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Deuteronomio 32 - Biblia Castilian 2003


1 O d, cielos, que voy a hablar yo; y tú, tierra, escucha las palabras de mi boca.

2 Descienda como lluvia mi doctrina, fluya cual roc o mi palabra, como mansa llovizna sobre el césped, como un aguacero sobre la hierba verde.

3 Porque quiero aclamar el nombre de Yahveh. ¡Dad gloria a su nombre!

4 Él es la Roca; sus obras son perfectas, y justos todos sus caminos. Es Dios de lealtad y no de iniquidad; es justo y recto.

5 Mal se portaron con él los hijos que ahora son tara indigna, generación perversa y tortuosa.

6 ¿As pagas a Yahveh, pueblo necio e insensato? ¿No es él tu padre, el que te creó, el que te hizo y te dio consistencia?

7 Recuerda los d as de anta o, repasa los a os de edad en edad. Pregunta a tu padre, y él te contará; a tus ancianos, y ellos te hablarán.

8 Cuando el Alt simo entregaba a cada nación su heredad, cuando diseminaba a los hijos de Adán, fijó los confines de los pueblos según el número de los hijos de Dios,

9 la parte de Yahveh fue su pueblo, Jacob, la porción de su heredad.

10 Lo halla en tierra desierta, en vasta soledad, entre aullidos salvajes; lo rodea de cuidados, lo atiende, lo guarda como a la ni a de sus ojos.

11 Como águila que incita a su nidada, que revolotea sobre sus polluelos, él despliega sus alas, lo toma, lo lleva encima de sus plumas.

12 Sólo Yahveh lo gu a; ningún dios extra o está con él.

13 Lo hace cabalgar sobre las alturas de la tierra, lo nutre de los frutos de los campos; le da a chupar miel de la roca y aceite del duro pedernal;

14 cuajada de vacas le da, y leche de ovejas, con enjundia de corderos, de carneros de Basán y de machos cabr os, con la flor de harina de trigo; y como bebida, la sangre espumosa de la uva.

15 Yesurún engorda y cocea. Te pusiste gordo, macizo, cebado. Rechazó al Dios que lo hizo, despreció a la Roca, su salvación.

16 Excitan sus celos con dioses extra os, lo provocan con abominaciones;

17 ofrecen sacrificios a demonios que no son Dios, a dioses que no conoc an, nuevos, recién llegados, a los que no temieron sus padres.

18 A la Roca que te engendró desde as, olvidas al Dios que te puso en el mundo.

19 Yahveh lo ha visto, y ha rechazado, lleno de ira, a sus hijos y a sus hijas.

20 Y ha dicho: les ocultaré mi rostro, veré cuál es su fin. Porque raza pervertida son ellos, hijos que no tienen lealtad.

21 Provocaron mis celos con lo que no es Dios, me irritaron con sus dolos vanos. Mas yo provocaré sus celos con lo que ni siquiera es pueblo, los irritaré con una nación vana.

22 Porque fuego ardiente se enciende en mi rostro, que quema hasta el seol más profundo; que devora la tierra y sus productos, que abrasa los cimientos de los montes.

23 Yo amontonaré sobre ellos desgracias, yo agotaré contra ellos mis flechas.

24 Cuando estén extenuados por el hambre, devorados por la fiebre y por la pestilencia mort fera, mandaré contra ellos dientes de fieras y veneno de reptantes por el polvo.

25 Allá fuera, la espada los privará de hijos, y allá dentro reinará el espanto tanto en el joven como en la doncella, en el ni o de pecho igual que en el anciano.

26 Yo me dije: a polvo los reducir a, borrar a su recuerdo de entre los hombres,

27 si no temiera fomentar el furor del enemigo, si sus adversarios no lo interpretaran falsamente, si no se dijeran: ha prevalecido nuestra mano; no fue Yahveh quien hizo todo esto.

28 Porque ellos son gente que yerra en sus consejos, y en ellos no hay inteligencia.

29 Si tuvieran cordura lo comprender an, se dar an cuenta del fin que les espera.

30 ¿Cómo un solo hombre puede perseguir a un millar, y dos poner en fuga a diez millares, si no es porque su Roca se los ha vendido, porque Yahveh se los ha entregado?

31 No es su roca como nuestra Roca; y as lo testifican nuestros enemigos.

32 Porque de las vi as de Sodoma es su vi a, y de los bancales de Gomorra; sus uvas son uvas ponzo osas, sus racimos son racimos amargos;

33 su vino es veneno de serpientes y ponzo a terrible de áspid.

34 ¿Acaso esto no está guardado en mis adentros, sellado entre mis tesoros?

35 Para m la venganza y el dar lo merecido al tiempo en que vacile su pie; porque cerca está el d a de su ruina, y ya se avecina lo que les espera.

36 Cuando Yahveh haga justicia a su pueblo y tenga piedad de sus siervos; cuando vea que les faltan las fuerzas y que no hay ya ni esclavo ni libre,

37 entonces dirá: ¿dónde están sus dioses, la roca en que ellos buscaban refugio,

38 los que la grasa de sus v ctimas com an y beb an el vino de sus libaciones? ¡Levántense y vengan en vuestro socorro, que extiendan su protección sobre vosotros!

39 Ved, pues, ahora que yo, yo soy, y que no hay otro dios a mi lado. Yo doy muerte y doy vida, yo hiero y yo curo, no hay quien libre de mi mano.

40 S; yo alzo mis manos al cielo y digo: tan cierto como que vivo eternamente,

41 cuando yo afile el rayo de mi espada, cuando mi mano empu e la justicia, tomaré venganza de mis adversarios y daré su merecido a los que me odian.

42 Embriagaré mis saetas en sangre, y mi espada se hartará de carne: de sangre de heridos y cautivos, de cabezas de caudillos enemigos.

43 Naciones, aclamadlo a una con su pueblo, porque Dios vengará la sangre de sus siervos; tomará venganza de sus adversarios y hará la expiación por su tierra y su pueblo."

44 Fueron Moisés y Josué, hijo de Nun, y pronunciaron, a o dos del pueblo, todas las palabras de este cántico.

45 Cuando Moisés acabó de pronunciar todas estas palabras a todo Israel,

46 les dijo: "Poned en vuestros corazones todas las palabras que yo repito hoy como testimonio contra vosotros; dad orden a vuestros hijos, para que cuiden de poner en práctica todas las palabras de esta ley.

47 Porque no es una palabra vana, sino que es vuestra vida, y por esta palabra prolongaréis vuestros d as sobre la tierra que vais a poseer tan pronto como paséis el Jordán".

Se le permite a Moisés contemplar la tierra de Canaán

48 Aquel mismo d a habló Yahveh a Moisés, y le dijo:

49 "Sube a este monte Abar n, al monte Nebó, que está en tierra de Moab, frente a Jericó, y contempla el pa s de Canaán que voy a dar en propiedad a los israelitas.

50 Morirás en ese monte al que vas a subir, y te reunirás con tus antepasados, como Aarón, tu hermano, que murió en el monte Hor, y fue a reunirse con los suyos.

51 Porque no fuisteis fieles conmigo en medio de los israelitas, en las aguas de Meribá, en Cades, en el desierto de Sin, y no proclamasteis mi santidad en medio de los israelitas,

52 sólo de lejos verás esa tierra, pero no entrarás en ella, en esa tierra que yo voy a dar a los israelitas".