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Mateo 9 - Biblia Versión Israelita Nazarena 2011


Jesús sana a un paralítico

1 Después de entrar en el barco, Yahoshúa pasó a la otra orilla y llegó a su propia ciudad.

2 Entonces le trajeron un paralítico tendido sobre una camilla. Y al ver Yahoshúa la fe de ellos, le dijo al paralítico: “Ten ánimo, hijo; tus pecados se te perdonan”.

3 Algunos de los escribas dijeron entre sí: “¡Este blasfema!”

4 Y conociendo Yahoshúa sus pensamientos, les dijo: “¿Por qué piensan mal en sus corazones?

5 Porque, ¿qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados se te perdonan’ o decir: ‘Levántate y anda’?

6 Pues para que sepan que el Hijo del Hombre* tiene autoridad para perdonar pecados en la tierra, –entonces le dijo al paralítico–: ¡Levántate; toma tu camilla y vete a tu casa!”

7 Y se levantó y se fue a su casa.

8 Cuando las multitudes vieron esto, temieron y glorificaron a Elohim, quien había dado semejante autoridad a los hombres.*

Llamamiento de Mateo

9 Pasando de allí más adelante, Yahoshúa vio a un hombre llamado Matityah, sentado en el lugar de los tributos públicos, y le dijo: “¡Sígueme!” Y él se levantó y lo siguió.

10 Una vez, estando Yahoshúa sentado a la mesa en la casa, muchos publicanos y pecadores que habían venido estaban sentados a la mesa con Yahoshúa y sus discípulos.

11 Y cuando los fariseos lo vieron, decían a sus discípulos: “¿Por qué su maestro come con los publicanos y pecadores?”

12 Al oír esto, Yahoshúa les dijo: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos.

13 Así que vayan ustedes y aprendan qué significa: ‘Misericordia quiero y no sacrificio’. Porque yo no he venido para llamar a justos, sino a pecadores”.

La pregunta sobre el ayuno

14 Entonces los discípulos de Yojanán fueron a Yahoshúa y dijeron: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo, pero tus discípulos no ayunan?”

15 Yahoshúa les dijo: “¿Pueden estar de luto los que están de bodas mientras el novio está con ellos? Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán.

16 Nadie pone un remiendo de tela nueva en un vestido viejo, porque el remiendo tira del vestido y la rotura se hace peor.

17 Tampoco echan vino nuevo en odres viejos, porque los odres se rompen, el vino se derrama, y los odres se echan a perder. Más bien, echan vino nuevo en odres nuevos, y ambos se conservan”.

La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús

18 Mientras él hablaba estas cosas, vino un hombre principal y se postró delante de él diciéndole: “Mi hija acaba de morir. Pero ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá”.

19 Yahoshúa se levantó y lo siguió con sus discípulos.

20 Y en eso, una mujer que sufría de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto;

21 porque ella pensaba dentro de sí: “Si solamente toco su vestido, quedaré sanada”.

22 Pero Yahoshúa, volviéndose y mirándola, dijo: “Ten ánimo, hija, tu fe te ha salvado. Y la mujer quedó sana desde aquella hora.

23 Cuando Yahoshúa llegó a la casa del principal y vio a los que tocaban las flautas y a la multitud que hacía bullicio,

24 les dijo: “Apártense, porque la muchacha no ha muerto, sino que duerme”. Y se burlaban de él.

25 Después que sacaron a la gente, él entró y la tomó de la mano; y la muchacha se levantó.

26 Esta noticia se difundió por toda aquella tierra.

Dos ciegos reciben la vista

27 Mientras Yahoshúa salía de allí, lo seguían dos ciegos que clamaban a gritos y decían: “¡Ten misericordia de nosotros, hijo de Dawid!”

28 Cuando llegó a la casa, los ciegos vinieron a él. Y Yahoshúa les dijo: “¿Ustedes creen que yo puedo hacer eso?” Ellos dijeron: “Sí, Maestro”.

29 Entonces les tocó los ojos diciendo: “Conforme a su fe les suceda”.

30 Y los ojos de ellos se abrieron. Entonces Yahoshúa les encargó rigurosamente: “Miren que nadie lo sepa”.

31 Pero ellos salieron y difundieron su fama por toda aquella tierra.

Un mudo habla

32 Mientras aquéllos salían, le trajeron un hombre mudo endemoniado.

33 Y tan pronto echó fuera al demonio, el mudo habló. Y las multitudes se maravillaban diciendo: “¡Nunca se ha visto semejante cosa en Yisrael!”

34 Pero los fariseos decían: “Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios”.

La mies es mucha

35 Yahoshúa recorría todas las ciudades y las aldeas, enseñando en sus sinagogas, predicando la Buena Noticia del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia.

36 Y cuando vio las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban acosadas y desamparadas como ovejas que no tienen pastor.

37 Entonces dijo a sus discípulos: “A la verdad, la cosecha es mucha, pero los obreros son pocos.

38 Así que ruéguenle al Dueño de la cosecha, que envíe obreros a su cosecha”.