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Lucas 18 - Biblia Versión Israelita Nazarena 2011


Parábola de la viuda y el juez injusto

1 Les refirió también una parábola sobre lo necesario que es orar siempre y no desanimarse.

2 Les dijo: “En cierta ciudad había un juez que ni le temía a Elohim ni respetaba al hombre.

3 Había también en aquella ciudad una viuda, la cual se pasaba yendo donde él, diciendo: ‘Hazme justicia contra mi adversario’.

4 Él no quiso por algún tiempo, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque ni le temo a Elohim ni respeto al hombre,

5 le voy a hacer justicia a esta viuda, porque no deja de molestarme; para que no venga continuamente a cansarme’”.

6 Entonces dijo el Maestro: “Fíjense en lo que dijo el juez injusto.

7 ¿Y Elohim no les hará justicia a sus escogidos que claman a él de día y de noche, siendo paciente con ellos?

8 Les digo que los defenderá pronto. Sin embargo, cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará la fe en la Tierra?”

Parábola del fariseo y el publicano

9 A unos que confiaban en sí mismos como que eran justos y menospreciaban a los demás, les dijo esta parábola:

10 “Dos hombres subieron al Templo a orar. Uno era fariseo; y el otro, publicano.

11 El fariseo se puso de pie y empezó a orar en silencio de esta manera: ‘Elohim, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni siquiera como este publicano.

12 Ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que poseo’.

13 Pero el publicano, de pie a cierta distancia, no quería ni alzar la vista al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘Elohim, ten piedad de mí, que soy pecador’.

14 Les digo que éste bajó a su casa justificado, y el primero no. Porque a todo el que se ensalza lo humillarán, y al que se humilla lo ensalzarán”.

Jesús bendice a los niños

15 Entonces le trajeron niños pequeños para que los tocara. Y los discípulos, al ver esto, los reprendieron.

16 Pero Yahoshúa los llamó y les dijo: “Dejen que los niños vengan a mí y no se lo impidan, porque de los tales es el reino de Elohim.

17 En verdad les digo, que cualquiera que no reciba el reino de Elohim como un niño, jamás entrará en él”.

El joven rico

18 Cierto hombre principal le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para obtener la vida eterna?”

19 Y Yahoshúa le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Ninguno es bueno, sino sólo uno, Elohim.

20 Tú conoces los mandamientos: No cometas adulterio, no cometas asesinato, no robes, no digas falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre”.

21 Entonces él dijo: “Todo eso lo he guardado desde mi juventud.

22 Cuando Yahoshúa oyó eso, le dijo: “Todavía te falta una cosa: Vende todo lo que tienes y repártelo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; luego ven y sígueme”.

23 Pero cuando él oyó esto, se puso muy triste, porque era muy rico.

24 Yahoshúa, al verlo [así], dijo: “¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Elohim los que tienen riquezas!

25 Porque más fácil le es a un camello* pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Elohim”.

26 Los que oyeron esto dijeron: “¿Y quién podrá salvarse?”

27 Él les dijo: “Lo que es imposible para los hombres es posible para Elohim”.

28 Entonces Kefá dijo: “Mira, nosotros hemos dejado lo nuestro y te hemos seguido”.

29 Y él les dijo: “En verdad les digo que no hay nadie que haya dejado casa, esposa, hermanos, padres o hijos por causa del reino de Elohim,

30 que no haya de recibir muchísimo más en este tiempo, y en el mundo venidero, la vida eterna”.

Nuevamente Jesús anuncia su muerte

31 Yahoshúa se llevó a los doce, y les dijo: “Miren, vamos subiendo a Yerushaláyim, y se cumplirán todas las cosas que escribieron los profetas sobre el Hijo del Hombre.

32 Porque lo entregarán a los gentiles, y se burlarán de él, lo insultarán, y lo escupirán.

33 Después que lo hayan azotado, lo matarán; pero al tercer día resucitará.

34 Sin embargo, ellos no entendían nada de esto. Esta declaración era un enigma para ellos, y no entendían lo que se les decía.

Un ciego de Jericó recibe la vista

35 Sucedió que, cuando él se iba acercando a Yerejó, un ciego estaba sentado junto al camino, mendigando;

36 y cuando oyó pasar a la multitud, preguntó qué era aquello.

37 Y le dijeron que pasaba Yahoshúa el Natsereno.

38 Entonces él gritó diciendo: “¡Yahoshúa, Hijo de Dawid, ten compasión de mí!”

39 Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba con mayor insistencia: “¡Hijo de Dawid, ten compasión de mí!”

40 Entonces Yahoshúa se detuvo y mandó que lo trajeran. Cuando llegó, le preguntó:

41 “¿Qué quieres que te haga?” Y él dijo: “Maestro, que yo recobre la vista”.

42 Yahoshúa le dijo: “Recobra la vista; tu fe te ha sanado”.

43 Inmediatamente recobró la vista y lo seguía, glorificando a Elohim. Y cuando todo el pueblo vio esto, le dio alabanza a Elohim.