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Hebreos 6 - Biblia Castilian 2003


1 Por lo tanto, dejando a un lado los rudimentos de la doctrina sobre Cristo, vayamos a lo propio de los perfectos, sin entretenernos más en asentar lo que sólo es cimiento a saber: arrepentimiento de las obras muertas y fe en Dios,

2 ense anzas sobre abluciones, imposición de manos, resurrección de muertos y juicio final.

3 Esto es lo que haremos, Dios mediante.

4 En realidad, a los que ya una vez fueron iluminados, saborearon el don celestial, fueron hechos part cipes del Esp ritu Santo,

5 gustaron la buena palabra de Dios y los portentos del siglo futuro,

6 pero vinieron después a extraviarse, es imposible renovarlos otra vez e inducirlos al arrepentimiento, crucificando de nuevo y exponiendo a la burla pública al Hijo de Dios.

7 Porque una tierra empapada de lluvia frecuente y que produce una vegetación útil a los que la labran, participa de la bendición de Dios;

8 pero si produce espinas y cardos, es rechazada y expuesta a maldición y terminará por ser quemada.

9 Pero aunque hablamos de esta manera, en vuestro caso, queridos hermanos, confiamos en que vuestra situación sea mejor y cercana a la salvación.

10 Porque Dios no es injusto como para olvidarse de vuestra obra y del amor que habéis mostrado por su nombre, cuando ya antes servisteis al pueblo santo y lo segu s sirviendo ahora.

11 Lo que deseamos es que cada uno de vosotros despliegue el mismo esfuerzo para realizar la esperanza hasta el final:

12 que no seáis remisos, sino que imitéis a los que por la fe y la constancia han heredado las promesas.

13 Efectivamente, cuando Dios hizo la promesa a Abrahán, no teniendo otro mayor por quien jurar, juró por s mismo,

14 diciendo: Te bendeciré copiosamente y multiplicaré tu posteridad.

15 Y as fue como Abrahán, a fuerza de constancia, consiguió la promesa.

16 Los hombres suelen jurar por uno mayor, y este juramento les sirve de confirmación y pone fin a toda discusión.

17 En este sentido, queriendo Dios demostrar hasta la saciedad a los herederos de la promesa que su decisión es irrevocable, interpuso como garant a un juramento,

18 para que por estas dos cosas irrevocables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos poderoso aliento los que nos acogemos a él, para asirnos a la esperanza que se nos presenta.

19 Como a un ancla firme y segura de nuestra vida nos asimos a esta esperanza, que va penetrando hasta detrás del velo,

20 donde, como precursor y representante nuestro, entró Jesús, constituido sumo sacerdote para siempre según el rito de Melquisedec.