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Jeremías 24 - Nueva Biblia Española (1975)


La señal de los higos buenos y malos

1 El Señor me mostró dos canastas de higos colocadas delante del santuario del Señor. (Era después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, desterró a Jeconías, hijo de Joaquín, rey de Judá, con los dignatarios de Judá, y a los artesanos y maestros de Jerusalén, y se los llevó a Babilonia).

2 Una tenía higos exquisitos, es decir, brevas; otra tenía higos muy pasados, que no se podían comer.

3 El Señor me preguntó: ¿Qué ves, Jeremías? Contesté: Veo higos: unos exquisitos, otros tan pasados que no se pueden comer.

4 Y me vino la palabra del Señor:

5 Así dice el Señor, Dios de Israel: A los desterrados de Judá, a los que expulsé de su patria al país caldeo, los considero buenos, como estos higos buenos.

6 Los miraré con benevolencia, los volveré a traer a esta tierra; los construiré y no los destruiré, los plantaré y no los arrancaré.

7 Les daré inteligencia para que reconozcan que yo soy el Señor; ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, si vuelven a mí de todo corazón.

8 A Sedecías, rey de Judá, a sus dignatarios, al resto de Jerusalén que quede en esta tierra o resida en Egipto, los trataré como a esos higos tan malos que no se pueden comer.

9 Serán terrible escarmiento para todos los reinos del mundo, serán tema de mofas, sátiras, chanzas y maldiciones en todos los lugares por donde los disperse.

10 Les enviaré la espada, el hambre y la peste, hasta consumirlos en la tierra que les di a ellos y a sus padres.