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Lucas 22 - Biblia Versión Israelita Nazarena 2011


El complot para matar a Jesús

1 Estaba próxima la fiesta de los Ácimos, que se llama el Pésaj.

2 Los principales sacerdotes y los escribas estaban buscando cómo eliminarlo, pues le temían al pueblo.

3 Entonces el Satán entró en Yahudah, llamado el Iscariote, que era uno del número de los Doce.

4 Él fue y habló con los principales sacerdotes y con los magistrados acerca de cómo entregarlo.

5 Estos se alegraron y acordaron darle dinero.

6 Él estuvo de acuerdo y buscaba la oportunidad para entregarlo sin que estuviera presente la multitud.

Institución de la Cena del Señor

7 Llegó el día de los Ácimos, en el cual había que sacrificar la víctima pascual.

8 Yahoshúa envió a Kefá y a Yojanán, diciendo: “Vayan, prepárennos el Pésaj para que comamos”.

9 Ellos le preguntaron: “¿Dónde quieres que lo preparemos?”

10 Él les dijo: “Miren, cuando entren en la ciudad, les saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua. Síganlo hasta la casa a donde entre.

11 Díganle al dueño de la casa: ‘El Rabí te dice: “¿Dónde está la habitación en la que pueda comer el Pésaj con mis discípulos?”’

12 Y él les mostrará un gran aposento alto, ya dispuesto. Preparen allí”.

13 Así que fueron y hallaron como les había dicho; y prepararon el Pésaj.

14 Cuando llegó la hora, se sentó a la mesa, y con él los Enviados.

15 Y les dijo: “¡Cuánto he deseado comer con ustedes este Pésaj antes de padecer!

16 Porque les digo que no volveré a comer de él hasta que se cumpla en el reino de Elohim.

17 Luego tomó una copa, y después de dar gracias, dijo: “Tomen esto y repártanlo entre ustedes,

18 porque les digo que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que venga el reino de Elohim”.

19 Entonces tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y les dio, diciendo: “Esto es mi cuerpo que se da por ustedes. Hagan esto en memoria mía”.

20 Igualmente, después de haber cenado, tomó también la copa y dijo: “Esta copa es la nueva alianza en mi sangre, que por ustedes se derrama.

21 “Sin embargo, veo que la mano del que me entrega está conmigo en la mesa.

22 A la verdad, el Hijo del Hombre se va según lo que está determinado, pero ¡pobre del hombre que lo entrega!”

23 Entonces ellos comenzaron a preguntarse entre ellos cuál de ellos sería el que habría de hacer eso.

La grandeza en el servicio

24 Hubo entre ellos una discusión acerca de quién de ellos parecía ser el más importante.

25 Entonces él les dijo: “Los reyes de las naciones se adueñan de ellas, y a los que tienen autoridad sobre ellas los llaman bienhechores.

26 Pero entre ustedes no será así. Más bien, el que entre ustedes sea el importante, debe ser como el más nuevo; y el que es dirigente, como el que sirve.

27 Porque, ¿cuál es el más importante: el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, yo estoy en medio de ustedes como el que sirve”.

28 “Y ustedes son los que han permanecido conmigo en mis pruebas.

29 Así que yo dispongo para ustedes un reino, como mi Padre lo dispuso para mí;

30 para que coman y beban en mi mesa en mi reino, y se sienten sobre tronos para gobernar a las doce tribus de Yisrael.

Jesús anuncia la negación de Pedro

31 “Shimón, Shimón, mira que el Satán los ha pedido para zarandearlos como a trigo.

32 Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falle. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos”.

33 Él le dijo: “Maestro, estoy listo para ir contigo aun a la cárcel y a la muerte.

34 Pero él dijo: “Kefá, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú hayas negado tres veces que me conoces”.

Bolsa, alforja y espada

35 Y les dijo a ellos: “Cuando los envié sin bolsa, sin alforja y sin calzado, ¿les faltó algo? Ellos dijeron: “Nada”.

36 Entonces les dijo: “Pues ahora, el que tiene bolsa, llévela; y también la alforja. Y el que no tiene espada, venda su manto y compre una.

37 Porque les digo que es necesario que se cumpla en mí aquello que está escrito: ‘Y fue contado con los malhechores’. Porque lo que está escrito de mí se está cumpliendo”.

38 Entonces ellos dijeron: “Maestro, aquí hay dos espadas”. Y él dijo: “Es suficiente”.

Jesús ora en Getsemaní

39 Después de salir, se fue, como acostumbraba, al monte de los Olivos; y sus discípulos también lo siguieron.

40 Cuando llegó al lugar, les dijo: “Oren para que no caigan en tentación”.

41 Y él se apartó de ellos a una distancia como de un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba:

42 “Padre, si quieres, aparta de mí este trago; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.

43 Entonces se le apareció un mensajero del cielo para fortalecerlo.

44 Y angustiado, oraba con mayor intensidad, de modo que su sudor era como grandes gotas de sangre que caían a tierra.

45 Cuando se levantó de orar y volvió a sus discípulos, los halló dormidos por causa de la tristeza.

46 Y les dijo: “¿Por qué duermen? Levántense y oren, para que no caigan en tentación”.

Arresto de Jesús

47 Mientras él aún hablaba, llegó una multitud. El que se llamaba Yahudah, uno de los Doce, venía delante de ellos y se acercó a Yahoshúa para besarlo.

48 Entonces Yahoshúa le dijo: “Yahudah, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?”

49 Al ver los que estaban con él lo que iba a suceder, le dijeron: “Maestro, ¿los herimos a espada?”

50 Y uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha.

51 Entonces intervino Yahoshúa y dijo: “¡Déjense ya de eso!” Y tocando su oreja, lo sanó.

52 Entonces Yahoshúa les dijo a los principales sacerdotes, a los magistrados del Templo y a los ancianos que habían venido contra él: “¿Como contra un ladrón han salido con espadas y palos?

53 Mientras yo estaba con ustedes cada día en el Templo, no extendieron la mano contra mí. Pero ésta es la hora de ustedes, cuando dominan las tinieblas”.

Pedro niega a Jesús

54 Lo apresaron, lo llevaron y lo hicieron entrar en la casa del sumo sacerdote. Y Kefá le seguía de lejos.

55 Cuando encendieron fuego en medio del patio y se sentaron alrededor, Kefá también se sentó entre ellos.

56 Entonces una criada, al verlo sentado junto a la lumbre, lo miró fijamente y dijo: “¡Este estaba con él!”

57 Pero él negó diciendo: “Mujer, no lo conozco”.

58 Un poco después, al verlo otro, le dijo: “¡Tú también eres de ellos!” Y Kefá dijo: “Hombre, no lo soy”.

59 Como una hora después, otro insistía diciendo: “Verdaderamente, también éste estaba con él, porque es galileo”.

60 Y Kefá dijo: “¡Hombre, no sé lo que dices!” Y enseguida, mientras él estaba hablando, el gallo cantó.

61 Entonces el Maestro se volvió y miró a Kefá, y Kefá se acordó de la declaración del Maestro cuando le dijo: “Antes que el gallo cante hoy, me negarás tres veces”.

62 Y saliendo fuera, Kefá lloró amargamente.

Jesús escarnecido y azotado

63 Los hombres que tenían bajo custodia a Yahoshúa se burlaban de él y lo golpeaban.

64 Cubriéndolo le preguntaban: “¡Profetiza! ¿Quién fue el que te golpeó?”

65 Y le decían muchas otras cosas, insultándolo.

Jesús ante el concilio

66 Cuando amaneció, se juntaron los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, y lo llevaron al Sanhedrín de ellos.

67 Y le dijeron: “Si tú eres el Mashíaj, ¡dínoslo!” Pero él les dijo: “Si se lo dijera, no lo creerían.

68 Además, si yo les preguntara, no me responderían.

69 Pero de ahora en adelante, el Hijo del Hombre estará sentado a la diestra del poder de Elohim”.

70 Todos le dijeron: “Entonces, ¿tú eres Hijo de Elohim?” Y él les dijo: “Ustedes lo están diciendo, lo soy”.

71 Entonces ellos dijeron: “¿Qué necesidad tenemos ya de más testigos? ¡Nosotros mismos lo hemos oído de su boca!