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Jeremías 24 - Biblia de Jerusalem 3-Edicion


La señal de los higos buenos y malos

1 Yahvé me hizo ver un par de cestos de higos presentados delante del templo de Yahvé - esto era después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, hubiera deportado de Jerusalén al rey de Judá, Jeconías, hijo de Joaquín, a los principales de Judá y a los herreros y cerrajeros de Jerusalén, y los llevó a Babilonia -.

2 Un cesto era de higos muy buenos, como los primerizos, y el otro de higos malos, tan malos que no se podían comer.

3 Y me dijo Yahvé: "¿Qué estás viendo Jeremías?" Dije: "Higos. Los higos buenos son muy buenos; y los higos malos, muy malos, que no se dejan comer de puro malos."

4 Entonces me dirigió Yahvé la palabra en estos términos:

5 Así habla Yahvé, Dios de Israel: Como por estos higos buenos, así me interesaré en favor de los desterrados de Judá que yo eché de este lugar al país de los caldeos.

6 Pondré la vista en ellos para su bien, los devolveré a este país, los reconstruiré para no derrocarlos y los plantaré para no arrancarlos.

7 Les daré corazón para conocerme, pues yo soy Yahvé, y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, pues volverán a mí con todo su corazón.

8 Pero igual que a los higos malos, que no se pueden comer de malos - sí, así dice Yahvé -, así haré al rey Sedecías, a sus principales y al resto de Jerusalén: a los que quedaren en este país y a los que están en el país de Egipto.

9 Haré de ellos el espantajo, una calamidad, de todos los reinos de la tierra; el oprobio y el ejemplo, la burla y la maldición por dondequiera que los empuje,

10 daré suelta entre ellos a la espada, al hambre y a la peste, hasta que sean acabados de sobre el solar que di a ellos y a sus padres.