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Marcos 6 - Biblia Versión Israelita Nazarena 2011


Jesús en Nazaret

1 Salió de allí y fue a su tierra, y sus discípulos lo siguieron.

2 Cuando llegó el Shabat, él comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos quedaban asombrados al oírlo, y decían: “¿De dónde sacó éste esos conocimientos? ¿Qué sabiduría es esa que se le ha dado, tantos milagros hechos por sus manos?

3 ¿No es éste el carpintero, el hijo de Miryam y hermano de Yaaqov, de Yosef, de Yahudah y de Shimón? ¿No están también sus hermanas aquí con nosotros?” Y se escandalizaban de él.

4 Pero Yahoshúa les dijo: “No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus familiares y en su casa”.

5 Y no pudo hacer allí ningún milagro, excepto que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos.

6 Estaba asombrado por la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.

Misión de los doce discípulos

7 Entonces llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos.

8 Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni bolsa, ni dinero en el cinto, sino solamente un bastón;

9 pero que calzaran sandalias y que no vistieran dos túnicas.

10 Además les dijo: “Dondequiera que entren en una casa, alójense en ella hasta que salgan de aquel lugar.

11 En cualquier lugar que no los reciban ni los oigan, al salir de allí, sacudan el polvo que está debajo de sus pies, para testimonio contra ellos”.

12 Entonces ellos salieron y le proclamaban a la gente que se arrepintiera.

13 Echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban.

Muerte de Juan el Bautista

14 El rey Horedós oyó [de Yahoshúa], porque su nombre había llegado a ser muy conocido. Unos decían: “Yojanán el Inmersor ha resucitado de los muertos, y por esta razón operan estos poderes en él”.

15 Otros decían: “Es Eliyahu”. Mientras otros decían: “Es un profeta como uno de los profetas”.

16 Pero cuando Horedós oyó esto, dijo: “¡Yojanán, a quien yo decapité, ha resucitado!”

17 Porque Horedós mismo había mandado apresar a Yojanán y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodíah, la esposa de su hermano Felipe; porque se había casado con ella.

18 Y Yojanán se había puesto a decirle a Horedós: “No te es lícito tener la esposa de tu hermano”.

19 Herodíah lo acechaba y deseaba matarlo, pero no podía;

20 porque Horedós le temía a Yojanán, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Y al escucharlo quedaba muy perplejo, pero lo escuchaba de buena gana.

21 Sucedió que se presentó la ocasión propicia cuando Horedós, en la fiesta de su cumpleaños, ofreció un banquete para sus altos oficiales, los tribunos y las personas distinguidas del Galil.

22 Entonces la hija de Herodíah entró y danzó, y agradó a Horedós y a los que estaban con él a la mesa; y el rey le dijo a la muchacha: “Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré”.

23 Y le juró mucho: “Todo lo que me pidas te daré, hasta la mitad de mi reino”.

24 Ella salió y le dijo a su madre: “¿Qué pediré?” Y ésta le dijo: “La cabeza de Yojanán el Inmersor”.

25 En seguida ella entró apresuradamente a donde estaba el rey y le pidió: “Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Yojanán el Inmersor”.

26 El rey se entristeció mucho, pero a causa del juramento y de los que estaban a la mesa, no quiso rechazarla.

27 Inmediatamente el rey envió a uno de la guardia y mandó que se le trajera su cabeza. Este fue, lo decapitó en la cárcel,

28 y llevó su cabeza en un plato; se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre.

29 Cuando sus discípulos oyeron esto, fueron y recogieron su cadáver, y lo pusieron en un sepulcro.

Alimentación de los cinco mil

30 Los Enviados se reunieron con Yahoshúa, y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado.

31 Él les dijo: “Vengan ustedes aparte a un lugar desierto, y descansen un poco”. Porque eran muchos los que iban y venían, y ni siquiera tenían oportunidad para comer.

32 Y se fueron solos en la barca a un lugar desierto.

33 Pero muchos los vieron irse y los reconocieron. Y de todos los poblados corrieron allá a pie y llegaron antes que ellos.

34 Cuando Yahoshúa desembarcó, vio una gran multitud y se compadeció de ellos, porque estaban como ovejas que no tienen pastor. Entonces comenzó a enseñarles muchas cosas.

35 Cuando la hora estaba ya muy avanzada, sus discípulos se le acercaron y le dijeron: “Este lugar es desierto, y se está haciendo tarde.

36 Despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor y se compren algo que comer”.

37 Él les respondió: “Denles ustedes de comer”. Y le dijeron: “¿Podremos nosotros ir y comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?”

38 Él les preguntó: “¿Cuántos panes tienen? Vayan a ver”. Al enterarse, le dijeron: “Cinco, y dos pescados”.

39 Entonces les mandó que hicieran recostar a todos por grupos sobre la hierba verde.

40 Se recostaron por grupos, de cien en cien y de cincuenta en cincuenta.

41 Y él tomó los cinco panes y los dos pescados, y alzando los ojos al cielo, dio la bendición. Luego empezó a partir los panes y a dárselos a sus discípulos para que los pusieran delante de la gente; y también repartió los dos pescados entre todos.

42 De manera que todos comieron y se saciaron,

43 y recogieron doce canastas llenas de los pedazos de pan y de los pescados.

44 Y los que comieron de los panes eran como cinco mil hombres.

Jesús anda sobre el mar

45 En seguida hizo que sus discípulos abordaran la barca para que fueran delante de él a Bet-Tsaidah, en la otra orilla, mientras él despedía a la multitud.

46 Pero después que se despidió de ellos, se retiró al monte a orar.

47 Al caer la tarde, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra.

48 Al ver que ellos se fatigaban remando, porque el viento les era contrario, a eso de la cuarta vigilia de la noche, él fue hacia ellos caminando sobre el mar, y hacía como que iba a pasarlos de largo.

49 Pero cuando ellos vieron que él caminaba sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar;

50 porque todos lo vieron y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos y les dijo: “¡Tengan ánimo! ¡Soy yo! ¡No teman!”

51 Entonces se subió a la barca con ellos, y se calmó el viento. Ellos quedaron muy perplejos,

52 pues aún no habían entendido lo de los panes; más bien, sus corazones estaban endurecidos.

Jesús sana a los enfermos en Genesaret

53 Terminada la travesía, llegaron a la tierra de Guinosar, y atracaron la barca.

54 Pero cuando salieron de la barca, en seguida la gente lo reconoció,

55 y corrieron por toda aquella región, y comenzaron a traer en camillas a los enfermos a donde oían que él estaba.

56 Dondequiera que entraba, ya fuera en aldeas o ciudades o campos, ponían en las plazas a los enfermos, y le rogaban que les permitiera siquiera tocar el borde de su manto. Y todos los que lo tocaban quedaban sanos.