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Salmos 106 - Biblia Castilian 2003


La rebeldía de Israel

1 Aleluya. Alabad al Se or, que es bondadoso y su amor eterno.

2 ¿Quién podr a cantar las gestas del Se or, hacer o r todas sus glorias?

3 Dichosos los que observan la justicia, los que hacen el bien en todo tiempo.

4 Recuérdame, Se or, en tu amor a tu pueblo, vis tame con tu liberación:

5 que yo pueda gozar del bien de tus electos, alegrarme en la dicha de tu gente, gloriarme con tu herencia.

6 Pecadores nosotros, igual que nuestros padres, somos reos de culpa y de maldad.

7 Nuestros padres en Egipto no prestaron atención a tus portentos ni tuvieron presentes tus favores incontables: se rebelaron en el paso del mar Rojo.

8 Él, con todo, los libró, a causa de su nombre y para dar a conocer su poder o.

9 Increpó al mar Rojo y quedó enjuto, los guió por el abismo igual que por desierto,

10 liberándolos de mano rencorosa, rescatándolos de mano de enemigos.

11 Las aguas envolvieron a sus perseguidores, sin que de ellos quedara uno solo.

12 Entonces creyeron su palabra y cantaron sus glorias.

13 Pero olvidaron pronto sus portentos, sin saber confiar en sus designios.

14 Cedieron a su antojo en las estepas y tentaron a Dios en el desierto.

15 Él se avino a otorgar lo que ped an, pero impuso a sus vidas una merma.

16 Mostraron en el campo envidia a Moisés y a Aarón, el santo del Se or;

17 y la tierra se abrió, devoró a Datán y sepultó la banda de Abirán:

18 el fuego consumió a sus partidarios y la llama abrasó a los imp os.

19 En el Horeb hicieron un becerro y adoraron un dolo fundido,

20 trocando as su gloria por la imagen de un buey que come heno.

21 Se olvidaron del Dios liberador, que hab a hecho portentos en Egipto,

22 en la tierra de Cam grandes milagros y en el mar Rojo obras terribles.

23 Él quer a aniquilarlos, de no ser por su elegido Moisés que se puso en la brecha, en su presencia, para apartar su ira destructora.

24 Desde aron la tierra de delicias y no creyeron su palabra;

25 murmuraron en sus tiendas y no obedecieron la orden del Se or.

26 Levantando su mano él les juró humillarlos en medio del desierto

27 arrojar su descendencia entre las gentes, dispersarlos en medio de naciones.

28 Cobraron devoción a Baal - Peor y comieron ofrendas de los muertos.

29 Con sus obras perversas le irritaron y la peste irrumpió en medio de ellos.

30 Surgió entonces Pinejás para mediar, y la peste se detuvo.

31 Como mérito le fue reconocido por todas las edades, para siempre.

32 En aguas de Meribá lo enojaron, y por su culpa fue mal a Moisés,

33 pues, habiéndolo amargado, se fue insensatamente de la lengua.

34 No extirparon los pueblos que el Se or les hab a dicho,

35 se mezclaron con los pueblos y aprendieron sus usos.

36 Dieron culto a sus dolos, que fueron para ellos una insidia.

37 En ofrenda inmolaron a demonios sus hijos y sus hijas.

38 Vertieron sangre pura - la sangre de sus hijos y sus hijas inmolados a los dioses cananeos - y la tierra se hizo inmunda con la sangre.

39 Con sus obras se hicieron repugnantes y con sus supersticiones, fornicarios.

40 Enojóse el Se or contra su pueblo, llegando a abominar de su heredad.

41 Los entregó a las manos de gentiles, y sobre ellos dominó quien los odiaba.

42 Sus enemigos pudieron oprimirlos y subyugarlos debajo de su mano.

43 Muchas veces los libró, mas ellos, obstinados en sus miras, se hundieron más y más en la maldad.

44 Reparó él, con todo, en su aflicción y escuchó sus lamentos.

45 Recordó su alianza, tuvo compasión por su inmenso su amor,

46 y movió a misericordia a sus conquistadores.

47 Sálvanos, pues, Se or y Dios nuestro, reúnenos de en medio de los pueblos, para que podamos alabar tu nombre santo y gozarnos en tus glorias.

48 Bendito sea el Se or, Dios de Israel, desde una eternidad hasta la otra. Y todo el pueblo diga: Amén. Aleluya.