Comentario Biblico


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1 En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito por todo su reino, diciendo:

2 Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá.

3 Quien haya entre vosotros de su pueblo, sea Dios con él, y suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la casa a Jehová Dios de Israel (él es el Dios), la cual está en Jerusalén.

4 Y a todo el que haya quedado, en cualquier lugar donde more, ayúdenle los hombres de su lugar con plata, oro, bienes y ganados, además de ofrendas voluntarias para la casa de Dios, la cual está en Jerusalén.

5 Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, y los sacerdotes y levitas, todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios para subir a edificar la casa de Jehová, la cual está en Jerusalén.

6 Y todos los que estaban en sus alrededores les ayudaron con plata y oro, con bienes y ganado, y con cosas preciosas, además de todo lo que se ofreció voluntariamente.

7 Y el rey Ciro sacó los utensilios de la casa de Jehová, que Nabucodonosor había sacado de Jerusalén, y los había puesto en la casa de sus dioses.

8 Los sacó, pues, Ciro rey de Persia, por mano de Mitrídates tesorero, el cual los dio por cuenta a Sesbasar príncipe de Judá.

9 Y esta es la cuenta de ellos: treinta tazones de oro, mil tazones de plata, veintinueve cuchillos,

10 treinta tazas de oro, otras cuatrocientas diez tazas de plata, y otros mil utensilios.

11 Todos los utensilios de oro y de plata eran cinco mil cuatrocientos. Todos los hizo llevar Sesbasar con los que subieron del cautiverio de Babilonia a Jerusalén.




Ciro, rey de Persia. Aunque Ciro II (“el Grande”) llegó a ser rey de los medos y persas en el 559 a.C., en sus documentos fechó su reinado desde la conquista de Babilonia, que ocurrió en octubre del 539 a.C., y su primer año completo como rey empezó en marzo del 538 a.C. Isaías llamó a Ciro pastor y ungido del Señor (la palabra ungido es la usada para Mesías en Is 44:28; 45:1).


para que se cumpliera la palabra del Señor por boca de Jeremías. Jeremías había profetizado que la ruina de la tierra de los israelitas y su esclavitud bajo el rey de Babilonia duraría setenta años (<reflink target=" Jer 25:11"> Jer 25:11</reflink>, 12; 29:10–14).


hizo proclamar. Probablemente mensajeros fueron enviados a cada provincia para hacer una proclamación oral y dejar una copia de la orden (<reflink target=" Est 3:12"> Est 3:12</reflink>, 13). Se usaban muchos idiomas y sistemas de escritura en el imperio pérsico, pero el idioma principal era el arameo.



Así dice Ciro. Los vers. 2–4 se dan como el decreto de Ciro. Por razones políticas, él trataba de complacer a los dioses de las naciones que Babilonia había capturado al permitir que los ciudadanos regresaran a sus hogares.


El Señor, el Dios de los cielos. Este título para Dios revela que El es soberano sobre toda la creación.


todos los reinos de la tierra. En su propia historia Ciro escribió, “Todos los reyes del mundo entero” (v. coment. en 5:17), pero limitó sus referencias a las naciones alrededor y por tanto no se declaró gobernante de todo el planeta. Tales expresiones, tanto en la Biblia como en las escrituras extrabíblicas, ayudan a comprender el uso limitado de la palabra todo. para que le edifique una casa. La política de Ciro era reconstruir los templos y promover la religión nacional de las naciones que capturaba (v. coment. en 5:17). Pero desde el punto de vista de los israelitas, esto no era más que el resultado de que Dios cambiara el corazón de Ciro.


Jerusalén, que está en Judá. Judá llegó a ser prominente después del destierro asirio; este nombre fue el oficial para la región cuando los judíos regresaron del destierro. El término judío viene de Judá y se refiere al pueblo de Dios, desde el destierro a Babilonia hasta la época del segundo templo y aún hasta el día de hoy.



Que suba a Jerusalén. Ciro se daba cuenta de que algunos judíos regresarían y otros no (v. vers. 4). Un grupo grande de judíos permaneció en Babilonia, cuya descendencia produjo el Talmud babilónico muchos años después.


Señor, Dios de Israel…en Jerusalén. El hebreo YHWH (Yahveh, traducido Señor) es el nombre del Dios de Israel. Ciro le consideraba como uno de los varios dioses locales (así como Marduc era el dios de Babilonia), y más tarde le identifica como el Dios que está en Jerusalén.



los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín. Una casa paterna era todos los miembros de una familia, con el de más edad como jefe de la familia. Benjamín, cuya frontera con Judá nunca estuvo bien definida, formaba parte del reino del sur (2 Cr 11:12).


los sacerdotes y los levitas. Levitas eran los que descendían de Leví; pero, sacerdotes, sólo los levitas descendientes de Aarón. Los dos grupos serían necesarios para restablecer de nuevo el ritual del templo en Jerusalén ( Nm 3:17–39).


todos aquellos cuyo espíritu Dios había movido. La voluntad todopoderosa de Dios se expresa fuertemente en estos vers.



los objetos de la casa del Señor. Como no había dioses que Nabucodonosor pudiera llevarse a Babilonia, se llevó objetos sagrados del templo, al igual que otros habían hecho antes (2 R 24:13; 25:13–17; 2 Cr 36:7; Dn 5:2).



Mitrídates…Sesbasar. Mitrídates significa don de Mitra, un dios persa. El transfirió la custodia de los tesoros a Sesbasar, que a menudo es identificado con Zorobabel, gobernador de Judá (5:14; cp. <reflink target=" Hag 1:1"> Hag 1:1</reflink>) y puso los cimientos del templo (3:2; cp. <reflink target=" Hag 1:14"> Hag 1:14</reflink>; Zac 4:6–10). Sin embargo, hay dificultades con esta identificación y es posible que Sesbasar, una persona nombrada por el rey persa, sea la misma persona que Senazar (1 Cr 3:18), hijo de Joaquín y tío de Zorobabel.



los objetos…cinco mil cuatrocientos. Este número no concuerda con el total de los objetos mencionados en los vers. 9 y 10 (2,499). No es probable que Esdras no contó correctamente algo tan obvio. Tal vez Esdras mencionó sólo los más grandes e importantes en los vers. 9 y 10, e incluyó a todos los objetos aquí.