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Hechos 8 - Nueva Biblia Española (1975)


Saulo persigue a la iglesia

1 Aquel día se desató una .violenta persecución contra la iglesia de Jerusalén; todos, menos los apóstoles, se dispersaron por Judea y Samaría.

2 Unos hombres piadosos enterraron a Esteban e hicieron gran duelo por él.

3 Saulo, por su parte, descargaba su furia contra la Iglesia; penetraba en las casas y arrastraba a la cárcel a hombres y mujeres.

Predicación del evangelio en Samaria

4 Al ir de un lugar para otro, los dispersos iban anunciando el mensaje.

5 Felipe bajó a la ciudad de Samaría y se puso a proclamar allí al Mesías.

6 EL gentío hacía caso unánime de lo que decía Felipe, porque oían hablar de las señales que realizaba y las estaban viendo:

7 de muchos poseídos salían los espíritus impuros lanzando gritos y muchos paralíticos y lisiados se curaban.

8 La ciudad se llenó de alegría,

9 Ya de antes estaba en la ciudad un cierto Simón, que practicaba la magia e impresionaba al pueblo de Samaría haciéndose pasar por un ser extraordinario.

10 Todos, grandes y pequeños, le hacían caso, pues decían: Este es la potencia de Dios, esa que llaman la grande.

11 Le hacían caso porque por largo tiempo los había tenido maravillados con sus magias;

12 pero cuando creyeron, porque Felipe anunciaba el reinado de Dios y a Jesús el Mesías, hombres y mujeres se bautizaron.

13 También Simón creyó, y una vez bautizado no se apartaba de Felipe; y presenciando las grandes señales y milagros que sucedían, se quedaba asombrado.

14 Al oír los apóstoles de Jerusalén que Samaría no había pasado de aceptar el mensaje de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan.

15 Estos bajaron a Samaría y oraron por ellos para que recibieran Espíritu Santo;

16 porque no había bajado aún sobre ninguno de ellos; solamente habían quedado bautizados consagrándose al Señor Jesús.

17 Entonces les fueron imponiendo las manos y recibían Espíritu Santo.

18 Al ver Simón que, al imponer las manos los apóstoles, se daba el Espíritu, les ofreció dinero, diciendo:

19 Denme a mí también ese poder, que a quien yo le imponga las manos reciba Espíritu Santo.

20 Pedro le replicó: ¡Púdrete" tú con tu plata, por haberte imaginado que el don de Dios se compra con dinero!

21 No es cosa tuya ni se ha hecho para ti el mensaje éste, pues por dentro no andas a derechas con Dios.

22 Por eso, arrepiéntete de esa maldad tuya y pídele al Señor, a ver si te perdona esa idea que te ha venido;

23 porque te veo destinado a la hiel amarga y a las cadenas de los malvados.

24 Respondió Simón: Rueguen al Señor por mí, que no me venga encima lo que ustedes han dicho.

25 Después de dar avisos y de exponer el mensaje del Señor, los apóstoles regresaron a Jerusalén anunciando la buena noticia en muchas aldeas samaritanas.

Felipe y el etíope

26 El ángel del Señor habló así a Felipe: Anda, ponte en camino hacia el sur, por la carretera de Jerusalén a Gaza (la que cruza el desierto).

27 El se puso en camino. En esto apareció un eunuco etíope, ministro de Candaces, reina de Etiopía, intendente del tesoro, que había ido en peregrinación a Jerusalén

28 e iba de vuelta, sentado en su carroza, leyendo al profeta Isaías.

29 El Espíritu dijo a Felipe: Acércate y pégate a esa carroza.

30 Felipe se acercó corriendo, le oyó leer al profeta Isaías y le preguntó: A ver, ¿entiendes lo que estás leyendo?

31 Contestó: Y ¿cómo voy a entenderlo, si nadie me lo explica? E invitó a Felipe a subir y sentarse con él.

32 El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era éste: "Como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.

33 Lo humillaron, negándole todo (derecho; a sus seguidores, ¿quién podrá enumerarlos? Lo arrancaron de la tierra de los vivos" ?

34 El eunuco le preguntó a Felipe: Por favor, ¿de quién dice esto el Profeta? ¿De sí mismo o de otro?

35 Felipe tomó la palabra y, a partir de aquel pasaje, le dio la buena noticia de Jesús.

36 En el viaje llegaron a un sitio donde había agua, y dijo el eunuco:

37 Mira, ahí hay agua, ¿qué impide que yo me bautice?.

38 Mandó parar la carroza; bajaron los dos al agua, Felipe y el eunuco, y Felipe lo bautizó.

39 Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, y siguió su viaje, Heno de alegría.

40 Felipe fue a parar a Azoto y fue dando la buena noticia en cada pueblo hasta llegar a Cesárea.