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Deuteronomio 9 - Biblia de Jerusalem 3-Edicion


Dios destruirá a las naciones de Canaán

1 Escucha, Israel. Hoy vas a pasar ya el Jordán para ir a desalojar a naciones más grandes y fuertes que tú, ciudades grandes, con murallas que llegan hasta el cielo,

2 un pueblo grande y de elevada estatura, hijos de Anac, a quienes tú conoces y de quienes has oído decir: "¿Quién puede hacer frente a los hijos de Anac?"

3 Pero has de saber hoy que Yahvé tu Dios es el que va a pasar delante de ti como un fuego devorador: él los destruirá y te los someterá, para que tú los desalojes y los destruyas rápidamente, como te ha prometido Yahvé.

4 No digas en tu corazón, cuando Yahvé tu Dios los arroje de delante de ti: "Por mis méritos me ha hecho Yahvé entrar en posesión de esta tierra", siendo así que sólo por la perversidad de estas naciones las desaloja Yahvé de delante ti.

5 No por tus méritos ni por la rectitud de tu corazón llegarás a tomar posesión de su tierra, sino que sólo por la perversidad de estas naciones las desaloja Yahvé tu Dios delante de ti; y también por cumplir la palabra que juró a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob.

La rebelión de Israel en Horeb

6 Has de saber, pues, que no es por tu justicia por lo que Yahvé tu Dios te da en posesión esa tierra buena, ya que eres un pueblo de dura cerviz.

7 Acuérdate, no olvides de que irritaste a Yahvé tu Dios en el desierto, desde el día en que saliste del país de Egipto hasta vuestra llegada a este lugar: habéis sido rebeldes a Yahvé.

8 También en el Horeb irritasteis a Yahvé, y Yahvé montó en tal cólera contra vosotros como para destruiros.

9 Yo había subido al monte a recoger las tablas de piedra, las tablas de la alianza que Yahvé había concluido con vosotros. Yo permanecí en el monte cuarenta días y cuarenta noches: no comí pan ni bebí agua.

10 Yahvé me dio las dos tablas de piedra, escritas por el dedo de Dios, en las que estaban todas las palabras que Yahvé os había dicho en la montaña, de en medio del fuego, el día de la asamblea.

11 Al cabo de cuarenta días y cuarenta noches, me dio Yahvé las dos tablas de piedra, las tablas de la alianza,

12 y me dijo Yahvé: "Levántate, baja de aquí a toda prisa, porque tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto, se ha pervertido. Bien pronto se han apartado del camino que yo les había prescrito: se han hecho un ídolo de fundición."

13 Continuó Yahvé y me dijo: "He visto a este pueblo y es un pueblo de dura cerviz.

14 Déjame que los destruya y borre su nombre de debajo del cielo; mientras que de ti haré una nación más fuerte y numerosa que ésta."

15 Yo me volví y bajé del monte: el monte ardía en llamas, y las dos tablas de la alianza las llevaba yo una en cada mano.

16 Y vi que vosotros habíais pecado contra Yahvé vuestro Dios: os habíais hecho un becerro de fundición: bien pronto os habíais apartado del camino que Yahvé os tenía prescrito.

17 Tomé entonces las dos tablas, las arrojé de mis manos y las hice pedazos en vuestra presencia.

18 Luego me postré ante Yahvé; como la otra vez, cuarenta días y cuarenta noches: no comí pan ni bebí agua, por todo el pecado que habíais cometido haciendo el mal a los ojos de Yahvé hasta irritarle.

19 Es que tenía mucho miedo de la ira y del furor que irritaba a Yahvé contra vosotros hasta querer destruiros. Y una vez más me escuchó Yahvé.

20 También contra Aarón estaba Yahvé violentamente irritado hasta querer destruirle. Yo intercedí también entonces en favor de Aarón.

21 Y vuestro pecado, el becerro que os habíais hecho, lo tomé y lo quemé en el fuego; lo hice pedazos, lo trituré hasta que quedó reducido a polvo, y tiré el polvo al torrente que baja de la montaña.

22 Y en Taberá, y en Masá, y en Quibrot Hatavá, irritasteis a Yahvé.

23 Y cuando Yahvé os hizo salir de Cades Barnea diciendo: "Subid a tomar posesión de la tierra que yo os he dado", os rebelasteis contra la orden de Yahvé vuestro Dios, no creísteis en él ni escuchasteis su voz.

24 Habéis sido rebeldes a Yahvé vuestro Dios desde el día en que os conocí.

25 Me postré, pues, ante Yahvé y estuve postrado esos cuarenta días y cuarenta noches, porque Yahvé había hablado de destruiros.

26 Supliqué a Yahvé y dije: "Señor Yahvé, no destruyas a tu pueblo y a tu heredad, que tú rescataste con tu grandeza y que sacaste de Egipto con mano fuerte.

27 Acuérdate de tus siervos Abrahán, Isaac y Jacob, y no tomes en cuenta la indocilidad de este pueblo, ni su maldad ni su pecado,

28 para que no se diga en el país de donde nos sacaste: "Porque Yahvé no ha podido hacerlos entrar en la tierra que les había prometido, y por el odio que les tiene, los ha sacado para hacerlos morir en el desierto."

29 Pero ellos son tu pueblo y tu heredad, los que tú sacaste con tu gran fuerza y tu tenso brazo."