1.1 Primera de Pedro se escribió por la época en que el emperador romano Nerón inició su sanguinaria persecución de los cristianos. Segunda de Pedro se escribió dos o tres años más tarde (entre 66-68 d.C.), después que se intensificó la persecución. Primera de Pedro fue una carta de aliento para los cristianos que sufrían, pero Segunda de Pedro enfoca los problemas internos de la iglesia. Sobre todo se refiere a los falsos maestros que causaban dudas y alejamiento del cristianismo. Segunda de Pedro combate sus herejías denunciando los móviles malignos de los falsos maestros y reafirma las verdades cristianas: la autoridad de las Escrituras, la primacía de la fe y la certeza del regreso de Cristo.
1.2 Muchos creyentes quieren más de la gracia y la paz de Dios, pero no están dispuestos a esforzarse por conocerlo mejor mediante el estudio bíblico y la oración. Para disfrutar de los privilegios que Dios ofrece generosamente, tenemos "el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesucristo".
1.3, 4 El poder para crecer no viene de nuestro interior sino de Dios. Como no tenemos los recursos para ser verdaderamente espirituales, Dios nos permite "ser participantes de su naturaleza divina" a fin de protegernos del pecado y ayudarnos a vivir para El. Cuando nacemos de nuevo, por medio de su Espíritu Dios nos capacita con su propia bondad moral. Véanse Jn 3:6; Jn 14:17-23; 2Co 5:21 y 1Pe 1:22-23.
1.5-9 La fe tiene que ser más que creer en hechos ciertos; debe traducirse en acción, en desarrollo del carácter cristiano y en la práctica de la disciplina moral, o desaparecerá ( Stg 2:14-17). Pedro hace una lista de varios actos de fe: aprender a conocer mejor a Dios, cultivar la paciencia, hacer la voluntad de Dios, amar a los demás. Esos actos no se producen automáticamente; requieren arduo trabajo. No son opcionales; deben de ser parte constante de la vida cristiana. No terminamos con uno para luego empezar con el otro sino que nos ocupamos de todos juntos. Dios nos capacita y autoriza, pero nos da también la responsabilidad de aprender y crecer. No debemos sorprendernos ni resentirnos por el proceso.
1.6 Los falsos maestros decían que no era necesario el dominio propio porque las obras no ayudan a creer (2.19). Es verdad que las obras no pueden salvarnos, pero es absolutamente falso pensar que no son importantes. Somos salvos de modo que podemos crecer a la semejanza de Cristo y eso nos ayuda a servir a los demás. Dios quiere producir en nosotros su carácter amoroso; pero para hacerlo exige nuestra disciplina y nuestro esfuerzo. Cuando obedecemos a Cristo con la dirección de su Espíritu, cultivaremos el dominio propio, no sólo respecto a la comida y bebida, sino también con respecto a nuestras emociones.
1.9 Nuestra fe debe ir más allá de lo que creemos para convertirse en parte dinámica de nuestra vida, resultando en buenas obras y en madurez espiritual. La salvación no depende de las buenas obras pero se manifiesta en buenas obras. Una persona que dice que es salva, sin manifestar cambios, puede ser que no haya entendido lo que es la fe o lo que Dios nos ha dado.
1.10 Pedro quiso despertar a los creyentes satisfechos de sí mismos que habían prestado atención a los falsos maestros y que creían que, como la salvación no se basaba en buenas obras, podían vivir como quisieran. Si usted es de Dios, dice Pedro, lo probará su arduo trabajo. Si no se esfuerza por cultivar las cualidades mencionadas en 1.5-7, posiblemente no es de El. Si usted pertenece al Señor, y su arduo trabajo respalda su afirmación de haber sido elegido por Dios ("vocación y elección"), nunca será descarriado por los falsos maestros o el encanto del pecado.
1.12-15 Los entrenadores experimentados revisan constantemente lo fundamental del deporte con los integrantes de su equipo, y los buenos deportistas pueden ejecutar lo fundamental constantemente bien. En nuestra vida espiritual no debemos pasar por alto los fundamentos de nuestra fe cuando nos dedicamos a un estudio más profundo de las verdades bíblicas. Así como un deportista necesita practicar siempre, nosotros también necesitamos recordar constantemente los fundamentos de nuestra fe y sobre todo cómo llegamos a creer. No se canse ni impaciente con los mensajes relacionados con los fundamentos de la vida cristiana. Más bien, adopte la actitud del deportista que continúa la práctica y desarrolla lo fundamental aunque esté dedicado a aprender técnicas más avanzadas.
1.13, 14 Pedro sabía que pronto moriría. Muchos años antes Cristo preparó a Pedro para el tipo de muerte que sufriría (véase Jn 21:18-19). A estas alturas, Pedro sabía que su muerte era inminente. Pedro fue martirizado por su fe alrededor de 68 d.C. La tradición dice que fue crucificado con la cabeza para abajo, porque así lo pidió, reconociendo que no merecía morir de la misma manera que murió su Maestro.
1.16-18 Pedro se refiere a la transfiguración en la que Jesús les reveló su identidad divina a él y a otros dos discípulos, Jacobo y Juan (véanse Mat 17:1-8; Mar 9:2-8; Luc 9:28-36).
1.16-21 Esta sección es una afirmación rotunda de la inspiración de las Escrituras. Pedro afirma que los profetas del Antiguo Testamento escribieron el mensaje de Dios, y que él se pone en la misma categoría de los demás apóstoles porque ellos también proclamaban la verdad de Dios. La Biblia no es una colección de fábulas ni de conceptos humanos acerca de Dios. Es en realidad la Palabra de Dios dada por medio de las personas para las personas. Pedro hace énfasis en su autoridad como testigo presencial y en la autoridad de las inspiradas Escrituras de Dios, preparándose de esa manera para atacar a los falsos maestros. Si esos hombres malignos contradecían a los apóstoles y a la Biblia, su mensaje no podía venir de Dios.
1.19 Cristo es el "lucero de la mañana" y, cuando vuelva, brillará en toda su gloria. Hasta aquel día tenemos las Escrituras como una lámpara y el Espíritu Santo para iluminar las Escrituras y para guiarnos a buscar la verdad. Para más información sobre Cristo como el lucero de la mañana, véase Luc 1:78; Apo 5:14; Rev 2:28; Rev 22:16.
1.20, 21 "Los santos varones de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo" significa que las Escrituras no vinieron como consecuencia del trabajo creativo de la propia invención o interpretación de los profetas. Dios inspiró a los que escribieron, así que su mensaje es auténtico y confiable. Dios usó los talentos, la educación y la formación cultural de cada escritor (ellos no fueron simples autómatas); y Dios cooperó con los escritores a fin de asegurar que el mensaje que comunicaran fuera fiel.