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1 Samuel 5 - Biblia Castilian 2003


El arca en tierra de los filisteos

1 Los filisteos capturaron el arca de Dios y la llevaron desde Eben Haézer a Asdod.

2 Los filisteos tomaron el arca de Dios, la introdujeron en el templo de Dagón y la colocaron al lado de Dagón.

3 Al d a siguiente, se levantaron de madrugada los habitantes de Asdod y vieron que Dagón estaba ca do por tierra, boca abajo, delante del arca de Yahveh. Levantaron a Dagón y lo pusieron de nuevo en su sitio.

4 Al d a siguiente, de ma ana, cuando se levantaron, vieron que Dagón estaba de nuevo ca do por tierra, boca abajo, delante del arca de Yahveh, y que la cabeza y palmas de las manos de Dagón estaban cortadas junto al umbral. Sólo le quedaba el tronco.

5 Por eso ni los sacerdotes de Dagón ni ninguno de cuantos entran en el templo de Dagón pisan el umbral de Dagón, en Asdod, hasta el d a de hoy.

6 La mano de Yahveh cayó pesadamente sobre los habitantes de Asdod llenándolos de consternación, pues hirió con tumores a los de Asdod y su comarca.

7 Cuando vio la gente de Asdod lo que les suced a, dijeron: "Que no permanezca el arca del Dios de Israel con nosotros, porque su mano se ha mostrado dura con nosotros y con Dagón, nuestro Dios".

8 Convocaron, pues, a todos los pr ncipes de los filisteos y les preguntaron: "¿Qué haremos con el arca del Dios de Israel?". Respondieron ellos: "Que el arca del Dios de Israel sea trasladada a Gat". Y trasladaron el arca del Dios de Israel.

9 Pero apenas trasladada, la mano de Yahveh se dejó sentir sobre la ciudad provocando una gran conmoción: los habitantes de la ciudad, peque os y grandes, fueron castigados con tumores.

10 Entonces enviaron el arca de Dios a Ecrón. Pero, al entrar el arca de Dios en Ecrón, empezaron a gritar los habitantes de Ecrón, diciendo: "¡Nos traen aqu el arca del Dios de Israel para que nos mate, a nosotros y a nuestro pueblo!".

11 Convocaron entonces a todos los pr ncipes de los filisteos y les dijeron: "Devolved el arca del Dios de Israel; que vuelva a su sitio, y no nos mate a nosotros y a nuestro pueblo". Hab a un pánico de muerte en toda la ciudad, pues la mano de Dios pesaba duramente sobre ella.

12 Las personas que no mor an eran heridas con tumores; el clamor de la ciudad sub a hasta el cielo.