Comentario Biblico


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1 He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.

2 ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores.

3 Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia.

4 Y será grata a Jehová la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, y como en los años antiguos.

5 Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice Jehová de los ejércitos.

6 Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.

7 Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos?

8 ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas.

9 Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado.

10 Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.

11 Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos.

12 Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos.

13 Vuestras palabras contra mí han sido violentas, dice Jehová. Y dijisteis: ¿Qué hemos hablado contra ti?

14 Habéis dicho: Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos?

15 Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon.

16 Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre.

17 Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve.

18 Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve.


Vv. 1-6. Las primeras palabras de este capítulo parecen respuesta para los escarnecedores de aquella época. Hay aquí una profecía de la aparición de Juan el Bautista. Es el heraldo de Cristo. Le preparará el camino, llamando a los hombres al arrepentimiento. El Mesías ha sido llamado desde hace mucho tiempo, El que debe venir y ahora vendrá dentro de poco. Él es el Mensajero del pacto.

Quienes buscan a Jesús, encontrarán placer en Él a menudo cuando no lo esperan. El Señor Jesús prepara el corazón de los pecadores para que sean su templo, por el ministerio de su palabra y las convicciones de su Espíritu, y Él entra como el Mensajero de paz y consuelo.

Vv. 7-12. Los hombres de esa generación se apartaron de Dios y no guardaron sus ordenanzas. Dios les hace un llamado de gracia. Pero ellos dijeron: ¿En qué hemos de volvernos? Dios nota las respuestas que nuestros corazones dan a las llamadas de su palabra. Muestra gran perversidad en pecado cuando los hombres hacen excusas de las aflicciones para pecar, las cuales son enviadas para separar entre ellos y sus pecados.

Aquí hay una ferviente exhortación a la reforma. Dios debe ser servido en primer lugar; y debe preferirse el interés de nuestras almas antes que el de nuestros cuerpos. Que ellos confíen en Dios que provee para su consuelo. Dios tiene bendiciones preparadas para nosotros, pero por la debilidad de nuestra fe y la estrechez de nuestros deseos, no tenemos lugar para recibirlas.

Vv. 13-18. Entre los judíos de esta época, algunos descubrieron sencillamente que eran hijos del maligno. El yugo de Cristo es liviano. Pero quienes obran el mal, tientan a Dios con pecados presuntuosos. Juzgad las cosas como se manifestarán cuando llegue la condenación de los pecadores orgullosos para ser ejecutada.

Los que temieron al Señor, que hablaron buenamente, para preservar y fomentar el amor mutuo, cuando el pecado así abundaba. Ellos se hablaron unos a otros en el lenguaje de los que temen al Señor y piensan en su nombre. Como las malas comunicaciones corrompen las mentes y los buenos modales, así las buenas comunicaciones las confirman.