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Mateo 22 - Biblia Castilian 2003


Parábola de la fiesta de bodas

1 Nuevamente se puso Jesús a hablarles en parábolas, diciendo:

2 "El reino de los cielos se parece a un rey que preparó el banquete de bodas de su hijo.

3 Envió sus criados a llamar a los convidados al banquete, pero éstos no quisieron venir.

4 Volvió a enviar a otros criados con este encargo: "Decid a los convidados: ya tengo preparado el banquete; he sacrificado mis terneros y reses cebadas, todo está a punto. Venid al banquete".

5 Pero ellos no hicieron caso y se fueron el uno a su campo, el otro a sus negocios;

6 y los demás echaron mano a los criados del rey los ultrajaron y los mataron.

7 Entonces el rey se enfureció y, enviando sus tropas, acabó con aquellos asesinos y les incendió la ciudad.

8 Luego dice a sus criados: "El banquete de bodas está preparado, pero los convidados no se lo merec an.

9 Salid, pues, a las encrucijadas de los caminos, y a todos cuantos encontréis, convidadlos al banquete".

10 Salieron los criados a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala del banquete se llenó de comensales.

11 Cuando entró el rey a ver a los comensales, descubrió all a uno que no estaba vestido con traje de ceremonia

12 y le dice: "Amigo, ¿cómo has entrado aqu sin traje de ceremonia?" Pero él se quedó callado.

13 Entonces el rey dijo a los sirvientes: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo a la oscuridad, allá afuera. All será el llanto y el rechinar de dientes.

14 Porque muchos son los llamados, pero pocos los escogidos"".

La cuestión del tributo

15 Entonces los fariseos se fueron y acordaron en consejo ponerle una trampa para sorprenderle en alguna palabra.

16 Y le env an unos disc pulos suyos, con los herodianos, para decirle: "Maestro, sabemos que eres sincero, que ense as realmente el camino de Dios y que nada te importa de nadie, porque no te fijas en las apariencias de las personas.

17 Dinos, por consiguiente: ¿qué te parece? ¿Es l cito pagar tributo al César: s o no?".

18 Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: "¿Por qué me tendéis trampas, hipócritas?

19 Ense adme la moneda del tributo". Ellos le presentaron un denario.

20 Y él les pregunta: "¿De quién es esta figura y esta inscripción?".

21 Ellos contestan: "Del César". Entonces les dice: "Pues pagad lo del César al César, y lo de Dios a Dios".

22 La respuesta les dejó sorprendidos y, dejándolo en paz, se marcharon.

La pregunta sobre la resurrección

23 Aquel mismo d a se le acercaron algunos saduceos - que afirman que no hay resurección - y le preguntaron:

24 "Maestro, Moisés dijo: Si uno muere sin tener hijos, su hermano se casará con la mujer de aquél, para dar sucesión al hermano difunto.

25 Pues bien, hab a entre nosotros siete hermanos. El primero, ya casado, se murió; y como no ten a descendencia, le dejó la mujer a su hermano.

26 Igualmente, el segundo y el tercero, y as hasta los siete.

27 Después de todos ellos, se murió la mujer.

28 Ahora bien, en la resurrección, ¿de cuál de los siete será mujer? Porque todos la tuvieron".

29 Jesús les respondió: "Estáis en un error, por desconocer las Escrituras y el poder de Dios.

30 Porque, en la resurrección, ni los hombres se casarán ni las mujeres serán dadas en matrimonio, sino que serán como ángeles en el cielo.

31 Y en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis le do lo que Dios os ha declarado al decir:

32 Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Él no es Dios de muertos, sino de vivos".

33 Y al o r esto, la gente se maravillaba de su doctrina.

El gran mandamiento

34 Cuando los fariseos se enteraron de que hab a hecho callar a los saduceos, se reunieron en el mismo lugar.

35 Y uno de ellos, doctor de la ley, para tenderle una trampa, le preguntó:

36 "Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la ley?".

37 Él le respondió: "Amarás al Se or, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.

38 Éste es el mandamiento mayor y el primero.

39 El segundo es semejante a él. Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

40 De estos dos mandamientos pende toda la ley y los profetas".

¿De quién es hijo el Cristo?

41 En una reunión de los fariseos, Jesús les dirigió esta pregunta:

42 "¿Qué pensáis acerca del Cristo? ¿De quién es hijo?". Ellos le responden: "De David".

43 Él les dice: "¿Cómo, entonces, David, inspirado por el Esp ritu, lo llama Se or, al decir:

44 Dijo el Se or a mi Se or: siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies?

45 Pues si David lo llama Se or, ¿cómo puede ser hijo suyo?".

46 Y nadie pod a responderle una palabra, ni desde aquel d a se atrevió ya nadie a hacerle más preguntas.