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Mateo 9 - Biblia Martin Nieto


Jesús sana a un paralítico

1 Jesús subió a una barca, pasó a la otra orilla y fue a su ciudad.

2 De pronto le llevaron un paralítico tendido en una camilla. Jesús al ver su fe, dijo al paralítico: "Ánimo, hijo, tus pecados te son perdonados".

3 Algunos maestros de la ley se dijeron: "Éste blasfema".

4 Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: "¿Por qué pensáis tan mal?

5 ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda?

6 Pues para que veáis que el hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados, dijo al paralítico: "Tú, levántate, carga con tu camilla y vete a tu casa"".

7 Él se levantó y se fue a su casa.

8 Las gentes, al ver esto, quedaron sobrecogidas y glorificaron a Dios que dio tal poder a los hombres.

Llamamiento de Mateo

9 Al salir de allí, Jesús vio a un hombre, llamado Mateo, sentado en la oficina de los impuestos, y le dijo: "Sígueme". Él se levantó y lo siguió.

10 Y estando en su casa a la mesa, muchos publicanos y pecadores vinieron y se pusieron a la mesa con Jesús y sus discípulos.

11 Los fariseos, al verlo, decían a los discípulos: "¿Por qué vuestro maestro come con los publicanos y pecadores?".

12 Jesús los oyó y dijo: "No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos.

13 Id y aprended lo que significa: Misericordia quiero y no sacrificios; pues no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".

La pregunta sobre el ayuno

14 Entonces se le acercaron los discípulos de Juan y le preguntaron: "¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos tantas veces, y tus discípulos no ayunan?".

15 Jesús les dijo: "¿Es que los compañeros del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Pero vendrán días en que les quiten al esposo; entonces ayunarán.

16 Nadie remienda con paño nuevo un vestido viejo, pues el remiendo nuevo tirará del vestido y el rasgón se hará mayor.

17 Ni echan vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, y se pierden al mismo tiempo el vino y los odres; sino que el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así ambos se conservan".

La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús

18 Les estaba hablando así, cuando llegó un personaje importante, se echó a sus pies y le dijo: "Mi hija acaba de morir; pero anda, pon tu mano sobre ella y vivirá".

19 Jesús se levantó y fue con él acompañado de sus discípulos.

20 Una mujer, que padecía hemorragias desde hacía doce años, se acercó por detrás y tocó la orla de su manto,

21 pues se decía: "Con sólo tocar sus vestidos me curo".

22 Jesús se volvió y, al verla, le dijo: "Ánimo, hija, tu fe te ha curado". Y la mujer quedó curada desde aquel momento.

23 Jesús llegó a la casa y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, les dijo:

24 "Salid, que la niña no está muerta; está dormida". Ellos se reían de él.

25 Cuando salió la gente, entró, la agarró de la mano y la niña se levantó.

26 Y la noticia se extendió por toda la comarca.

Dos ciegos reciben la vista

27 Cuando salió de allí, le siguieron dos ciegos, gritando: "¡Ten compasión de nosotros, hijo de David!".

28 Al entrar en la casa, se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo: "¿Creéis que puedo hacer esto?". Le dijeron: "¡Sí, Señor!".

29 Entonces les tocó los ojos, diciendo: "Hágase en vosotros según vuestra fe". Y se les abrieron los ojos.

30 Jesús les ordenó severamente: "Mirad, que nadie lo sepa".

31 Pero ellos, nada más salir, lo publicaron por toda la comarca.

Un mudo habla

32 Cuando éstos salían, le presentaron un hombre mudo endemoniado;

33 Jesús echó al demonio, y el mudo empezó a hablar. Las gentes decían maravilladas: "Jamás se ha visto cosa semejante en Israel".

34 Pero los fariseos decían: "Echa a los demonios con el poder del príncipe de los demonios".

La mies es mucha

35 Jesús recorría ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, predicando el evangelio del reino y curando todas las enfermedades y dolencias.

36 Y al ver a la gente, se compadecía de ella, porque estaban cansados y decaídos como ovejas sin pastor.

37 Entonces dijo a sus discípulos: "La mies es mucha y los obreros pocos.

38 Pedid al dueño de la mies que mande obreros a su mies".