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Mateo 18 - Biblia Castilian 2003


¿Quién es el mayor?

1 En aquel momento se acercaron los disc pulos a Jesús para preguntarle: "¿Quién es más grande en el reino de los cielos?".

2 Él llamó junto a s a un ni o, lo puso delante de ellos

3 y les dijo: "Os aseguro que, si no cambiáis y os hacéis como ni os, no entraréis en el reino de los cielos.

4 Por consiguiente, quien se haga peque o como este ni o, ése es el más grande en el reino de los cielos.

5 Y quien acoge en mi nombre a un ni o como éste, es a m a quien acoge.

Ocasiones de caer

6 Si uno es ocasión de pecado para cualquiera de estos peque os que creen en m, más le valdr a que le colgaran al cuello una rueda de molino de las que mueven los asnos y lo sumergieran en el fondo del mar.

7 ¡Ay del mundo por los escándalos! Porque es inevitable que los haya, pero ¡ay del hombre por quien viene el escándalo!

8 Si tu mano o tu pie es para ti ocasión de pecado, córtatelo y arrójalo lejos de ti; mejor es para ti entrar manco o cojo en la vida que, conservando las dos manos o los dos pies, ser arrojado al fuego eterno.

9 Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo lejos de ti; mejor es para ti entrar tuerto en la vida que, conservando los dos ojos, ser arrojado a la gehenna del fuego.

Parábola de la oveja perdida

10 Cuidado con despreciar a uno solo de estos peque os; porque os aseguro que sus ángeles en el cielo están viendo constantemente el rostro de mi Padre celestial.

12 ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le extrav a una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve en los montes para irse a buscar la extraviada?

13 Y cuando llega a encontrarla, os aseguro que se alegra por ella más que por las noventa y nueve que no se extraviaron.

14 De la misma manera, no quiere vuestro Padre que está en el cielo que se pierda uno solo de estos peque os.

Cómo se debe perdonar al hermano

15 Si tu hermano comete una falta, ve y repréndelo a solas tú con él. Si te escucha, ya te has ganado a tu hermano.

16 Pero, si no te escucha, toma todav a contigo a uno o dos, para que todo asunto se decida sobre el testimonio de dos o tres testigos;

17 si no les hace caso, d selo a la comunidad. Y si tampoco a la comunidad le hace caso, sea para ti como un pagano o un publicano.

18 Os lo aseguro: todo lo que atéis en la tierra, atado será en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, desatado será en el cielo.

19 Os aseguro además: si dos de vosotros unen sus voces en la tierra para pedir cualquier cosa, la conseguirán de mi Padre que está en el cielo.

20 Porque donde están dos o tres congregados para invocar mi nombre, all estoy yo entre ellos".

21 Entonces se le acercó Pedro y le dijo: "Se or, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano, si falta contra m ? ¿Hasta siete veces?".

22 Respóndele Jesús: "No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Los dos deudores

23 A propósito de esto: el reino de los cielos se parece a un rey que quiso saldar cuentas con sus siervos.

24 Cuando comenzó a saldarlas, le presentaron a uno que le deb a diez mil talentos.

25 Pero, como no ten a con qué pagar, mandó el se or que lo vendieran, con su mujer y sus hijos y todo cuanto ten a, y que as se liquidara la deuda.

26 El siervo se echó entonces a sus pies y, postrado ante él, le suplicaba: "¡Ten paciencia conmigo, que te lo pagaré todo!".

27 Movido a compasión el se or de aquel siervo lo dejó en libertad y, además, le perdonó la deuda.

28 Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compa eros que le deb a cien denarios; y, agarrándolo por el cuello, casi lo ahogaba mientras le dec a: "¡Paga lo que debes!".

29 El compa ero se echó a sus pies y le suplicaba: "¡Ten paciencia conmigo, que ya te lo pagaré!".

30 Pero él no consintió, sino que fue y lo metió en la cárcel, hasta que pagara lo que deb a.

31 Al ver, pues, sus compa eros lo que hab a sucedido, se disgustaron mucho y fueron a contárselo todo a su se or.

32 El se or, entonces, lo mandó llamar a su presencia y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné, porque me lo suplicaste.

33 ¿No deb as también tú tener compasión de tu compa ero, como yo la tuve de ti?".

34 Y el se or, enojado, lo entregó a los verdugos, hasta que pagara todo lo que le deb a.

35 Lo mismo hará mi Padre celestial con vosotros, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano".