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2 Samuel 22 - Nueva Biblia Española (1975)


Cántico de liberación de David

1 Cuando el Señor lo libró de sus enemigos y de Saúl, David entonó este canto:

2 Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.

3 Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte, mi refugio, que me salvas de los violentos.

4 Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos.

5 Cuando me cercaban olas mortales, torrentes destructores me aterraban,

6 me envolvían los lazos del Abismo, me alcanzaban los lazos de la muerte,

7 en el peligro invoqué al Señor, invoqué a mi Dios: Desde su templo él escuchó mi voz, mi grito llegó a sus oídos.

8 Tembló y retembló la tierra, vacilaron los cimientos del cielo, sacudidos por su cólera.

9 De su nariz se alzaba una humareda, de su boca un fuego voraz, y lanzaba ascuas al rojo.

10 Inclinó el cielo y descendió con nubarrones bajo los pies;

11 volaba a caballo de un querubín, se cernía sobre las alas del viento,

12 envuelto en un toldo de oscuridad, denso aguacero y nubes espesas;

13 al fulgor de su presencia se encendían centellas;

14 el Señor retumbaba desde el cielo, el Soberano hacía oír su voz.

15 Disparando sus saetas los dispersaba, su relámpago los enloquecía.

16 Apareció el fondo del mar y se vieron los cimientos del orbe, al bramido del Señor, con su nariz resoplando de cólera.

17 Desde el cielo alargó la mano y me agarró, para sacarme de las aguas caudalosas,

18 me libró de un enemigo poderoso, de adversarios más fuertes que yo.

19 Me hacían frente el día funesto, pero el Señor fue mi apoyo:

20 me sacó a un lugar espacioso, me libró porque me amaba.

21 El Señor me pagó mi rectitud, retribuyó la pureza de mis manos,

22 porque seguí los caminos del Señor, y no me rebelé contra mi Dios;

23 porque tuve presentes sus mandatos, y no me aparté de sus preceptos;

24 estuve enteramente de su parte, guardándome de toda culpa;

25 el Señor retribuyó mi rectitud, mi pureza en su presencia.

26 Con el leal tú eres leal, con el íntegro tú eres íntegro,

27 con el sincero tú eres sincero, con el taimado tú eres sagaz.

28 Tú salvas al pueblo afligido, tu mirada humilla a los soberbios.

29 Señor, tú eres mi lámpara; Señor, tú alumbras mis tinieblas.

30 Fiado en ti me meto en la refriega, fiado en mi Dios asalto la muralla.

31 El Dios de conducta perfecta, el Señor de promesa acendrada, es escudo para los que a él se acogen.

32 ¿Quién es Dios fuera del Señor? ¿Qué roca hay fuera de nuestro Dios?

33 Dios es mi fuerte refugio, me enseña un camino perfecto;

34 él me da pies de ciervo y me coloca en las alturas;

35 él adiestra mis manos para la guerra y mis brazos para tensar la ballesta.

36 Me prestaste el escudo de tus victorias, multiplicaste tus cuidados conmigo.

37 Ensanchaste el camino ante mis pasos, y no flaquearon mis tobillos.

38 Perseguiré al enemigo hasta extirparlo, y no volveré sin haberlo aniquilado.

39 Los destruiré, los derrotaré, no podrán rehacerse: ¡cayeron bajo mis pies!

40 Me ceñiste de valor para la lucha. Doblegaste a los que se me resistían;

41 hiciste volver la espalda a mis enemigos, reduje al silencio a mis adversarios.

42 Pedían auxilio, nadie los salvaba; gritaban al Señor, no les respondía.

43 Los reduje a polvo de la tierra, los desmenucé como barro de la calle.

44 Me libraste de las contiendas de mi pueblo, me reservaste para cabeza de naciones. Un pueblo extraño fue mi vasallo,

45 los extranjeros me adulaban, me escuchaban y me obedecían.

46 Los extranjeros ¡laqueaban y salían temblando de sus baluartes.

47 ¡Viva el Señor, bendita sea mi Roca! Sea ensalzado mi Dios, Roca salvadora:

48 el Dios que me dio el desquite y me sometió los pueblos;

49 que me sacó de entre los enemigos, me levantó sobre los que me resistían, y me salvó del hombre cruel.

50 Por eso te daré gracias en medio de las naciones, y tañeré, Señor, en tu honor:

51 Tú diste gran victoria a tu rey, fuiste leal con tu ungido, con David y su linaje por siempre.