Comentario Biblico


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1 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;

3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,

4 hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.

5 Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a él Padre, Y él me será a mí hijo?

6 Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios.

7 Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, Y a sus ministros llama de fuego.

8 Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino.

9 Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros.

10 Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus manos.

11 Ellos perecerán, mas tú permaneces; Y todos ellos se envejecerán como una vestidura,

12 Y como un vestido los envolverás, y serán mudados; Pero tú eres el mismo, Y tus años no acabarán.

13 Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies?

14 ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?


Introduccion: La Palabra Final de Dios

Vivimos en un mundo donde mucha gente duda de que Dios pueda ser conocido y donde hay muchas filosofías y criterios religiosos en conflicto. Aun entre los cristianos practicantes, a veces se pretende tener nuevas revelaciones que contradicen o declaran ir más allá de la Escritura. Sin embargo, Heb. no deja lugar a dudas en cuanto al hecho de que Dios ha hablado decisivamente a Israel por los profetas, y que ha revelado plena y definitivamente su personalidad y voluntad por el Hijo (vv. 1, 2). La revelación del AT llegó muchas veces a lo largo de la historia de Israel y de muchas maneras, como por sueños, visiones y mensajes angelicales. Pero la revelación concluyente ha venido en estos últimos días de la historia humana por medio de Jesucristo. El autor proseguirá sugiriendo que el AT fue una preparación y un fundamento para esta revelación definitiva (p. ej. 8:5; 10:1). En verdad, Dios continúa hablando, por medio de las Escrituras del AT, a los cristianos en toda una gama de circunstancias (p. ej. 3:7-11; 12:5, 6). Sin embargo, para enfatizar el carácter final de la revelación por medio de Jesucristo, el autor señala su insuperable grandeza como Hijo de Dios.

Como quien ha estado con Dios desde el principio, él fue el único por medio de quien Dios hizo el universo (gr. aionas, edades , mundos , que se usa de modo similar para todo el universo de espacio y tiempo en 11:3). Además, el Hijo ha sido designado para poseer y gobernar sobre todo lo que originalmente era un instrumento para la creación: es heredero de todo (v. 2, cf. Sal. 2:7, l). Aunque muchos niegan su autoridad y siguen rechazándole, finalmente él debe triunfar. Como el resplandor de su gloria (de Dios) y la expresión exacta de su naturaleza, el Hijo revela en su persona, no sólo en sus palabras, cómo es realmente Dios (v. 3). Continúa sustentando la creación y ordena los hechos de la historia por la misma palabra de su poder que en un principio hizo que todo existiera (v. 3).

Dado que el objeto de la revelación divina siempre ha sido la comunión entre Dios y los seres humanos, Heb. pronto deja en claro que el papel del Hijo es el de proveer la purificación de nuestros pecados (v. 3). Esto anticipa el argumento de 2:14-18 y pasajes posteriores, que hablan de la necesidad de que el Hijo compartiera plenamente nuestra humanidad, sufriendo y muriendo, de modo que pudiera cumplir el papel de sumo sacerdote haciendo la expiación de nuestros pecados. En otros términos, la palabra final de Dios para nosotros no es simplemente la perfecta revelación de su personalidad en Jesucristo sino también su obra salvadora, haciendo posible que disfrutemos de todo lo que ha sido prometido por Dios a su pueblo en estos últimos días.

La secuela de su obra expiatoria fue su acto de sentarse a la diestra de la Majestad en las alturas (cf. Sal. 110:1). La entronización celestial del Hijo de Dios es tan significativa que Heb. aquí no menciona la resurrección y la ascensión que la hicieron posible. Más bien, cuando la introducción llega a su conclusión, el autor indica que ha de extraer las implicaciones de esa entronización. Establecerá la absoluta superioridad del Hijo sobre los ángeles, o sea los seres sobrenaturales que en Israel se consideraban como los más cercanos a Dios (v. 4).

La superioridad del Hijo sobre los ángeles

Los pasajes bíblicos citados en esta sección tienen el efecto de reforzar y exponer algunos de los temas importantes ya presentados en la introducción (vv. 1-4). En particular, la referencia a la entronización celestial del Hijo (v. 3) lleva naturalmente a una explicación de su posición con relación al mundo angelical. El Sal. 110:1 aporta el marco en el cual deben ser entendidos los varios pasajes del AT. Se alude a él en el v. 3 (se sentó a la diestra de la Majestad en los cielos ) y se lo cita completo en el v. 13. De ese modo, el tema de la entronización de Cristo y su dominio celestial es el foco de esta sección. Jesús usó el Sal. 110:1 para indicar la posición exaltada y celestial del Mesías o Cristo en la expectativa del AT (p. ej. Mar. 12:35-37; 14:61, 62), y fue luego usado regularmente por los primeros cristianos para declaraciones como las referidas al Jesús resucitado (p. ej. 10:12-14; Hech. 2:34-36; 1 Cor. 15:25). Hay otras alusiones a este pasaje clave en 8:1 y 12:2.

5 El Sal. 2:7 es citado porque es una profecía aplicable al Mesías como Hijo de David e Hijo de Dios. La base teológica de este extraordinario reclamo es la promesa especial de Dios a David y su dinastía en 2 Sam. 7:14, que también es citado. Cuando los hijos de David fueron entronizados como representantes terrenos de Dios en Jerusalén, disfrutaron de una relación especial de filiación con Dios. Jesús es el que finalmente cumple estos pasajes porque es el Hijo eterno de Dios (como en 1:2, 3), cuya resurrección y ascensión le restauraron al lugar de toda autoridad y poder en el universo a la mano derecha del Padre (cf. el uso del Sal. 2:7 en Hech. 13:33).

6 Nunca se habían hecho promesas así a los ángeles. Su papel ha sido siempre el de adorar a Dios (cf. Deut. 32:43; Sal. 96:7). En consecuencia deben adorar al Hijo que se sienta a su diestra. Al compartir plenamente nuestra humanidad, llegó a ser por un tiempo menor que los ángeles , pero ahora está coronado de gloria y honra (2:9). La introducción del Primogénito de Dios en el mundo (gr. oikumene, como en 2:5) en este pasaje se entiende mejor como una referencia a la entrada de Cristo en lo que aún es el mundo venidero (2:5). Esto ocurrió cuando él ascendió al ámbito celestial.

7-9 El texto gr. del Sal. 104:4 sugiere que los ángeles fueron creados para cumplir los mandatos de Dios con la velocidad de los vientos y la fuerza del fuego. Son parte del orden creado y deben estar sometidos al Hijo, porque él comparte con el Padre el gobierno (trono) divino que es por los siglos de los siglos. El Sal. 45:6, 7, que celebra una boda real, se usa con referencia a Cristo, el rey de Israel, quien cumple en grado sumo el ideal de compartir la justicia y la alegría del reino eterno de Dios.

10-12 La eternidad de Cristo y su dominio es subrayado nuevamente en el Sal. 102:25-27. Esto es contrastado con la creación perecedera que él ha fundado y que un día será enrollada como un vestido. Heb. usa el texto gr. de ambos salmos para indicar que el Padre se dirige al Hijo como Dios y Señor. El Sal. 110:1 puede haber inspirado esta interpretación, dado que allí el Señor se dirige a otro como mi Señor y le invita a sentarse a su diestra.

13, 14 Volviendo al pasaje que parece haber sido el punto de partida para sus reflexiones, el autor usa el Sal. 110:1 para insistir en que los ángeles no ejercen la autoridad y dominio del Hijo. Como espíritus servidores, tienen como papel el de servir a sus propósitos y ejecutar sus mandatos. Ciertamente, sirven a Dios al servir a favor de los que han de heredar la salvación. Los ángeles son superiores a nosotros en el orden de la creación (Sal. 8:4-6), pero son comisionados para ayudarnos en formas que escapan a nuestra comprensión, de modo que podamos alcanzar la herencia divina (cf. 13:2).