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2 Crónicas 32 - Biblia de Jerusalem 3-Edicion


Senaquerib invade a Judá

1 Después de todas estas pruebas de lealtad, vino Senaquerib, rey de Asiria, invadió Judá, puso sitio a las ciudades fortificadas y mandó forzar las murallas.

2 Cuando vio Ezequías que Senaquerib venía con intención de atacar a Jerusalén,

3 decidió, en consejo con sus jefes y sus valientes, cegar las fuentes de agua que había fuera de la ciudad; y ellos le apoyaron.

4 Juntóse mucha gente, y cegaron todas las fuentes y el arroyo que corría por medio de la región, diciendo: "Cuando vengan los reyes de Asiria, ¿por qué han de hallar tanta agua?"

5 Y cobrando ánimo, reparó toda la muralla que estaba derribada, alzando torres sobre la misma, levantó otra muralla exterior, fortificó el Miló en la Ciudad de David, y fabricó una gran cantidad de armas arrojadizas y escudos.

6 Puso jefes de combate al frente del pueblo, los reunió a su lado en la plaza de la puerta de la ciudad y, hablándoles al corazón, dijo:

7 "Sed fuertes y tened ánimo; no temáis, ni desmayéis ante el rey de Asiria, ni ante toda la muchedumbre que viene con él, porque es más el que está con nosotros que el que está con él.

8 Con él está un brazo de carne, pero con nosotros está Yahvé nuestro Dios para ayudarnos y para combatir nuestros combates." Y el pueblo quedó confortado con las palabras de Ezequías, rey de Judá.

9 Después de esto, Senaquerib, rey de Asiria, que estaba sitiando Laquis con todas sus fuerzas, envió sus siervos a Jerusalén, a Ezequías, rey de Judá, y a todos los de Judá que estaban en Jerusalén para decirles:

10 "Así dice Senaquerib, rey de Asiria: ¿En qué ponéis vuestra confianza, para que permanezcáis cercados en Jerusalén?

11 ¿No os engaña Ezequías para entregaros a la muerte por hambre y sed, cuando dice: "Yahvé nuestro Dios nos librará de la mano del rey de Asiria"?

12 ¿No es éste el mismo Ezequías que ha quitado sus santuarios y sus altares, ordenando a Judá y Jerusalén: "daréis culto ante un solo altar y sobre él quemaréis incienso"?

13 ¿Acaso no sabéis lo que yo y mis padres hemos hecho con todos los pueblos de los países? ¿Por ventura los dioses de las naciones de estos países han sido capaces de librar sus territorios de mi mano?

14 ¿Quién de entre todos los dioses de aquellas naciones que mis padres dieron al anatema pudo librar a su pueblo de mi mano? ¿Es que vuestro Dios podrá libraros de mi mano?

15 Ahora, pues, que no os engañe Ezequías ni os embauque de esa manera. No le creáis; ningún dios de ninguna nación ni de ningún reino ha podido salvar a su pueblo de mi mano, ni de la mano de mis padres, ¡cuánto menos podrá vuestro Dios libraros a vosotros de mi mano!"

16 Sus siervos dijeron todavía más cosas contra Yahvé Dios y contra Ezequías su siervo.

17 Escribió además cartas para insultar a Yahvé, Dios de Israel, hablando contra él de este modo: "Así como los dioses de las naciones de otros países no han salvado a sus pueblos de mi mano, así tampoco el Dios de Ezequías salvará a su pueblo de mi mano."

18 Los enviados gritaban en voz alta, en lengua judía, al pueblo de Jerusalén, que estaba sobre el muro, para atemorizarlos y asustarlos, y poder conquistar la ciudad.

19 Hablaban del Dios de Jerusalén como de los dioses de los pueblos de la tierra, que son obra de manos de hombre.

Jehová libra a Ezequías

20 En esta situación, el rey Ezequías y el profeta Isaías, hijo de Amós, oraron y clamaron al cielo.

21 Y Yahvé envió un ángel que exterminó a todos los guerreros esforzados de su ejército, a los príncipes y a los jefes que había en el campamento del rey de Asiria, que volvió a su tierra cubierta la cara de vergüenza y, al entrar en la casa de su dios, allí mismo, los hijos de sus propias entrañas le hicieron caer a espada.

22 Así salvó Yahvé a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de la mano de Senaquerib, rey de Asiria, y de la mano de todos sus enemigos, y les dio paz por todos lados.

23 Muchos trajeron entonces ofrendas a Yahvé, a Jerusalén, y presentes a Ezequías, rey de Judá, que de allí en adelante adquirió gran prestigio a los ojos de todas las naciones.

Enfermedad de Ezequías

24 En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte; pero hizo oración a Yahvé, que le escuchó y le otorgó una señal maravillosa.

25 Pero Ezequías no correspondió al bien que había recibido, pues se ensoberbeció su corazón, por lo cual la Cólera vino sobre él, sobre Judá y Jerusalén.

26 Mas después de haberse ensoberbecido en su corazón, se humilló Ezequías, él y los habitantes de Jerusalén; y por eso no estalló contra ellos la ira de Yahvé en los días de Ezequías.

Ezequías recibe a los enviados de Babilonia

27 Ezequías tuvo riquezas y gloria en gran abundancia. Adquirió tesoros de plata, oro, piedras preciosas, bálsamos, joyas y toda suerte de objetos de valor.

28 Tuvo también almacenes para las rentas de trigo, de mosto y de aceite; pesebres para toda clase de ganado y apriscos para los rebaños.

29 Se hizo con asnos y poseía ganado menor y mayor en abundancia, pues Dios le había dado muchísima hacienda.

30 Este mismo Ezequías cegó la salida superior de las aguas del Guijón y las condujo, bajo tierra, a la parte occidental de la Ciudad de David. Ezequías triunfó en todas sus empresas;

31 cuando los príncipes de Babilonia enviaron embajadores para investigar la señal maravillosa ocurrida en el país, Dios le abandonó para probarle y descubrir todo lo que tenía en su corazón.

Muerte de Ezequías

32 El resto de los hechos de Ezequías y sus obras piadosas están escritos en las visiones del profeta Isaías, hijo de Amós, y en el libro de los reyes de Judá y de Israel.

33 Ezequías reposó con sus antepasados y fue enterrado en la subida de los sepulcros de los hijos de David; y todo Judá y los habitantes de Jerusalén le rindieron honores a su muerte. Manasés, su hijo, reinó en su lugar.