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Jeremías 37 - Nueva Biblia Española (1975)


Encarcelamiento de Jeremías

1 Sedecías, hijo de Josías, sucedió en el trono a Jeconías, hijo de Joaquín, a quien había nombrado rey de Judá Nabucodonosor, rey de Babilonia.

2 Ni él ni sus ministros ni los terratenientes escucharon las palabras que dijo el Señor por medio de Jeremías, profeta.

3 El rey Sedecías envió a Yehucal, hijo de Selamías, y a Sofonías, hijo de Maasías, sacerdote, para que dijeran al profeta Jeremías: Reza por nosotros al Señor, nuestro Dios.

4 Por entonces Jeremías podía moverse libremente entre el pueblo: aún no lo habían metido en la cárcel.

5 El ejército del Faraón había salido de Egipto, y cuando los caldeos que sitiaban Jerusalén oyeron la noticia, levantaron el cerco de la ciudad.

6 Entonces el Señor dirigió la palabra al profeta Jeremías:

7 Así dice el Señor, Dios de Israel: Esto dirás al rey de Judá, que te ha enviado a consultarme. Mira, el ejército del Faraón, que ha salido en auxilio de ustedes, se volverá a su tierra de Egipto.

8 Y los caldeos volverán a atacar esta ciudad, la conquistarán y la incendiarán.

9 Así dice el Señor: No se hagan ilusiones pensando que los caldeos levantarán el cerco, porque no se marcharán.

10 Aunque derrotaran al ejército caldeo que los ataca, de manera que no quedaran más que soldados heridos, se levantaría cada uno en su tienda y prendería fuego a esta ciudad.

11 Cuando el ejército caldeo levantó el cerco de Jerusalén, por miedo al ejército egipcio,

12 intentó Jeremías salir de Jerusalén hacia el territorio de Benjamín, para repartirse una herencia con los suyos.

13 Al llegar a la Puerta de Benjamín estaba allí el capitán de la guardia, Yirayas, hijo de Selamías, hijo de Ananías, quien detuvo al profeta Jeremías, diciendo: ¿Conque te pasas a los caldeos?

14 Respondió Jeremías: Mentira. No me paso a los caldeos. Pero Yirayas no le creyó, sino que lo detuvo y lo llevó a los dignatarios.

15 Los dignatarios se irritaron contra Jeremías, lo hicieron azotar y lo encarcelaron en casa de Jonatán, el escribano -que habían convertido en cárcel-.

16 Así entró Jeremías en el calabozo del sótano, y allí pasó mucho tiempo.

17 El rey Sedecías lo hizo traer y le preguntó en secreto en su palacio: ¿Tienes algún -oráculo del Señor-? Respondió Jeremías: Sí. Serás entregado en manos del rey de Babilonia.

18 Y añadió Jeremías al rey Sedecías: ¿Qué delito he cometido contra ti o tus ministros o contra ese pueblo para que me encierren en la cárcel?

19 ¿Dónde están sus profetas que les profetizaban: "No vendrá contra ustedes el rey de Babilonia ni invadirá el territorio"?

20 Pues ahora escúchame, majestad. Acoge mi súplica, no me conduzcas a casa de Jonatán, el escribano, no sea que muera allí.

21 Entonces el rey Sedecías ordenó que custodiaran a Jeremías en el patio de la guardia y que le dieran una hogaza de pan al día -de la Calle de Panaderos-, mientras hubiera pan en la ciudad. Y Jeremías se quedó en el patio de la guardia.