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Lucas 20 - Biblia Castilian 2003


La autoridad de Jesús

1 Uno de aquellos d as, mientras él estaba ense ando al pueblo en el templo y anunciando el evangelio, se presentaron los pont fices y los escribas, junto con los ancianos,

2 y le preguntaron: "Dinos: ¿con qué autoridad haces tú esas cosas, o quién es el que te ha dado esa autoridad?".

3 Él les respondió: "Yo también os voy a hacer una pregunta. Contestadme:

4 el bautismo de Juan, ¿era del cielo o era de los hombres?".

5 Pero ellos razonaron entre s, diciendo: "Si respondemos "del cielo", dirá: "¿Por qué no cre steis en él?".

6 Pero si respondemos "de los hombres", todo el pueblo nos va a apedrear; porque están convencidos de que Juan era un profeta".

7 Y respondieron que no sab an de dónde era.

8 Entonces Jesús les contestó: "Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esas cosas".

Los labradores malvados

9 Comenzó luego a decir al pueblo esta parábola: "Un hombre plantó una vi a, la arrendó a unos vi adores y se fue lejos de su tierra por largo tiempo.

10 A su tiempo envió un criado a los vi adores, para que le dieran el fruto de la vi a que le correspond a; pero los vi adores lo apalearon y lo despidieron con las manos vac as.

11 Volvió luego a mandarles otro criado; pero también a éste lo apalearon, lo llenaron de ultrajes y lo despidieron con las manos vac as.

12 Todav a volvió a mandar un tercero, pero también a éste lo malhirieron y lo arrojaron fuera.

13 El due o de la vi a dijo entonces: "¿Qué voy a hacer? Les voy a mandar a mi hijo muy querido; seguramente que a éste lo respetarán".

14 Cuando los vi adores lo vieron, deliberaron entre s, diciéndose unos a otros: "Éste es el heredero; vamos a matarlo, para hacernos con la heredad".

15 Y arrojándolo fuera de la vi a, lo mataron. ¿Qué hará entonces con ellos el due o de la vi a?

16 Volverá, acabará con aquellos vi adores y arrendará la vi a a otros". Cuando ellos oyeron esto, dijeron: "¡No lo quiera Dios!".

17 Pero él, fijando en ellos los ojos, les dijo: "¿Qué significa, pues, aquello que está escrito: La piedra que desecharon los constructores se ha tornado en remate de la esquina?

18 Todo el que caiga sobre esa piedra se estrellará; y aquel sobre quien ella caiga quedará aplastado".

La cuestión del tributo

19 Los escribas y los pont fices intentaron echarle mano en aquel mismo momento, porque se hab an dado cuenta de que por ellos hab a dicho esa parábola; pero tuvieron miedo al pueblo.

20 Luego ellos se pusieron a acecharlo y le enviaron esp as que fingieran ser hombres virtuosos, para sorprenderlo en alguna palabra, con el fin de entregarlo al poder y autoridad del procurador.

21 Hiciéronle, pues, esta pregunta: "Maestro, sabemos que hablas y ense as con rectitud y que no te importa la condición de las personas, sino que ense as realmente el camino de Dios.

22 ¿Nos es l cito pagar el tributo al César; s o no?".

23 Pero él, dándose cuenta de su argucia, les dijo:

24 "Ense adme un denario. ¿De quién es la figura y la inscripción que tiene?". Ellos respondieron: "Del César".

25 Él les dijo: "Pues pagad lo del César al Cesar, y lo de Dios a Dios".

26 Y no pudieron sorprenderlo en palabra alguna delante del pueblo, sino que, admirados por su respuesta, se callaron.

La pregunta sobre la resurrección

27 Acercáronse luego algunos de los saduceos - que niegan la resurrección -, y le preguntaron:

28 "Maestro, Moisés nos dejó escrito que si un hermano muere teniendo mujer, pero sin hijos, otro hermano suyo debe tomar esa mujer, para darle sucesión al hermano difunto.

29 Pues bien, eran siete hermanos; el primero tomó mujer y murió sin hijos.

30 Y el segundo

31 y el tercero la tomaron; y as también los siete, que murieron sin dejar hijos.

32 Finalmente, murió también la mujer.

33 Ahora bien, esta mujer, en la resurrección, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque fue mujer de los siete".

34 Jesús les contestó: "Los hijos de este mundo se casan, ellos y ellas.

35 Pero los que logren ser dignos de aquel mundo y de la resurrección de los muertos, ni ellos ni ellas se casarán,

36 porque no pueden ya morir, pues serán semejantes a ángeles; y son hijos de Dios, pues son hijos de la resurrección.

37 Y que los muertos resucitan, ya Moisés lo dio a entender en aquello de la zarza, cuando llama Se or al Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob;

38 él no es Dios de muertos, sino de vivos, porque todos viven para él".

39 Entonces, algunos escribas le respondieron: "Maestro, has hablado bien".

40 Y ya no se atrev an a hacerle más preguntas.

¿De quién es hijo el Cristo?

41 Pero Jesús les preguntó: "¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David?

42 Porque David mismo dice en el libro de los Salmos: Dijo el Se or a mi Se or: siéntate a mi diestra,

43 hasta que ponga a tus enemigos por plataforma de tus pies.

44 David, pues, lo llama "Se or"; y entonces, ¿cómo puede ser hijo suyo?".

Jesús acusa a los escribas

45 Dijo luego a los disc pulos, oyéndolo todo el pueblo:

46 "Tened cuidado con los escribas, que se complacen en pasearse con amplias vestiduras, y les gusta acaparar los saludos en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes;

47 que devoran las casas de las viudas mientras fingen entregarse a largos rezos. Éstos tendrán condenación más severa".