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2 Crónicas 20 - Biblia Castilian 2003


Victoria sobre Moab y Amón

1 Después de esto, los moabitas, los amonitas y con ellos algunos meunitas fueron contra Josafat en son de guerra.

2 Y unos mensajeros le anunciaron a Josafat: "Viene contra ti, del otro lado del mar de Edom, una gran muchedumbre, y ya están en Jasasón Tamar, o sea, Engad ".

3 Josafat se atemorizó y decidió buscar a Yahveh, por lo que promulgó un ayuno para todo Judá.

4 Se reunió, pues, Judá para implorar a Yahveh. Incluso de todas las ciudades de Judá vino gente en busca de Yahveh.

5 Josafat, puesto en pie en medio de la asamblea de Judá y de Jerusalén, en el templo de Yahveh, delante del atrio nuevo,

6 dijo: "Yahveh, Dios de nuestros padres, ¿no eres tú el Dios que está en el cielo y no dominas tú sobre todos los reinos de las naciones? ¿No están en tus manos la fuerza y el poder, sin que nadie pueda resistirte?

7 ¿No fuiste tú, oh Dios nuestro, quien expulsaste a los moradores de esta tierra delante de tu pueblo Israel y se la entregaste a la descendencia de tu amigo Abrahán para siempre?

8 Ellos la han habitado y han construido en ella un santuario a tu nombre, diciendo:

9 "Si nos sobreviniere alguna calamidad - espada, castigo, peste o hambre -, nos presentaremos ante este templo, ante tu presencia - pues tu nombre está en este templo -, te invocaremos en nuestra aflicción y tú nos oirás y nos salvarás".

10 Y ahora, he aqu que los amonitas, los moabitas y los de la monta a de Se r, por cuyas tierras no permitiste que pasara Israel cuando ven a del pa s de Egipto, por lo que se apartó de ellos y no los exterminó,

11 ahora nos lo pagan viniendo a expulsarnos de la heredad que nos diste en posesión.

12 ¡Oh Dios nuestro! ¿No harás tú justicia contra ellos? Porque nosotros no tenemos fuerza frente a una muchedumbre tan grande como ésa que viene contra nosotros y no sabemos qué hacer. Pero hacia ti volvemos nuestros ojos".

13 Todo Judá estaba en pie ante Yahveh con sus peque uelos, sus mujeres y sus hijos.

14 Y súbitamente, en medio de la asamblea, el esp ritu de Yahveh vino sobre Yajaziel, hijo de Zacar as, hijo de Bena as, hijo de Yeiel, hijo de Matan as, levita de los hijos de Asaf.

15 Y éste les dijo: "¡Estad atentos todos los de Judá, y vosotros habitantes de Jerusalén, y tú rey Josafat! Esto os dice Yahveh: no temáis ni os amedrentéis ante esa gran muchedumbre, porque no es vuestro el combate, sino de Dios.

16 Bajad ma ana contra ellos, que subirán por la cuesta de Sis, y los encontraréis en el extremo del valle, frente al desierto de Yeruel.

17 Ni siquiera tendréis que luchar en esta ocasión. Apostaos all y quedaos quietos. Ya veréis que la salvación de Yahveh estará con vosotros. ¡Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni os amedrentéis! Salid ma ana contra ellos y Yahveh estará con vosotros".

18 Entonces Josafat se postró rostro en tierra, y todo Judá y los habitantes de Jerusalén se postraron también ante Yahveh para adorar a Yahveh.

19 Y los levitas descendientes de Queat y de Coré comenzaron a alabar con voz potente a Yahveh, Dios de Israel.

20 Al d a siguiente, muy de ma ana, salieron hacia el desierto de Técoa. Mientras iban saliendo, Josafat, puesto en pie, les dijo: "¡Escuchadme, Judá y habitantes de Jerusalén: confiad en Yahveh, vuestro Dios, y estaréis seguros; tened fe en sus profetas, y triunfaréis!".

21 Luego, tras haber deliberado con el pueblo, designó a los que hab an de cantar a Yahveh y entonarle alabanzas, los cuales, revestidos de ornamentos sagrados, salieron al frente de la tropa, diciendo: "Alabad a Yahveh, porque es eterna su misericordia".

22 Y en el momento en que ellos comenzaban las aclamaciones y las alabanzas, Yahveh suscitó discordias entre los amonitas, los moabitas y los del monte Se r, que ven an contra Judá, y fueron derrotados.

23 En efecto, los amonitas y los moabitas se pusieron contra los habitantes del monte Se r y los entregaron al anatema y al exterminio; y cuando hubieron acabado con los habitantes de Se r, ellos mismos se destruyeron mutuamente.

24 As, cuando los de Judá llegaron a la vista del desierto y miraron hacia la muchedumbre, no vieron sino cadáveres tendidos por tierra; no quedaba ningún superviviente.

25 Llegó entonces Josafat con su gente a recoger el bot n y hallaron tan gran cantidad de ganado, riquezas, vestidos y objetos preciosos, de los que se apropiaron, que no pod an llevárselo todo. Tres d as estuvieron recogiendo el bot n, tan cuantioso era.

26 Al cuarto d a se reunieron en el valle de Beracá y all bendijeron a Yahveh. Por eso dieron a aquel lugar el nombre de valle de Beracá hasta el d a de hoy.

27 Después, todos los de Judá y de Jerusalén, con Josafat a la cabeza, se volvieron a Jerusalén llenos de júbilo, porque Yahveh les hab a proporcionado ese júbilo a costa de sus enemigos.

28 Hicieron su entrada en Jerusalén, en dirección al templo de Yahveh, con arpas, c taras y trompetas.

29 Y el terror de Dios se apoderó de todos los reinos de los diversos pa ses cuando éstos supieron que Yahveh hab a peleado contra los enemigos de Israel.

30 Siguió as tranquilo el reino de Josafat, pues su Dios le dio paz con todos los de su entorno.

Resumen del reinado de Josafat

31 Reinó, pues, Josafat sobre Judá. Ten a treinta y cinco a os cuando fue proclamado rey, y reinó veinticinco a os en Jerusalén. Su madre se llamaba Azubá, hija de Silj.

32 Siguió en todo la conducta de su padre Asá, sin apartarse de ella y haciendo lo que es recto a los ojos de Yahveh.

33 No obstante, no desaparecieron los lugares altos, porque el pueblo no ten a aún el corazón enderezado hacia el Dios de sus padres.

34 Los demás hechos de Josafat, desde los primeros a los últimos, están consignados en los relatos de Jehú, hijo de Janan, que están insertos en el libro de los reyes de Israel.

35 Después de esto, Josafat, rey de Judá, se alió con Ocoz as, rey de Israel, que era un imp o.

36 Se asoció con él para construir naves que fueran a Tarsis. Construyeron los nav os en Esión Guéber.

37 Entonces Eliezer, hijo de Doda as, de Maresá, profetizó contra Josafat diciendo: "Por haberte aliado con Ocoz as, Yahveh destruirá tu obra". Y efectivamente, las naves naufragaron y no pudieron ir a Tarsis.