.

48 Muchos le regañaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: Hijo de David, ten compasión de mí.

49 Jesús se detuvo y dijo: Llámenlo. Llamaron al ciego diciéndole: Animo, levántate, que te llama.

50 Echó a un lado el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.

51 Jesús le dijo: ¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le contestó: Maestro, que vea otra vez.

52 Jesús le dijo: Anda, tu fe te ha curado. Al momento recobró la vista, y lo siguió por el camino.