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Marcos 10 - Biblia Versión Israelita Nazarena 2011


Jesús enseña sobre el divorcio

1 De allí se levantó y se fue a las regiones de Yahudah y del otro lado del Yardén. Las multitudes volvieron a acudir a él, y de nuevo se puso a enseñarles como él acostumbraba.

2 Entonces se le acercaron unos fariseos para probarlo, y le preguntaron si le era lícito al hombre divorciarse de su esposa.

3 Y él les contestó: “¿Qué les mandó Mosheh?”

4 Ellos dijeron: “Mosheh permitió escribir una carta de divorcio y despedirla”.

5 Pero Yahoshúa les dijo: “Por la dureza del corazón de ustedes, les escribió este mandamiento.

6 Pero desde el principio de la creación, Elohim los hizo varón y hembra.

7 Por esta razón el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer;

8 y serán los dos una sola carne. Así que, ya no son dos, sino una sola carne.

9 Por tanto, lo que Elohim ha unido, no lo separe el hombre”.

10 En la casa sus discípulos volvieron a preguntarle acerca de esto.

11 Y él les dijo: “Cualquiera que se divorcie de su esposa y se case con otra, comete adulterio contra ella.

12 Y si la mujer se divorcia de su esposo y se casa con otro, comete adulterio.

Jesús bendice a los niños

13 Entonces le presentaban niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendían.

14 Al ver esto, Yahoshúa se indignó y les dijo: “Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan; porque de los tales es el reino de Elohim.

15 En verdad les digo que cualquiera que no reciba el reino de Yahweh como un niño, jamás entrará en él”.

16 Entonces los tomaba en los brazos, ponía las manos sobre ellos y los bendecía.

El joven rico

17 Cuando iba saliendo al camino, vino uno corriendo, se arrodilló ante él y le preguntó: “Buen Rabí, ¿qué puedo hacer para obtener la vida eterna?”

18 Pero Yahoshúa le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo uno, Yahweh.

19 Tú conoces los mandamientos: No cometas asesinato, no cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre”.

20 Pero él le dijo: “Rabí, todo eso lo he guardado desde mi juventud”.

21 Entonces al mirarlo Yahoshúa, sintió afecto por él, y le dijo: “Una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, y dalo a los pobres; y tendrás tesoro en el cielo. Entonces ven y sígueme”.

22 Pero él cambió de semblante al oír esta declaración, y se fue triste, porque tenía muchas posesiones.

23 Entonces Yahoshúa, mirando alrededor, les dijo a sus discípulos: “¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Elohim los que tienen riquezas!”

24 Los discípulos se asombraron por sus palabras; pero Yahoshúa volvió a decirles: “Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Elohim!

25 Más fácil le es a un camello* pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Yahweh”.

26 Pero ellos quedaron aún más asombrados y decían entre ellos: “¿Quién entonces podrá salvarse?”

27 Entonces Yahoshúa, mirándolos, les dijo: “Para los hombres es imposible; pero no para Elohim. Porque para Elohim todas las cosas son posibles.

28 Kefá comenzó a decirle: “Mira, nosotros hemos dejado todo y te hemos seguido”.

29 Yahoshúa le dijo: “En verdad les digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos, o campos, por causa mía y de la Buena Noticia,

30 que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y campos, aunque con persecuciones; y en la era venidera, la vida eterna.

31 Pero muchos primeros serán los últimos, y los últimos, primeros.

Nuevamente Jesús anuncia su muerte

32 Iban por el camino que sube a Yerushaláyim, y Yahoshúa iba delante de ellos. Ellos estaban asombrados, y los que lo seguían tenían miedo. Entonces, volvió a llevar aparte a los Doce, y comenzó a declararles las cosas que le iban a suceder:

33 “Como ven, vamos subiendo a Yerushaláyim, y al Hijo del Hombre lo entregarán a los principales sacerdotes y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles.

34 Se burlarán de él, lo escupirán, lo azotarán y lo matarán; pero después de tres días resucitará.

Petición de Santiago y de Juan

35 Entonces Yaaqov y Yojanán, hijos de Zavday, se le acercaron y le dijeron: “Rabí, queremos que nos concedas lo que pidamos”.

36 Él les dijo: “¿Qué quieren que haga por ustedes?”

37 Ellos dijeron: “Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”.

38 Entonces Yahoshúa les dijo: “Ustedes no saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que yo bebo, o sumergirse con la inmersión con que me voy a sumergir?”

39 Ellos dijeron: “Podemos”. Y Yahoshúa les dijo: “Beberán la copa que yo bebo, y se sumergirán con la inmersión con que me voy a sumergir.

40 Pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está preparado”.

41 Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse con Yaaqov y Yojanán.

42 Pero Yahoshúa los llamó y les dijo: “Ustedes saben que los que se consideran gobernantes de los gentiles se adueñan de ellos, y sus grandes ejercen autoridad sobre ellos.

43 Pero no es así entre ustedes. Más bien, cualquiera que anhele hacerse grande entre ustedes será su servidor,

44 y cualquiera que anhele ser el primero entre ustedes será siervo de todos.

45 Porque el Hijo del Hombre tampoco vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos”.

El ciego Bartimeo recibe la vista

46 Entonces llegaron a Yerejó. Y cuando él iba saliendo de Yerejó junto con sus discípulos y una gran multitud, el ciego Bar-Timay, (hijo de Timay), estaba sentado junto al camino mendigando.

47 Y cuando oyó que era Yahoshúa el Natsereno, comenzó a gritar diciendo: “¡Yahoshúa, hijo de Dawid, ten compasión de mí!”

48 Muchos lo regañaban para que se callara, pero él gritaba aún más fuerte: “¡Hijo de Dawid, ten compasión de mí!”

49 Entonces Yahoshúa se detuvo y mandó a llamarlo. Llamaron al ciego diciéndole: “Ten confianza. Levántate que él te llama”.

50 Entonces él, tirando su manto, se levantó y fue a Yahoshúa.

51 Yahoshúa le preguntó: “¿Qué quieres que te haga?” Y el ciego le dijo: “Rabí, que yo recobre la vista”.

52 Yahoshúa le dijo: “Vete. Tu fe te ha sanado”. Al momento recobró la vista, y se puso a seguirlo por el camino.