Comentario Biblico


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1 Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

2 Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones,

3 acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo.

4 Porque conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección;

5 pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros.

6 Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo,

7 de tal manera que habéis sido ejemplo a todos los de Macedonia y de Acaya que han creído.

8 Porque partiendo de vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor, no sólo en Macedonia y Acaya, sino que también en todo lugar vuestra fe en Dios se ha extendido, de modo que nosotros no tenemos necesidad de hablar nada;

9 porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero,

10 y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.


1.1 Pablo comparte la autoría de 1 y 2 Tesalonicenses con Silvano y Timoteo. Timoteo, un joven judío suplente de Pablo, también participó en la redacción de 2 Corintios, Filipenses, Colosenses y Filemón. Silvano, llamado Silas en el libro de los Hechos, era un líder de la iglesia de Jerusalén ( Hch 15.22) y profeta ( Hch 15.32). Más tarde, Silvano participó en la redacción de 1 Pedro (véase 1 P 5.12). Era, por lo tanto, un asociado de ambos, Pedro y Pablo.

1.3 Véase la sección 1 de «Verdad en acción» al final de 1 Tesalonicenses.

1.3 esperanza, elpis; Strong #1680: No en el sentido de una visión optimista o de un simple deseo sin fundamento, sino en el sentido de expectación confiada, basada sobre una certeza sólida. La esperanza bíblica descansa sobre las promesas de Dios, particularmente aquellas que tienen que ver con el retorno de Cristo a la tierra. Es tan seguro el futuro de los redimidos por la sangre del Cordero, que el NT algunas veces habla de hechos por venir empleando el tiempo pasado de los verbos, como si los tales ya se hubiesen cumplido. La esperanza nunca es inferior a la fe, sino que es una extensión de la fe. La fe es la posesión presente de la gracia; la esperanza es la confianza en el cumplimiento futuro de la gracia.

1.3 Fe, amor y esperanza aparecen también en 5.8 unidos en la misma secuencia. Estas palabras se hallan también en otros lugares de los escritos de Pablo ( Ro 5.1 5; 1 Co 13.13; Gl 5.5, 6; Col 1.4, 5; véase Heb 10.22 24). Este trío de términos fue el resumen favorito de las enseñanzas cristianas en la iglesia primitiva.

1.5 Véase la sección 2 de «Verdad en acción» al final de 1 Tesalonicenses.

1.5 La forma como el cristianismo llegó a los tesalonicenses constituye un ejemplo perfecto de predicación eficaz. Aunque se expuso de manera razonada, el evangelio no llegó... en palabras solamente, sino también en poder (en griego, dunamis), lo que Jesús había prometido cuando anunció el arribo del Espíritu Santo ( Hch 1.8). La vinculación entre poder y Espíritu sugiere que se produjeron manifestaciones milagrosas, pero ellas no traen consigo, por sí solas, plena certidumbre, esto es, profunda convicción personal, que fue el fruto de la misión paulina en Tesalónica.

1.6 Recibiendo la palabra en medio de gran tribulación: Véanse 2.14 y Hechos 17.1-9. Tanto Jesús ( Mt 12.14) como Pablo (2 Co 11.26) recibieron similar tratamiento.

1.9 Algunos de los tesalonicenses eran gentiles, que se convirtieron de los ídolos a Dios. Otros eran judíos, como se enfatiza en el relato de Lucas sobre la llegada de Pablo a la sinagoga en Tesalónica ( Hch 17.1 4).