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Isaías 51 - Biblia de Jerusalem 3-Edicion


Palabras de consuelo para Sion

1 Prestadme oído, seguidores de lo justo, los que buscáis a Yahvé. Reparad en la peña de donde fuisteis tallados, y en la cavidad de pozo de donde fuisteis excavados.

2 Reparad en Abrahán vuestro padre, y en Sara, que os dio a luz; pues uno solo era cuando le llamé, pero le bendije y le multipliqué.

3 Cuando haya consolado Yahvé a Sión, haya consolado todas sus ruinas y haya trocado el desierto en Edén y la estepa en Paraíso de Yahvé, regocijo y alegría se encontrarán en ella, alabanza y son de canciones.

4 Préstame atención, pueblo mío, mi nación, escúchame; que una instrucción saldrá de mí, y juicio mío para luz de las naciones. Inminente,

5 cercana está mi justicia, saldrá mi liberación, y mis brazos juzgarán a los pueblos. Las islas esperan en mí y cuentan con mi brazo.

6 Alzad al cielo vuestros ojos y otead la tierra por abajo: ¡Cómo el cielo cual humo se disipa, y la tierra cual ropa se desgasta; sus moradores como mosquitos mueren! Pero mi salvación para siempre será, mi obra de justicia no se frustrará.

7 Oídme, sabedores de lo justo, pueblo consciente de mi ley: No temáis afrenta humana, ni de sus ultrajes os acobardéis.

8 Pues como un vestido se los comerá la polilla, y como lana los comerá la tiña. Pero mi justicia por siempre será, y mi salvación por generaciones de generaciones.

9 ¡Despierta, despierta, revístete de poderío, oh brazo de Yahvé! ¡Despierta como en los días de antaño, en las generaciones pasadas! ¿No eres tú el que partió a Ráhab, el que atravesó al Dragón?

10 ¿No eres tú el que secó la Mar, las aguas del gran Océano, el que trocó las honduras del mar en camino para que pasasen los rescatados?

11 Los redimidos de Yahvé volverán, entrarán en Sión entre aclamaciones, y habrá alegría eterna sobre sus cabezas. ¡Regocijo y alegría los acompañarán! ¡Adiós, el penar y los suspiros!

12 Yo, yo soy tu consolador. ¿Quién eres tú, que tienes miedo del mortal y del hijo del hombre, al heno equiparado?

13 Olvidas a Yahvé, tu hacedor, el que extendió los cielos y cimentó la tierra; y te sientes despavorido todo a lo largo del día ante la furia del opresor, en cuanto se aplica a destruir. Pues ¿dónde está esa furia del opresor?

14 Pronto saldrá libre el que está en la cárcel, no morirá en la hoya, no le faltará el pan.

15 Yo soy Yahvé tu Dios, que agito el mar y hago bramar sus olas; Yahvé Sebaot es mi nombre.

16 Yo he puesto mis palabras en tu boca y te he escondido a la sombra de mi mano, cuando extendía los cielos y cimentaba la tierra, diciendo a Sión: "Mi pueblo eres tú."

17 ¡Despierta, despierta! ¡Levántate, Jerusalén! Tú, que has bebido de mano de Yahvé la copa de su ira. El cáliz del vértigo has bebido hasta vaciarlo.

18 No hay quien la guíe de entre todos los hijos que ha dado a luz, no hay quien la tome de la mano de entre todos los hijos que ha criado.

19 Estas dos cosas te han acaecido - ¿quién te conduele?-: saqueo y quebranto, hambre y espada - ¿quién te consuela?-

20 Tus hijos desfallecen, yacen en la esquina de todas las calles como antílope en la red, llenos de la ira de Yahvé, de la amenaza de tu Dios.

21 Por eso, escucha esto, pobrecilla, ebria, pero no de vino.

22 Así dice tu Señor Yahvé, tu Dios, defensor de tu pueblo. Mira que yo te quito de la mano la copa del vértigo, el cáliz de mi ira; ya no tendrás que seguir bebiéndolo.

23 Yo lo pondré en la mano de los que te afligían, de los que a ti misma te decían: "Póstrate para que pasemos", y tú hiciste de tu espalda camino y calle de los que pasaban.