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Deuteronomio 4 - Biblia Castilian 2003


Moisés exhorta a la obediencia

1 Ahora, pues, Israel, escucha los preceptos y las normas que os ense o y ponedlos en práctica, para que viváis y entréis a poseer la tierra que os da Yahveh, Dios de vuestros padres.

2 Nada a adiréis a lo que yo os mando, ni de ello quitaréis nada, sino que guardaréis los mandamientos de Yahveh, vuestro Dios, que yo os ordeno.

3 Con vuestros propios ojos habéis visto lo que hizo Yahveh en Baal Peor: Yahveh, tu Dios, hizo desaparecer de en medio de ti a cuantos se fueron tras Baal Peor.

4 En cambio, vosotros, que fuisteis fieles a Yahveh, Dios vuestro, todos estáis vivos hoy.

5 Mirad: os he ense ado preceptos y normas, como me mandó Yahveh, mi Dios, para que los pongáis por obra en medio de la tierra en que vais a entrar para tomar posesión de ella.

6 Los guardaréis y los pondréis en práctica, pues de esta manera se pondrá a prueba vuestra sabidur a y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos, que, cuando tengan noticia de todos estos preceptos, dirán: "En verdad, esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente".

7 Pues, ¿qué nación hay tan grande que tenga los dioses tan cerca de ella, como lo está Yahveh, nuestro Dios, siempre que lo invocamos?

8 Y, ¿qué gran nación hay que tenga preceptos y normas tan justos como toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros?

La experiencia de Israel en Horeb

9 Por tanto, guárdate y cu date mucho de no olvidar las cosas que han visto tus ojos, ni dejes que se aparten de tu corazón en todos los d as de tu vida y se las ense arás a tus hijos y a los hijos de tus hijos.

10 El d a en que estuviste ante Yahveh, tu Dios, en el Horeb, me dijo Yahveh: "Congrégame al pueblo para que oiga mis palabras, a fin de que aprendan por ellas a tenerme temor todos los d as de su vida sobre la tierra y se las ense en a sus hijos".

11 Os acercasteis y estuvisteis al pie de la monta a. La monta a, envuelta en tinieblas, nubes y densa oscuridad, ard a en llamas que llegaban hasta el cielo.

12 Yahveh os habló de en medio del fuego. Vosotros o ais el sonido de las palabras, pero no percib ais figura alguna, sino solamente una voz.

13 Os anunció entonces su alianza y os mandó ponerla en práctica: los diez mandamientos que escribió en dos tablas de piedra.

14 Entonces me mandó Yahveh que os ense ara los preceptos y las normas que hab ais de poner por obra en la tierra en que vais a entrar para tomar posesión de ella.

Advertencia contra la idolatría

15 Tened mucho cuidado. Ya que el d a en que Yahveh os habló en el Horeb de en medio del fuego no visteis ninguna figura,

16 no os corrompáis ahora fabricándoos cualquier imagen tallada que represente algún dolo en figura de hombre o de mujer;

17 ni imagen de cualquier clase de animales de la tierra o de cualquier ave alada que vuela por el cielo;

18 ni de cualquier clase de reptil que se arrastra sobre la tierra o de cualquier pez que vive en las aguas bajo la tierra.

19 Y cuando levantes tus ojos al cielo y veas el sol, la luna, las estrellas y todo el ejército del cielo, no te dejes seducir ni te postres para rendirles culto y servirles. Yahveh, tu Dios, los ha repartido entre todos los pueblos bajo el cielo;

20 mientras que a vosotros os tomó Yahveh y os sacó del horno de hierro, de Egipto, para que fuerais el pueblo de su heredad, como lo sois hoy.

21 Luego se irritó Yahveh contra m por vuestra culpa y juró que yo no pasar a el Jordán ni entrar a en la buena tierra que Yahveh, tu Dios, te da en heredad.

22 Yo moriré en esta tierra, sin atravesar el Jordán, pero vosotros lo pasaréis y poseeréis esa buena tierra.

23 Guardaos, pues, de olvidar la alianza que Yahveh, Dios vuestro, ha concluido con vosotros, y de fabricaros imagen alguna o representación de cuanto Yahveh, tu Dios, te ha prohibido.

24 Porque Yahveh, tu Dios, es fuego devorador, Dios celoso.

25 Cuando hayáis engendrado hijos y nietos y hayáis envejecido en aquella tierra, si os corrompéis y os fabricáis imágenes talladas de cualquier clase, practicando as el mal a los ojos de Yahveh, tu Dios, y lo irritáis,

26 yo pongo hoy por testigos contra vosotros al cielo y a la tierra de que desapareceréis rápidamente de la tierra por cuya posesión vais a pasar el Jordán, y no se prolongarán en ella vuestros d as, porque seréis enteramente destruidos.

27 Yahveh os dispersará entre los pueblos, y sólo quedaréis unos pocos en medio de los pueblos a los que os lleve Yahveh.

28 All serviréis a dioses de madera y piedra, hechos por mano de hombre, que no ven ni oyen, ni comen ni huelen.

29 Desde all buscarás a Yahveh, tu Dios, y lo hallarás si lo buscas con todo tu corazón y con toda tu alma.

30 En tu angustia, cuando todas estas cosas te sobrevengan en los tiempos venideros, te volverás a Yahveh, tu Dios, y escucharás su voz.

31 Pues Yahveh, tu Dios, es Dios misericordioso y no te abandonará ni te destruirá, ni se olvidará de la alianza que juró a tus padres.

32 Pregunta, pues, a los tiempos antiguos que te han precedido, desde el d a en que Dios creó al hombre sobre la tierra, y desde el uno al otro extremo del cielo: ¿ha sucedido jamás cosa tan grande como ésta, o se ha o do algo semejante?

33 ¿Hay algún pueblo que haya o do la voz de Dios hablándole de en medio del fuego, como la has o do tú, y que haya seguido viviendo?

34 ¿Ha intentado jamás venir un dios a escoger para s un pueblo de en medio de otro a fuerza de pruebas, de se ales, de portentos y de guerra, con mano fuerte y brazo tenso y con grandes terrores, como es todo cuanto ha hecho con vosotros Yahveh, vuestro Dios, en Egipto, ante vuestros propios ojos?

35 Te ha sido concedido ver todo esto, para que sepas que Yahveh es, en verdad, Dios, y que no hay otro fuera de Él.

36 Desde lo alto del cielo te hizo o r su voz para instruirte, y sobre la tierra te hizo ver su gran fuego, y de en medio del fuego o ste sus palabras.

37 Y porque amó a tus padres y escogió después de ellos a su descendencia, te sacó de Egipto yendo delante de ti con su gran fortaleza,

38 arrojando de delante de ti a naciones más grandes y más poderosas que tú, para introducirte en su tierra y entregártela en heredad, como lo hace en este d a.

39 Tú debes saber hoy, por lo tanto, y recordarlo en tu corazón, que Yahveh es el único Dios en lo alto del cielo y aqu abajo en la tierra, y que no existe ningún otro.

40 Guardarás, pues, sus preceptos y sus mandamientos, que hoy yo te prescribo, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y para que se alarguen los d as de tu permanencia sobre el suelo que Yahveh, tu Dios, te da para siempre.

Las ciudades de refugio al oriente del Jordán

41 Moisés reservó tres ciudades al otro lado del Jordán, al oriente,

42 para que all pudiera refugiarse el homicida que hubiera matado a su prójimo sin querer, sin haberle tenido odio anteriormente, a fin de que, refugiándose en una de esas ciudades, salvara la vida.

43 Son éstas: para los rubenitas, Béser, en el desierto, en la altiplanicie; para los gaditas, Ramot de Galaad; para los manasitas, Golán, en Basán.

Moisés recapitula la promulgación de la ley

44 Ésta es la ley que Moisés puso ante los israelitas.

45 Éstas son las instrucciones, los preceptos y las normas que dictó Moisés a los israelitas cuando salieron de Egipto,

46 al otro lado del Jordán, en el valle, frente a Bet Peor, en el pa s de Sijón, rey de los amorreos, que habitaba en Jesbón, a quien Moisés y los israelitas derrotaron tras su salida de Egipto.

47 Se apoderaron de su pa s y del pa s de Og, rey de Basán, los dos reyes amorreos del otro lado del Jordán, al oriente,

48 desde Aroer, que está a orillas del torrente Arnón, hasta la monta a de Sirión, o sea el Hermón,

49 con toda la Arabá, al otro lado del Jordán, al oriente, hasta el mar de la Arabá, al pie de las laderas del Pisgá.