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Hechos 8 - Biblia de nuestro Pueblo


Saulo persigue a la iglesia

1 Saulo estaba allí y aprobó la muerte de Estaban. Persecución y predicación en Samaría cfr. Lc 21,7-19 Aquel día se desató una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén, de modo que todos, excepto los apóstoles, se dispersaron por el territorio de Judea y Samaría.

2 Hombres piadosos sepultaron a Esteban y le ofrecieron un solemne funeral.

3 Saulo, por su parte, perseguía a la Iglesia, se metía en las casas, tomaba a hombres y mujeres y los metía en la cárcel.

Predicación del evangelio en Samaria

4 Los dispersos recorrían el país anunciando la Buena Noticia.

5 Felipe Felipe bajó a una ciudad de Samaría y allí proclamaba al Mesías.

6 La multitud escuchaba con atención e íntimamente unida lo que Felipe decía, porque oían y veían las señales que realizaba.

7 Espíritus inmundos salían de los poseídos dando grandes voces; muchos paralíticos y lisiados se sanaban,

8 y la ciudad rebosaba de alegría.

9 Desde hacía tiempo había en la ciudad un hombre llamado Simón que practicaba la magia, tenía impresionada a la gente de Samaría y se hacía pasar por un gran personaje.

10 Todos, del mayor al menor, le escuchaban y comentaban: -Éste es la Fuerza de Dios, ésa que es llamada Grande.

11 Le escuchaban porque durante bastante tiempo los había tenido encantados con su magia.

12 Pero, cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba la Buena Noticia del reino de Dios y el nombre de Jesús Mesías, todos, hombres y mujeres, se bautizaron.

13 También Simón creyó y se bautizó, y seguía constantemente a Felipe, asombrado al ver los grandes milagros y señales que hacía.

14 Pedro y Juan En Jerusalén los apóstoles se enteraron que Samaría había aceptado la Palabra de Dios, y les enviaron a Pedro y Juan.

15 Éstos bajaron y rezaron para que recibieran el Espíritu Santo

16 porque todavía no había bajado sobre ninguno de ellos y sólo estaban bautizados en el nombre del Señor Jesús.

17 Entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo.

18 Simonía Viendo Simón que, mediante la imposición de las manos de los apóstoles, se concedía el Espíritu, les ofreció dinero

19 diciendo: -Denme también a mí ese poder de conferir el Espíritu Santo al que le imponga las manos.

20 Pedro le replicó: -¡Maldito seas tú con tu dinero, si crees que el don de Dios se compra con dinero!

21 Este poder no es para ti ni te corresponde, porque Dios no aprueba tu actitud.

22 Arrepiéntete de tu maldad y pide que se te perdone tu error.

23 Te veo convertido en hiel amarga y atado en lazos de maldad.

24 Respondió Simón: -Rueguen ustedes al Señor por mí, para que no me suceda nada de lo que acabas de decir.

25 Ellos, después de dar testimonio exponiendo el mensaje del Señor, se volvieron a Jerusalén, anunciando por el camino la Buena Noticia en muchos pueblos de Samaría.

Felipe y el etíope

26 Felipe y el eunuco cfr. Is 56,3-8 El ángel del Señor dijo a Felipe: -¡Levántate! Dirígete al sur, al camino que conduce de Jerusalén a Gaza -un camino desierto -.

27 Él se puso en camino. Sucedió que un eunuco etíope, ministro de la reina Candaces y administrador de sus bienes,

28 volvía de una peregrinación a Jerusalén, sentado en su carroza y leyendo la profecía de Isaías.

29 El Espíritu dijo a Felipe: -Acércate y camina junto a la carroza.

30 Felipe la alcanzó de una carrera y oyó que estaba leyendo la profecía de Isaías, y le preguntó: -¿Entiendes lo que estás leyendo? Contestó:

31 -¿Y cómo voy a entenderlo si nadie me lo explica? Y lo invitó a subir y sentarse junto a él.

32 El texto de la Escritura que estaba leyendo era el siguiente: Como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, muda, así él no abrió la boca.

33 Lo humillaron negándole la justicia; ¿quién podrá hablar de su descendencia ya que su vida es arrancada de la tierra?

34 El eunuco preguntó a Felipe: -Dime, por favor, ¿por quién lo dice el profeta? ¿Por sí o por otro?

35 Felipe tomó la palabra y, comenzando por aquel texto, le explicó la Buena Noticia de Jesús.

36 Siguiendo camino adelante llegaron a un lugar donde había agua, y el eunuco le dijo: -Ahí hay agua, ¿qué me impide ser bautizado?

37 Contestó Felipe: ¿Crees de todo corazón? Respondió el eunuco: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.

38 Mandó parar la carroza, bajaron los dos hasta el agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizó.

39 Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe, de modo que el eunuco no lo vio más; y continuó su viaje muy contento.

40 Felipe apareció por Azoto, y recorriendo la región iba anunciando la Buena Noticia a todas las poblaciones hasta que llegó a Cesarea.