Biblia Total


Deuteronomio 9 - Biblia Castilian 2003


Dios destruirá a las naciones de Canaán

1 Escucha, Israel. Hoy vas a pasar el Jordán para ir a la conquista de naciones más grandes y poderosas que tú, de ciudades grandes, con murallas que llegan hasta el cielo;

2 de un pueblo grande y de elevada estatura, los descendientes de los anaquitas, que ya conoces, y de quienes has o do decir: "¿Quién podrá oponerse a los hijos de Anac?".

3 Pero hoy mismo sabrás que es Yahveh, tu Dios, quien pasará delante de ti como fuego devorador; los destruirá y subyugará delante de ti, para que los despojes y aniquiles con rapidez, como te ordenó Yahveh.

4 No digas luego en tu corazón, cuando Yahveh, tu Dios, los haya arrojado de tu presencia: "Por mis méritos me ha hecho entrar Yahveh en posesión de ese pa s", pues ha sido Yahveh quien ha arrojado delante de ti a esas naciones a causa de su perversidad.

5 No por tu justicia ni por la rectitud de tu corazón vas a entrar en posesión de su tierra, sino por la maldad de esas naciones; por eso las expulsará Yahveh, tu Dios, de delante de ti, y para que se cumpla la palabra que Yahveh juró a tus padres Abrahán, Isaac y Jacob.

La rebelión de Israel en Horeb

6 Entiende que no es por tus méritos por lo que te da Yahveh, tu Dios, esa hermosa tierra en posesión, pues eres un pueblo de dura cerviz.

7 Recuerda y no olvides que irritaste a Yahveh, tu Dios, en el desierto; desde el d a en que saliste de la tierra de Egipto hasta que llegaste a este lugar, habéis sido rebeldes a Yahveh.

8 Ya en el Horeb provocasteis la ira de Yahveh, y Yahveh se encolerizó contra vosotros, hasta el punto de querer exterminaros.

9 Cuando sub a la monta a para recibir las tablas de piedra, las tablas de la alianza que Yahveh concluyó con vosotros, estuve cuarenta d as y cuarenta noches en el monte sin comer pan ni beber agua.

10 Yahveh me entregó las dos tablas de piedra, escritas por el dedo de Dios, en las que estaban todas las palabras que Yahveh os hab a dicho en la monta a, en medio del fuego, el d a de la asamblea.

11 Al cabo de los cuarenta d as y cuarenta noches me dio Yahveh las dos tablas de piedra, las tablas de la alianza,

12 y Yahveh me dijo: "Anda, baja a toda prisa de aqu, porque tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto, se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les hab a prescrito y se han hecho una imagen de metal fundido".

13 Después Yahveh me habló, diciendo: "Veo que este pueblo es pueblo de dura cerviz.

14 Déjame que los destruya y que borre su nombre de debajo del cielo, y haré de ti una nación más fuerte y numerosa que él".

15 Me volv y bajé de la monta a, que ard a toda en llamas, llevando en mis manos las dos tablas de la alianza.

16 Miré, y vi que hab ais pecado contra Yahveh, vuestro Dios, pues os hab ais fabricado un becerro de metal fundido. Pronto os hab ais desviado del camino que Yahveh os ten a prescrito.

17 Tomé entonces las dos tablas, las arrojé con mis manos y las hice a icos ante vuestros propios ojos.

18 Luego me postré ante Yahveh y, como antes, no com pan ni beb agua durante cuarenta d as y cuarenta noches, por todos los pecados que hab ais cometido al hacer el mal a los ojos de Yahveh hasta provocar su irritación.

19 Yo estaba aterrorizado ante la cólera y el furor con que Yahveh se hab a irritado contra vosotros, pues quer a incluso exterminaros. Pero una vez más me escuchó Yahveh.

20 También contra Aarón se irritó Yahveh hasta tal punto que quiso exterminarlo. Y también interced por Aarón.

21 Tomé aquella obra de pecado que os hab ais fabricado, aquel becerro, lo quemé, lo hice pedazos y lo trituré hasta reducirlo a polvo, y arrojé ese polvo al torrente que baja de la monta a.

22 También en Taberá, y en Masá, y en Quibrot Hatavá, irritasteis a Yahveh.

23 Y cuando Yahveh os envió desde Cades Barnea, diciéndoos: "Subid y apoderaos del pa s que os he dado", fuisteis rebeldes a la orden de Yahveh, vuestro Dios; no tuvisteis fe en él y no escuchasteis su voz.

24 Habéis sido rebeldes a Yahveh desde el d a en que os conoc.

25 Me postré, pues, delante de Yahveh y permanec as postrado aquellos cuarenta d as y cuarenta noches, pues Yahveh hablaba de exterminaros.

26 Pero yo suplicaba a Yahveh, diciéndole: "Se or Yahveh, no destruyas a tu pueblo, a tu heredad, que redimiste por tu grandeza y sacaste de Egipto con mano fuerte.

27 Acuérdate de tus siervos, de Abrahán, de Isaac y de Jacob; no tengas en cuenta la indocilidad de este pueblo, ni su perversidad ni su pecado;

28 no sea que digan los del pa s del cual nos sacaste: "Por no haber podido Yahveh hacerlos entrar en el pa s que les hab a prometido, y porque los odiaba, los sacó fuera, para hacerlos morir en el desierto".

29 Sin embargo, son tu pueblo, tu heredad, que sacaste fuera con tu gran poder y brazo tenso".