Comentario Biblico


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1 Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida

2 (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó);

3 lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.

4 Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.

5 Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.

6 Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad;

7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.

9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.


1.1, 2 Como el eterno Hijo de Dios, Jesús existió antes de su manifestación en la historia (véase Jn 1.1). Cuando vino a la tierra, asumió una real humanidad, hecho que verificaron aquellos que lo conocieron en la carne.

1.3, 4 Véase la sección 1 de «Verdad en acción» al final de 1 Juan.

1.5 10 Véase la sección 6 de «Verdad en acción» al final de 1 Juan.

1.5 Como luz, Dios se revela en su perfecta santidad y majestad.

1.6,7 Nuestro caminar en la luz es una prueba de la comunión con Dios, debido a que la vida en su compañía es una constante limpieza de pecados por la sangre de Jesucristo. También involucra la relación de unos con otros, lo cual indica que caminar «en la luz» es vivir responsablemente tanto ante Dios como ante los seres humanos.

1.7 sangre, haima; Strong #129: Designa la sangre animal y humana, aunque en el texto del NT se la usa particularmente para referirse a la sangre expiatoria de Cristo. Su sangre sacrificial es el agente para la limpieza, el perdón y la redención.

1.8 Nadie que camine en la luz revelada por Dios puede dejar de reconocer su condición pecadora.

1.9, 10 Perseverar en el falso orgullo que niega que somos pecadores equivale no solamente a engañarse a sí mismo (v. 8), sino a acusar a Dios de mentiroso, ya que su Palabra declara la universalidad del pecado. Sin embargo, confesar nuestros pecados es un prerrequisito para recibir la remisión y el perdón del Señor.