Comentario Biblico


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1 Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

2 Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones,

3 acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo.

4 Porque conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección;

5 pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros.

6 Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo,

7 de tal manera que habéis sido ejemplo a todos los de Macedonia y de Acaya que han creído.

8 Porque partiendo de vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor, no sólo en Macedonia y Acaya, sino que también en todo lugar vuestra fe en Dios se ha extendido, de modo que nosotros no tenemos necesidad de hablar nada;

9 porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero,

10 y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.


[1] Tesalónica era la capital y la ciudad más grande de la provincia Romana de Macedonia, con una población aproximada a los 200.000 habitantes. La carretera más importante de Roma (la Vía Egnacia), que se extendía desde Roma y llegaba hasta el Oriente, pasaba por Tesalónica. Esta carretera, junto con el floreciente puerto de esta ciudad, hizo de Tesalónica uno de los centros de comercio más ricos y florecientes del Imperio Romano. Reconocida como una ciudad libre, Tesalónica pudo autogobernarse y fue eximida de gran parte de las restricciones impuestas por Roma a otras ciudades en el Imperio. Sin embargo, su sabor internacional atrajo a muchas religiones paganas e influencias culturales que desafiaron la fe de los nuevos creyentes. [2] No en el sentido de una visión optimista o de un simple deseo sin fundamento, sino en el sentido de expectación confiada, basada sobre una certeza sólida. La esperanza Escritural descansa sobre las promesas de YAHWEH, particularmente aquellas que tienen que ver con el retorno de Yahshúa a la tierra. [3] El Ruaj HaKodesh cambia a la gente cuando ésta acepta las Buenas Noticias. Cuando hablamos a otros de Yahshúa, debemos depender del Ruaj HaKodesh para que abra sus ojos y sus oídos, y los convenza de que necesitan salvación. Es el poder de YAHWEH el que cambia a las personas, no nuestra habilidad o persuasión. Sin la obra del Ruaj HaKodesh, nuestras palabras no tienen sentido. El Ruaj HaKodesh no sólo convence a la gente de su pecado sino que también le da seguridad de la verdad de las Buenas Noticias. El Ruaj HaKodesh es la manifestación femenina de la ejad de ABBA YAHWEH, por tanto actúa sobre nosotros como madre. [4] Protección en la Gran Tribulación y rescate del lago de fuego. A través de este libro Shaúl enfatizó la Segunda Venida de Yahshúa. Debido a que la Asamblea de Tesalónica estaba siendo perseguida, Shaúl la anima a mirar hacia adelante, a la liberación que Yahshúa traerá.