1 Reyes 20:30-32

30 Los demás huyeron a Afec, a la ciudad; y el muro cayó sobre veintisiete mil hombres que habían quedado. También Benadad vino huyendo a la ciudad, y se escondía de cámara en cámara.

31 Entonces sus siervos le dijeron: He aquí, hemos oído que los reyes de la casa de Israel son reyes misericordiosos; pongamos, pues, ahora cilicio en nuestros lomos, y sogas sobre nuestras cabezas, y salgamos al rey de Israel; quizá por ventura te salve la vida.

32 Ciñeron, pues, sus lomos de cilicio, y pusieron sogas sobre sus cabezas, y vinieron al rey de Israel, y le dijeron: Tu siervo Benadad dice: Te ruego que viva mi alma. Y él respondió: Si él vive aún, mi hermano es.